jueves, 26 de junio de 2008

El Hymno a Memnón


Ha pasado un año hasta reecontrarnos con este don del pleno día en la madrugada. Importa menos madrugar si uno se levanta al unísono con el Sol. Verdad es que le hemos acompañado primero en sus desfallecimientos otoñales hasta entrar en la era de las tinieblas. Luego hemos asistido a su pausada recuperación truncada por el cambio de hora, pero al final ha llegado junio y nada parece interponerse al Titán en una jornada que no parece tener ya ni principio ni fin.

Aparte de la imagen (que es de un amanecer primaveral) incluimos un laudes dominical que consideramos el himno solar por excelencia. Con pocos cambios lo podrían haber entonado los sacerdotes de Aureliano.

martes, 24 de junio de 2008

Biblioteca en soledad


Esta semana la biblioteca del instituto aparecía vacía, extraña. Sin alumnos mirando estanterías, sin murmullos. Producía una impresión de tristeza, de final de etapa, de espera. La tranquilidad tantas veces ansiada en las mañanas de trajín, con decenas de lectores en la entrega y préstamos de libros, de entrar y salir alumnos, la soledad preciada en otro tiempo para seguir con la catalogación bibliográfica tantas veces interrumpida por las llamadas para buscar un libro concreto, o aconsejar una lectura, o explicar cómo colocar los tejuelos a los ayudantes de biblioteca, en fin, las mil molestas paradas en el trabajo emprendido durante los recreos de este curso, ahora se antojaban necesarias, indispensables, imperiosas para dar sentido a los mudos estantes, a los libros nuevos, a las revistas y novedades, a mi presencia allí.
Un alumno de 1º abre la puerta con gesto cohibido, con la simpatía que siempre me provocan su timidez y su retraído afecto, le pongo mi mejor sonrisa. Quiere devolver un libro que aún no ha leído por completo, y cuando le ofrezco la posibilidad de mantenerlo en su poder durante el verano, una intensa sonrisa se dibuja en su rostro. Era lo que esperaba oír. Se marcha contento con palabras y promesas de regreso a la Biblioteca en el crepúsculo de las Pléyades, en el agonizante calor de septiembre.
Ignora que su llegada en la solitaria mañana quebró el abandono que se respiraba en el ambiente, cercó el páramo de añoranza que ascendía por los deshabitados muebles y fortaleció las desgastadas fuerzas que se precipitaban en brazos de una desoladora melancolía.

domingo, 22 de junio de 2008

El dios del mar


Los azules amaneceres de junio traen a la memoria retazos de la luz de Grecia. Contemplar un paisaje o meditar sobre la vida, la belleza desgastada de la historia, a la sombra de las columnas de un templo griego es un placer que los recuerdos mantendrán siempre. Acabando el curso escolar, la imagen debe mostrar el ocaso de un paisaje. Si alguno de nuestros lectores se encamina este verano a la tierra de los dioses, no olvide visitar el templo de Poseidón en el cabo Sunion. Allí, si las hordas de turistas se lo permiten, podrá solazarse en la contemplación de una de las más hermosas puestas de sol. Quédese en soledad y silencio unos instantes respirando la brisa dulce del Ponto. La noche subirá el telón de una sobrecogedora belleza. Lo que nunca arrastra el Leteo (olvido) en su torrente de años.

sábado, 21 de junio de 2008

El Secreto de los Graderíos



En la Roma republicana estaban prohibidos los teatros, anfiteatros y todo edificio destinado a espectáculos (salvo los circos). Se afirmaba que estos lugares podrían ser usados como lugares de agitación política, pero tal vez se proscribiesen por esa impresión fantasmal que nos producen los graderíos vacíos. En esta imagen los espectrales grafitti medio borrados y la sombra a lo Chirico del monumento a Tomás Beviá acentuan esa impresión de inquietante ausencia.

