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viernes, 18 de mayo de 2018

La experiencia lectora de José Luis Pérez Rincón: La Saga de Harry Potter de J. K. Rowling





Iniciamos estas semblanzas sobre nuestros alumnos lectores con José Luis Pérez Rincón (del segundo del bachillerato «B») y su fascinación por la saga de Harry Potter de J. K. Rowling.

Al recopilar estas reseñas (que con la ayuda de Dios iremos publicando mensualmente) me sorprendió al principio que más que experiencias lectoras, de lo que se trataba, más bien, era de reelaboraciones multimedia. Pero pronto recordé que yo me había criado en la era de los clásicos juveniles adaptados (muchos de ellos trasplantados a la historieta o en sorprendentes combinaciones de página escrita y cómic) y de las versiones cinematográficas y televisivas. Cada época tiene sus medios y busca las formas de transmitir el mensaje.

Un último apunte: los libros con los que Joselu posa son de su propiedad, una gentileza más co  la que nos regala. De todas formas J. K. Rowling se encuentra bien representadas en la Biblioteca del IES «Luis Vélez de Guevara» con las siguientes obras:

-        Harry Potter y la piedra filosofal.
-        Harry Potter y el legado maldito.
-        Animales fantásticos y dónde encontrarlos.
-        Quidditch a través de los tiempos.

 Cedemos el uso de la palabra a Joselu:


«Hoy en día, Harry Potter es la única saga que puedo leer o ver repetidamente una y otra vez sin cansarme jamás. Todo empezó unos años atrás cuando descubrí el mundo mágico de Harry Potter y todo lo que le rodea. Si no recuerdo mal fue en el año 2013, con 14 años cuando vi la primera película de esta saga (Harry Potter y la piedra filosofal) en el canal Neox. Bien es cierto que con unos años menos vi otra, pero con la edad que tenía en ese momento no estaba lo suficiente capacitado para poder entenderla.

Por increíble que parezca, por esa edad no era capaz de ver una película entera, me tumbaba en el sofá y al rato acababa jugando a la consola o me iba a jugar al fútbol a la barrera. Pero esta vez fue totalmente distinto. Empezó la película, y ya solo el inicio de la película captó mi atención, ya fuera por la majestuosa banda sonora que acompaña al inicio o por como una gata de colores parecidos a los de un tigre se transformaba en una mujer aparentemente de unos 60 años con capa verde y sombrero extraño.

Y lo gracioso es que desde ese momento no puedo comenzar a ver la película ya sea solo o acompañado sin escuchar ese pequeño pero increíble fragmento de la banda sonora.

La película continuaba y ahí seguía yo con mi padre tumbado en el sofá, con cara de intriga e incertidumbre, observando asombrado como se desarrollaba la película. Mi padre, que también ama las películas de aventuras, siempre me recuerda que yo no paraba de decirle que quería vivir en ese mundo, con mi varita mágica haciendo hechizos de lo más sorprendentes y que si pudiera ir ya iban a ver los malos de lo que era capaz.

Terminó la película, y ¿adivinan qué?, ¡la siguiente película era la segunda de Harry Potter!, y pues como preveía, mi padre ya se levantó y dijo que iba a ver los toros como todos los domingos, eso era tradición ya. Y vaya que es cierto que no todas las tradiciones se prolongan para siempre... Casi llorándole a mi padre le hice saber mis ganas de ver la siguiente película, hasta que lo convencí.

Así fue como empezó esta maravillosa relación mágica que tengo y tendré por siempre con esta saga.

Años más tarde, ya casi me sabía el dialogo de la primera media hora de la primera película.

Los reyes magos me regalaron mi primer libro en 2015, y ese fue el punto donde me di cuenta que la lectura es una de mis mayores pasiones. Desde ese momento hasta hoy, 2018, me he leído la saga por completo 3 veces.
Una hazaña que me gustaría contar, es que un caluroso día de verano, me leí el tercer libro de esta maravillosa saga en un sólo día, desde la mañana, hasta las 4 y media de la madrugada sin dejar de centrar mis pupilas en la tinta que permite que los lectores disfruten con cada diálogo entre personajes, que por cierto, la magnífica autora de esta saga, Joanne Rowling, describe con tanta exactitud.