miércoles, 18 de junio de 2008

Microrrelato "Una mariposa" de Andrés Neuman

Mamá, exclamó la niña llegando a la carrera, mamá, ¿para qué sirve una tela de araña?Su madre la miró extrañada. El marido, que en ese momento hablaba por su teléfono móvil, le sonrió de reojo.
............
¿Cómo para qué sirve?, preguntó la mujer parpadeando. Sí, insistió la niña, ¿las telarañas son buenas o malas? Su madre le acarició el cabello, le acomodó las solapas de la camisita y, para ganar un poco de tiempo, dijo: ¿Por qué lo preguntas, mi cielo? Ahí, en ese árbol, la informó la niña, hay una mariposa muy bonita. Yo la he visto. Está atrapada en una tela de araña y no puede salir. ¡Ah!, rió su madre, ya entiendo, ¡pobrecita mariposa! Es muy bonita, repitió la niña, y no puede salir. ¿Quieres que la salvemos, cariño?, le propuso su madre. Sí, contesto la niña con mucha seriedad. Su madre se levantó del banco. Caminaron juntas hasta el árbol. La niña señaló una de las ramas. Al principio la mujer no vio nada. Al rato divisó a la mariposa, una mariposa de vetas amarillas y turquesas, agitando débilmente una de sus alas. Así me gusta, la felicitó su madre alzando a su hija en brazos, ¡allá vamos, preciosa!, ¡suéltala, araña mala!.................
El padre de la niña colgó el teléfono y se acercó al árbol. Observó atentamente a la mariposa. Mientras tanto la niña había partido una ramita y la blandía estirando un brazo a duras penas, tratando de llegar hasta la telaraña.......................
Oye, dijo él tocándole un hombro a su esposa, disculpa, ¿por qué no le has contestado? Ella se volvió hacia su marido. ¿Cómo?, dijo sin dejar de sostener a su hija en lo alto, ¿qué dices? Pregunto, le dijo él al oído, por qué no le has contado la verdad. ¿Y cuál es la verdad, si puede saberse?, murmuró ella con fastidio. Muy fácil, querida, contestó él en ese tono de neutralidad científica que solía adoptar cuando discutía con su mujer. Que por muy feas que sean las arañas, en realidad no son ni buenas ni malas, sino que se limitan a sobrevivir. Que la tela de araña es su medio de vida, igual que otros seres pescan, cazan o lo que sea. Que todo tiene un ciclo y las mariposas también, aunque sean muy bonitas. Si me lo hubiera preguntado a mí le habría explicado eso. Tenemos que educarla en la complejidad de las cosas, ¿no?, es ley de vida. Muy bien, contestó ella levantando un poco la voz, pero la niña no te lo preguntó a ti sino a mí. A lo mejor fue porque tú estabas hablando por ese dichoso teléfono, como casi siempre que salimos de paseo con ella. Además para mí educar a nuestra hija también consiste en enseñarle a proteger lo que es hermoso, aunque sea muy frágil o dure muy poco. Esto también es ley de vida, señor sabelotodo. Y no veo por qué el escepticismo va a hacerla más sabia que la compasión por la belleza. ¡Bueno, bueno!, retrocedió él, tampoco es para tanto, no te enfades. No me enfado, dijo ella, me da pena.
................En el parque empezaba a soplar el viento. Las hojas se agitaban como insectos a punto de echar a volar.
...................... Mientras sus padres seguían discutiendo, el brazo de la niña hizo un último esfuerzo, alcanzó su objetivo y movió la ramita dentro de la telaraña. Enseguida la ramita destrozó el entramado e impactó bruscamente contra el tronco, haciendo caer al suelo a la pequeña araña y aplastando a la mariposa de alas amarillas y turquesas.

DOCTUS LITTERARUM


De la Revista electrónica Foro de Educación, este fragmento de un artículo de José luis Hernández Huerta describe perfectamente lo que pensamos respecto al tratamiento de las Humanidades en la Enseñanza.


“Algunas de las disciplinas fundamentales han sido relegadas a un segundo plano, y las que aún disfrutan de tal status se han visto reducidas considerablemente, en beneficio de materias de escaso o nulo valor formativo real y de menor trascendencia. Las Humanidades han sido las más afectadas en las nuevas rebajas académicas, a pesar de su relevancia en el porvenir. Quizás la razón para cometer tal imprudencia haya sido que éstas carecen de visible aplicación práctica, que sólo responden a los intereses de una minoría. Nada más alejado de la realidad. Las Humanidades son la quintaesencia del Hombre, lo genuinamente humano, sin las cuales cualquier técnica o avance científico o tecnológico pierde su razón de ser, pues los medios se convierten en fines y éstos en nada; son las herramientas que los individuos requieren para generar pensamiento, para explorar los confines de la libertad, descubrir los límites efectivos de ésta y hacer un uso responsable de la misma; son el abono indispensable para que brote la tan ansiada creatividad y regrese la extrañada genialidad; son la lente de aumento necesaria para mantener una actitud crítica ante la realidad –discernir la verdad de la mentira– y valorar las cosas en su justa medida –estimar la bondad o maldad de algo–; son, en definitiva, el trampolín que permite a los individuos atreverse a utilizar su propia inteligencia.
Pero el mayor valor de la Humanidades reside en que son las únicas que posibilitan que el individuo tome conciencia de dónde viene, entienda el presente, se proyecte hacia el futuro y se atreva con éste. Y erradicarlas de los planes de estudio significa ceder ante la comodidad proporcionada por el suicidio asistido.

Los horrores de la guerra

Estamos en 1638 y la guerra -que pasaría a la historia como la de los treinta años- asola Europa como ningún otro conflicto lo ha hecho hasta entonces. En un Flandes cuya suerte se decide a Rubens se le acumulan los encargos de cuadros de príncipes victoriosos en los campos de batalla. Aun así encuentra tiempo para visitar las distintas cortes, siempre orientando la aureola de sus pinceles hacia una paz cada vez más improbable en la que se mantenga un status quo presidido por el Imperio Hispánico. No debe extrañarnos esa elección, pues al fin y al cabo Felipe IV era su señor natural y de él siempre se declaró fiel súbdito.

Entre las alegorías de los caudillos y las empresas diplomáticas se las arregla para pintar (con su taller) un monumental óleo (mide más de tres metros de largo), eso sí con la ayuda de su taller. La colosal obra la titula 'Los Horrores de la Guerra' y puede verse como el testimonio más elocuente sobre su visión del conflicto. Contamos además con una carta suya en la que descifra este apasionado torbellino de imágenes:

“La figura principal es Marte, que acaba de abrir la puerta del templo (la cual, de acuerdo con la costumbre romana, permanecía cerrada en tiempo de paz) y sale precipitadamente con un escudo y una espada ensangrentada, amenazando con grandes desastres. Presta muy poca atención a Venus, que, acompañada de unos cupidos, trata de retenerle con caricias y abrazos. Por el lado opuesto le arrastra la furia Alekto, que lleva una antorcha en la mano. Cerca hay dos monstruos que personifican la Peste y el Hambre, siempre acompañando a la guerra. En el suelo, vemos de espaldas una mujer con un laúd roto, representando la Armonía, incompatible con la disonancia de la guerra. Una madre con un niño en brazos indica que con la guerra han quedado frustradas la fecundidad, la procreación y la caridad. Vemos, además, un arquitecto caído de espaldas, con sus instrumentos en la mano, para demostrarnos que la paz ayuda al crecimiento y embellecimiento de las ciudades, mientras que la fuerza de las armas las destruye y las reduce a ruinas... La afligida mujer vestida, con el velo rasgado y desprovista de joyas u otros adornos, es la infeliz Europa, que desde hace ya tantos años está sufriendo saqueos, ultrajes y desgracias”.

Una deducción obvia es el peso de la tradición clásica en Rubens y sus mecenas. Puede parecer que el pintor contempla la guerra como el horror, pero que es incapaz de despojarse de lo que ya es anacronía y mero ropaje alegórico. Callot, Velázquez y otros contemporáneos suyos ya reflejan la guerra tal cual es. En la pintura que se avecina las victorias aladas, los protectores celestes o las furias van a tener cada vez un papel menos relevante hasta desaparecer sin ninguna gloria.