Como ya he dicho, gracias a esta saga, no solo he descubierto un nuevo, mágico e ilusionante mundo, sino que he podido conocer otros magníficos autores como el español Carlos Ruiz Safón.

Debo darles las gracias a J. K. Rowling por hacerme sentir alegría, tristeza, intriga, admiración, curiosidad, con cada libro y gracias a todas las personas que han permitido poder llevarlo a la pantalla.

Desde ese día hasta que me muera siempre afirmáre que me declaro fan de Harry Potter, de sus personajes, de su autora y de su maravilloso mundo.

Y me despido con este pequeño pero precioso diálogo entre los dos directores que tuvo Hogwarts durante la estancia del protagonista en la escuela:

       After all this time?
       Always.

Gracias por tanto, Harry Potter.»




José Luis Pérez Rincón.

viernes, 4 de julio de 2008

¡Oh siglo grosero y sin gracia! (Catulo)



Como cualquier otro día -te dices- y echas en falta las tareas que te ocupaban cada mañana extendiendo sus tentáculos por las tardes y sólo dejando resquicios de reposo en las madrugadas. Ahora -es así cada verano- llegan las lecturas disipando la atonía del cuerpo y la mente. Acudo a George Steiner para encontrar Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento (Siruela. Biblioteca de ensayo), y leo: “Pensar es algo casi increíblemente despilfarrador...Esto hace pensar en el modelo de ciencia-ficción de una sociedad en la cual el pensamiento estuviera racionado (...) Un despilfarro de pensamiento sería considerado como vandalismo o algo peor (...) El pensamiento anárquico, juguetón, despilfarrador es lo que más temen los regímenes totalitarios”.
Leo, releo, y encuentro, más que una razón para la tristeza, una poderosa razón para la REBELIÓN.
Desde la Biblioteca “Nulla dies sine linea” vamos a estar en la primera línea de combate a favor del pensamiento despilfarrador. Con la tristeza ya nos apañaremos.

lunes, 16 de junio de 2008

El Abrazo del Sueño




Esta descripción parte de la colisión entra estas dos imágenes de niños durmientes. A la izquierda 'Watchers in the Night' de Thomas Blackshear (¿2000? ¿2001?) traiciona la intención del pintor de confiar en la fe y transmite un creciente sensación de desasosiego. A la derecha '1986-1993' de Vincent Hui (2007) rebasa pronto la primera impresión de que sólo se trata de una pesadilla infantil.


"Vamos a la cama, que hay que descansar..." rezaba una cancioncilla de la televisión de nuestra infancia. Pero en la noche nuestra mente no descansa: urde vanas cosmogonías, representa desatinados teatros, agrupa desatinadas galerías de imágenes... Podemos acabar por no creer en nada, pero no podremos dejar de asistir a esa proyección en sesión continúa. Y no hace falta refugiarse entre las sábanas. A veces el sopor del mediodía nos hace cerrar los párpados para erigir vastos espejismos. Con razón los hebreos adjudicaban al Diablo del Mediodía esa vertiginosa consistencia del sueño que antecede o sigue al almuerzo.

De las tinieblas que alimenta el sueño tal vez la más atroz sea la del sopor como imagen de la muerte, símil en verdad antiguo. Calderón de la Barca lo expresa así "En brazos del sueño / vivo cadáver soy, porque él es dueño / de mi vida; de suerte / que vi un pálido amago de la muerte." y más adelante señala "el nocturno silencio / construía a los mortales / breves sepulcros de sueño".


¿Y si muriéramos para soñar toda la eternidad? (Eso sería el infierno) ¿Y si en vez de soñar un improvisado telar de símbolos pudiéramos divisar lo Real tal cuál es? ¿Qué falta han cometido los animales que también tienen el descanso envenenado de sueños? ¿Y sí, como señalan algunos etólogos, las bestias fueran incapaces de distinguir la vigilia de la ensoñación?

Los antiguos señalaban que los atlantes tenían el don de no soñar; el ocio del sueño no les era tan vario, pero sí más quieto. A los demás, y como defensa contra este asalto de imágenes, no nos queda más consuelo que un improbable buen obrar. Calderón hace decir a Segismundo aquello de "aun en sueños no se pierde el hacer bien", Don Julián Besteiro añadiría a este aserto "y en las pesadillas también"

martes, 10 de junio de 2008


SOLÓN de Atenas (Poeta y legislador 640-558 a. C.) DIJO:

Nada en exceso.