O tal vez si que el cuadro tenga una modernidad que no se divise a primera vista. Tal vez sea el puente entre las guerras de galeras y elefantes y las de los bombardeos y los tanques. Sólo se necesita invertir la obra y que un investigador -Santiago Sebastián- sueñe una evidencia que a todos había pasado desapercibida.

lunes, 16 de junio de 2008

El Abrazo del Sueño




Esta descripción parte de la colisión entra estas dos imágenes de niños durmientes. A la izquierda 'Watchers in the Night' de Thomas Blackshear (¿2000? ¿2001?) traiciona la intención del pintor de confiar en la fe y transmite un creciente sensación de desasosiego. A la derecha '1986-1993' de Vincent Hui (2007) rebasa pronto la primera impresión de que sólo se trata de una pesadilla infantil.


"Vamos a la cama, que hay que descansar..." rezaba una cancioncilla de la televisión de nuestra infancia. Pero en la noche nuestra mente no descansa: urde vanas cosmogonías, representa desatinados teatros, agrupa desatinadas galerías de imágenes... Podemos acabar por no creer en nada, pero no podremos dejar de asistir a esa proyección en sesión continúa. Y no hace falta refugiarse entre las sábanas. A veces el sopor del mediodía nos hace cerrar los párpados para erigir vastos espejismos. Con razón los hebreos adjudicaban al Diablo del Mediodía esa vertiginosa consistencia del sueño que antecede o sigue al almuerzo.

De las tinieblas que alimenta el sueño tal vez la más atroz sea la del sopor como imagen de la muerte, símil en verdad antiguo. Calderón de la Barca lo expresa así "En brazos del sueño / vivo cadáver soy, porque él es dueño / de mi vida; de suerte / que vi un pálido amago de la muerte." y más adelante señala "el nocturno silencio / construía a los mortales / breves sepulcros de sueño".


¿Y si muriéramos para soñar toda la eternidad? (Eso sería el infierno) ¿Y si en vez de soñar un improvisado telar de símbolos pudiéramos divisar lo Real tal cuál es? ¿Qué falta han cometido los animales que también tienen el descanso envenenado de sueños? ¿Y sí, como señalan algunos etólogos, las bestias fueran incapaces de distinguir la vigilia de la ensoñación?

Los antiguos señalaban que los atlantes tenían el don de no soñar; el ocio del sueño no les era tan vario, pero sí más quieto. A los demás, y como defensa contra este asalto de imágenes, no nos queda más consuelo que un improbable buen obrar. Calderón hace decir a Segismundo aquello de "aun en sueños no se pierde el hacer bien", Don Julián Besteiro añadiría a este aserto "y en las pesadillas también"

viernes, 13 de junio de 2008

Poesía para los amigos

A los amigos (que aman los sueños y dignifican la vida)

Pero es dulce soñar de Eduardo García



En mi sueño la vida se desliza


en un rumor de mar o caracolas,


sólo están prohibidos los relojes,


sonreír no es un hábito, sino una vocación.


Hay amigos detrás de cada esquina,


conversar es un arte innato y sin esfuerzo


brota el brillo en los ojos, el temblor en la voz,


el beso en que se anudan las raíces,


ese en el que después viene el olvido


a inventar una lengua, un cuerpo, una ocasión.


En mi sueño la vida es fácil, generosa,


nos mira con los ojos de los niños,


todo el mundo parece compartir un secreto,


ahora es el instante de la dicha,


donde ayer y mañana se contienen.


La vida allá en mi sueño no es la vida,


pero es dulce soñar y acaso baste.

jueves, 12 de junio de 2008

Hardouin, el Radical





La incredulidad en algunos hechos de la Antigüedad y en la autenticidad de algunos de las obras de su legado literario es una opinión antigua y que aún que aparece de cuando en cuando más o menos fundamentada. Hay que pensar que de las crónicas y otros libros se han perdido los originales y la distancia entre ellos y los códices conservados puede superar el milenio, siglos en los que los monjes y otros copistas deslizaban en sus manuscritos errores, omisiones, tergiversaciones…

En esta línea la tesis más audaz aparece en la persona y el lugar más insospechado. Se trata del padre jesuita Jean Hardouin que vivió en esa exaltación de lo clásico que fue el Grand Siècle. Hay que señalar que este sacerdote no lanzó sus acusaciones desde el desconocimiento. Todo lo contrario, fue un pulcro editor de algunas obras de la Antigüedad (entre ellas la Naturalis Historia) y destacó como estudioso de las monedas antiguas. Por último sus dardos no sólo se dirigían contra la Gentilidad, pues también puso a la Santa Iglesia en entredicho.

En su Prolegomena ad censuram veterum scriptorum sostenía que de las obras de autores griegos y latinos sólo eran auténticas la Ilíada y la Odisea, la Historia de Herodoto, la obra de Cicerón, las sátiras de Horacio, las Geórgicas de Virgilio y la Naturalis Historia de Plinio el Viejo. Todo lo demás eran falsificaciones realizadas por los monjes benedictinos en el siglo XIII bajo la dirección de un tal Severus Archontius. Estos monjes, que debieron trabajar como un ejército de duendes, extendieron su actividad a medallas, inscripciones… Parece ser que los Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento se salvaban de esta apoteosis del fingimiento, pero indicaban que las primeras versiones (en griego) no eran sino traducciones del latín…

Ya hemos señalado que de Virgilio salvaba las Geórgicas, pero no el resto de sus obras. En concreto la Eneida le parecía un poema alegórico del viaje de San Pedro a Roma y el episodio de Dido era el abandono del judaísmo y la sinagoga… ¿Debíamos señalar que para Hardouin el apóstol jamás llegó a la ciudad eterna?

En fin, Hardouin fue obligado a retractarse de sus tesis, pero su radicalismo apasionado nos inspira varias reflexiones:

a) La importancia de los textos clásicos no está tanto en su antigüedad, sino en su mérito literario. Nicolas Boileau-Despréaux señaló que le hubiera gustado conocer al “Hermano Horacio” y a “Dom Virgilio”.
b) Ciertamente todo el legado clásico podría haber desaparecido por entero (como ocurrió con el de otras civilizaciones de la Antigüedad), o se podían haber conservado libros que se perdieron, o sus ilustraciones. En fin, hoy no se esperan grandes revelaciones, pero el canon está aun abierto y en tumbas, en bibliotecas particulares o en libros sin catalogar pueden aparecer nuevos testimonios.
c) En la Edad Media se realizaron imitaciones muy hábiles de la Antigüedad (con o sin ánimo de falsificar). El llamado Renacimiento Carolingio o el Macedónico en Bizancio son ejemplos sorprendentes en el que en los textos y miniaturas aparece lo clásico en todo su vigor.

(Reproducimos dos obras maestras del Renacimiento Carolingio: una imagen de San Mateo y un ejemplar de la Arquitectura de Vitruvio.)

martes, 10 de junio de 2008


SOLÓN de Atenas (Poeta y legislador 640-558 a. C.) DIJO:

Nada en exceso.

No te pongas en juez, serás odiado por los que has hecho condenar.

Huye del placer que da tristeza.

Sé escrupulosamente honesto en tu conducta: vale más que la palabra dada.

Sella tus palabras con el silencio, y el silencio con tu actitud.

No mientas: di la verdad.

No consagres tu vida sino a lo que es honesto.

Que tus palabras no sean más justas de lo que fueron las de tus padres.

No te apresures a tener amigos; pero cuando los tengas no los rechaces después de probados.

Cuando hayas aprendido a obedecer, sabrás mandar.

Si crees que es bueno que los demás te rindan cuentas, acepta que tú también las tengas que rendir.

A tus conciudadanos aconséjales no lo que es agradable, sin lo que es mejor.

No te muestres insolente.

No frecuentes a los malvados.

Consulta a los dioses.

Respeta a tus amigos.

Honra a tus padres.

Que la razón sea siempre la que te guíe.

No cuentes todo lo que han visto tus ojos.

Sea lo que fuere lo que sabes, acepta callar.

Sé dulce con los tuyos.

Conjetura lo invisible por lo que se ve.
Los presocráticos han sido fundamentales en el pensamiento, es una obviedad decirlo, y ahora, cuando es difícil encontrar aforismos que permitan pisar con fuerza y equilibrio en el maremágnum de palabras y opiniones, ¡qué sosiego leer al sabio Solón, o a Heráclito! Palabras desnudas de artificio, pero sumergidas en la esencial verdad de la metáfora de la poesía.
El placer mayor no es de la mayoría, porque leerlos en griego es sublime. Una imagina el acento de las palabras de Solón ante la turba de gentes en Atenas, o el sosiego del cambiante río en las pupilas del Obscuro Heráclito, y decide que las palabras desvelan misterios y magias de toda clase, y perderse en ellas es la mayor aventura. Entre sus desnudeces surgimos renacidos y descubiertos. Como descubrir el hondo sentido de "un atardecer que dignifica".

domingo, 8 de junio de 2008

Sub umbra tua alarum





La tradición señala que cuando Constantino reedificó Bizancio, convirtió en bicéfala al Águila Imperial, para señalar que la doble capitalidad no suponía la perdida de la unidad de Romania. Siglos más tarde Carlomagno la incorporó a sus banderas.


La investigación señala que el águila de dos cabezas es una invención de ese Oriente dado a las abstraciones y a las terribles simetrías (¿Babilonia? ¿Persia?) y que pasó a Roma o a Bizancio en las guerras con la Persia Sasánida. El Sacro Romano Imperio Germánico lo haría suyo en el revival bizantino de la dinastía Otónida. En fin, en ese Actium revivido que es Lepanto, probablemente el águila bicéfala aparecía en los estandartes de ambos bandos.


Moscú, tercera Roma, se apropió de la monstruosa rapaz, y con Carlos V, se apoderó de las columnas hercúleas y emprendió el vuelo hacia el Nuevo Mundo. El águila que preside los blancos edificios de Washington tiene una sóla cabeza, pero de cuando en cuando se acuñan aúreos dólares que se llaman 'double eagle'.


En fin, si los imperios son leviathanes, monstruos que escapan al control de sus creadores, justo es que con el águila que comentamos no oculten sus naturalezas bífidas, sus propósitos ambiguos, su inquientante ambidestreza, su mirada siempre sedienta, plurifocal y camaleónica.


A fin de cuentas en el tiempo en que los hititas, los babilonios o los egipcios convertían al águila en símbolo del sol y del poder, en el Levítico se incluía entre los animales inmundos. Cuando Hérodes profanó el Templo colocando a la rapaz en el dintel de la casa de Dios se aprovechaba de la fascinación del más ambivalente de los símbolos.


(Ilustración: El águila bicéfala del Sacro Romano Imperio Germánico.)


Fuente de la imagen:


viernes, 6 de junio de 2008

No enseñar a un hombre que está dispuesto a aprender es desaprovechar al hombre. Enseñar a quien no está dispuesto a aprender es malgastar la palabra.

(Cuadro del pintor Rob Gonzales, a quien descubrí gracias a Henrique Viola)
Muchos días tengo horas de gloria vespertina. Entro por las puertas y sé que estoy en casa. Me reciben sonrisas, me conocen al llegar e intuyen adónde me dirijo. Estoy en Beta Sierpes o en La Casa del Libro. Voy a novedades, o a historia y filosofía. A veces me paso por infantil y juvenil. La más de las veces voy a poesía. En Beta, sobre el escenario, a la derecha, encuentro lo que busco. En la Casa del Libro subo a la cuarta planta y estoy en la presentación de un libro, casi siempre de poesía, aunque me gusta dejarlo al azar, y entrar, por ejemplo, a ver un documental sobre Bouvier, en francés, por supuesto. Cuando bajo por las escaleras me acompañan las palabras o los versos de Homero ("Canta, oh Musa, la cólera del Pélida Aquiles..", o Lao tsé diciendo que "las palabras de la verdad siempre son paradójicas". Y siento que todo es verdad, y que lo único lamentable de la tarde es que mi presupuesto se agota en estas visitas y aumenta el listado de libros a los que mi codicia libresca me impulsa. Pido marcapáginas originales para los alumnos e intento un regateo en el precio del pedido de la Biblioteca que espero que Eugenio agradecerá. Salgo con la ilusión de que la Biblioteca "Nulla dies sine linea" sea también un una casa temporal para los alumnos que aman los libros.

jueves, 5 de junio de 2008

En el país de las pesadillas



Siempre he pensado que la literatura ayudar a vivir, o quizás, a aceptar y comprender con nitidez el absurdo del mundo, ese continuum aparente de circunstancias que convierten el día a día en un piélago de azarosos espectáculos surrealistas a los que asistimos como espectadores y, a veces, como protagonistas involuntarios. Es por eso que los libros suponen una referencia estable, vivificadora, pues nos hablan interiormente y con cordura, las más de las veces, de nuestra propia realidad. Empecemos con los cuentos, con los mitos. ¡Cuántos niveles de lectura permiten, cuántas interpretaciones! Pero yo vengo a referirme a la poderosa poción que secretamente contienen y que desvela su ingente y misterioso poder en el instante en que el lector, muchas veces tras años de calmado reposo en el blando lecho del inconsciente, se ve en circunstancias semejantes a las expuestas en las amarillas páginas de un libro antiguo. Mutatis mutandis, naturalmente.


La ilustración de Alicia en el país de las maravillas es elocuente. La protagonista debatiéndose entre una vorágine de naipes que son el azar alocado de un mundo como una cárcel absurda. Al fin, la literatura en su afán imaginativo y fantasioso es el espejo más real de nuestro mundo.
Quien lleva un libro entre sus manos tiene la llave perfecta para salir del oscuro universo de las apariencias.

miércoles, 4 de junio de 2008

Pascal Bruckner: La Tiranía de la Penitencia


Con la descripción de esta escena apocalíptica del álbum 'La Estrella Misteriosa' comienza el ensayo del francés Pascal Bruckner titulado 'La Tiranía de la Penitencia' y consagrado al Masoquismo Occidental, nada menos.
El libro está recién editado en España y lo descubrimos por mero azar. Lo hojeamos y nos paramos a leer algún párrafo por mera curiosidad. A partir de entoces no hemos podido dejar de leerlo y desde aquí se lo recomendamos a todo el mundo.
Con la premisa de que los europeos tenemos que dejar de vivir pidiendo perdón por nuestros pecados, el autor desmitifica de manera impecable una serie de lugares comunes del pensamiento occidental en los últimos cincuenta años. Aznar, Rodríguez Zapatero, la Isla de Perejil, el 11 de Marzo y hasta Enric Marco aparecen como munición en esta obra iconoclasta, azote de los laicos bienpensantes, de los apologistas de las tropelías del Islam, de los defensores de los déspotas de los Trópico.
Un disolvente que ataca las amalgamas pero respeta y dignifica los metales nobles, un antivirus que no conoce réplica, un sol que ilumina y no deslumbra serían imágenes aceptables para este portentoso libro. Pero su autor ya nos advierte de los peligros de aceptar los hechos como actos de fe. En realidad Uno no recomienda la obra por sus críticas, sino por ser un canto emocionado a Europa como tierra de los derechos, la libertad y la prosperidad.
(Viñetas del álbum 'La Estrella Misteriosa' de las 'Aventuras de Tintín' , [Hergé, 1942).

martes, 3 de junio de 2008

Una Verdad Incómoda... Contada por Plinio


Publicidad de Diesel 'Ready for the Global Warming'.
Efectivamente, ya Plinio alertaba a sus contemporáneos sobre el calentamiento global (Naturalis Historia, II 236, VII 16) con expresiones como "el calor abrasador al que ahora tiende el tiempo debilita la fertilidad del semen."


En la avalancha de datos sobre el caldeamiento de nuestro planeta con las que nos martillean continúamente echamos a faltar este pasaje. ¿Resulta el dato poco creíble al ir acompañado de menciones de gigantes y de nacimientos prodigiosos? ¿Acaso señalaría que el proceso ya sucedió en otras ocasiones y sin industrias de por medio?


Efectivamente el Mundo vivió una etapa de caldeamiento que coincidió con la existencia del Imperio Romano. Pero no se habla de este período climático como de algo catástrófico. Si lo fue su fin allá por el siglo IV ó V, cuando las túnicas pasan a tener mangas (dalmáticas), se ponen de moda los pantalones celtas y se abandonan los grandes conjuntos termales. La Nueva Roma -Constatinopla- ya no es una ciudad de pórticos. Pero no vamos a afirmar que la caída de Roma se debió únicamente al desplome de las temperaturas.


domingo, 1 de junio de 2008

Feria del Libro de Madrid


De todos los carteles que hemos visto de la Feria del Libro de Madrid, he elegido este por lo sugerente del dibujo. Tenemos la esperanza de que el próximo curso podamos tener una pequeña Feria del Libro en nuestro Instituto. Hay que ir pensando en el cartel .... y en la depauperada economía de nuestra Biblioteca.

Leyendo la prensa


El escritor y periodista José María Plaza en el suplemento del periódico El Mundo nos habla de sus lecturas infantiles y juveniles. Al leerlo, me acordé de mis libros de infancia, esas ediciones de Bruguera salpicadas de dibujos que completaban la historia, de ese ejemplar de Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne que me regalaron cuando terminé 4º de EGB, y que recibí nerviosa, llena de orgullo en el patio de mi colegio ante todos los profesores y compañeros. Recuerdo la dedicatoria que me escribieron y que convertía el pequeño libro en un tesoro que había de conservar para siempre. Esa noche me dormí con las páginas abiertas del misterioso mundo sumergido del capitán Nemo. Han pasado muchas noches desde entonces, y me sorprendo con el vuelo de ese Hado juguetón, de esa señal que ahora sé interpretar, porque Homero y Odiseo (ese OUTIS o Nadie o Nemo) empezaron en ese momento a formar parte de mi vida para siempre.

"Si los cuentos son una iniciación a la vida, las obras literarias constituyen una profundización en ese eterno camino del aprendizaje. Y las obras maestras son aquellas capaces de crear mitos, personajes memorables y arquetipos universales. Forman parte viva no sólo de la cultura, sino de la historia de la Humanidad" (J.M. Plaza)

Modelos clásicos femeninos

( Cuadro de Leighon)
Antígona o la defensa ante la tiranía.

Presentamos otro cuadro femenino que representa a la heroína griega Antígona, hija de Edipo y Yocasta, su madre y abuela a la vez, hermana de Polinices y Eteocles, sobrina de Creonte y novia de Hemón, su primo.
Antígona representa la defensa de las leyes no escritas, leyes que hablan de Lealtad. Este concepto tan maltratado por las distintas sociedades humanas, antes y ahora, y que ella, valientemente, defiende a costa de su propia vida. Lealtad a su padre, pues con él ciego, siendo su lazarillo, recorre los caminos hasta llegar a Colono donde el desgraciado Edipo entrega su alma a Hades; lealtad a su hermano Polinices, abandonado como presa de buitres y perros frente a las murallas de Tebas, la de las siete puertas; en fin, lealtad a sí misma, como mujer frente al déspota que no atiende al sentido común y que está a merced de un difuso temor a perder su poder y respeto ante el pueblo si atiende las razones de ... una mujer.

Historia, literatura, mito, realidad. Mujer, audacia, lealtad.

Otro ejemplo que nos trae la mitología griega y que el escritor trágico Sófocles eleva a inmortal bajo su pluma.

"Que había de morir ya lo sabía, ¿cómo no?, aunque no lo hubieses anunciado. Pero si muero antes de sazón, yo lo reputo como ganancia; porque quien vive como yo, metida en males sin cuento, ¿cómo no ha de salir gananciosa muriendo? Así que a mí, al menos, sucumbir en este lance nada me duele; el que al hijo de mi madre muerto le ultrajaran los perros, eso sí que me dolería. Y si te parece que es locura lo que hago, quizá parezco loca a quien es un loco". Antígona v.460-470.

(En la sección de literatura clásica de la Biblioteca los interesados pueden encontrar esta magnífica obra).