No te pongas en juez, serás odiado por los que has hecho condenar.

Huye del placer que da tristeza.

Sé escrupulosamente honesto en tu conducta: vale más que la palabra dada.

Sella tus palabras con el silencio, y el silencio con tu actitud.

No mientas: di la verdad.

No consagres tu vida sino a lo que es honesto.

Que tus palabras no sean más justas de lo que fueron las de tus padres.

No te apresures a tener amigos; pero cuando los tengas no los rechaces después de probados.

Cuando hayas aprendido a obedecer, sabrás mandar.

Si crees que es bueno que los demás te rindan cuentas, acepta que tú también las tengas que rendir.

A tus conciudadanos aconséjales no lo que es agradable, sin lo que es mejor.

No te muestres insolente.

No frecuentes a los malvados.

Consulta a los dioses.

Respeta a tus amigos.

Honra a tus padres.

Que la razón sea siempre la que te guíe.

No cuentes todo lo que han visto tus ojos.

Sea lo que fuere lo que sabes, acepta callar.

Sé dulce con los tuyos.

Conjetura lo invisible por lo que se ve.
Los presocráticos han sido fundamentales en el pensamiento, es una obviedad decirlo, y ahora, cuando es difícil encontrar aforismos que permitan pisar con fuerza y equilibrio en el maremágnum de palabras y opiniones, ¡qué sosiego leer al sabio Solón, o a Heráclito! Palabras desnudas de artificio, pero sumergidas en la esencial verdad de la metáfora de la poesía.
El placer mayor no es de la mayoría, porque leerlos en griego es sublime. Una imagina el acento de las palabras de Solón ante la turba de gentes en Atenas, o el sosiego del cambiante río en las pupilas del Obscuro Heráclito, y decide que las palabras desvelan misterios y magias de toda clase, y perderse en ellas es la mayor aventura. Entre sus desnudeces surgimos renacidos y descubiertos. Como descubrir el hondo sentido de "un atardecer que dignifica".

viernes, 6 de junio de 2008

No enseñar a un hombre que está dispuesto a aprender es desaprovechar al hombre. Enseñar a quien no está dispuesto a aprender es malgastar la palabra.

(Cuadro del pintor Rob Gonzales, a quien descubrí gracias a Henrique Viola)
Muchos días tengo horas de gloria vespertina. Entro por las puertas y sé que estoy en casa. Me reciben sonrisas, me conocen al llegar e intuyen adónde me dirijo. Estoy en Beta Sierpes o en La Casa del Libro. Voy a novedades, o a historia y filosofía. A veces me paso por infantil y juvenil. La más de las veces voy a poesía. En Beta, sobre el escenario, a la derecha, encuentro lo que busco. En la Casa del Libro subo a la cuarta planta y estoy en la presentación de un libro, casi siempre de poesía, aunque me gusta dejarlo al azar, y entrar, por ejemplo, a ver un documental sobre Bouvier, en francés, por supuesto. Cuando bajo por las escaleras me acompañan las palabras o los versos de Homero ("Canta, oh Musa, la cólera del Pélida Aquiles..", o Lao tsé diciendo que "las palabras de la verdad siempre son paradójicas". Y siento que todo es verdad, y que lo único lamentable de la tarde es que mi presupuesto se agota en estas visitas y aumenta el listado de libros a los que mi codicia libresca me impulsa. Pido marcapáginas originales para los alumnos e intento un regateo en el precio del pedido de la Biblioteca que espero que Eugenio agradecerá. Salgo con la ilusión de que la Biblioteca "Nulla dies sine linea" sea también un una casa temporal para los alumnos que aman los libros.

jueves, 5 de junio de 2008

En el país de las pesadillas



Siempre he pensado que la literatura ayudar a vivir, o quizás, a aceptar y comprender con nitidez el absurdo del mundo, ese continuum aparente de circunstancias que convierten el día a día en un piélago de azarosos espectáculos surrealistas a los que asistimos como espectadores y, a veces, como protagonistas involuntarios. Es por eso que los libros suponen una referencia estable, vivificadora, pues nos hablan interiormente y con cordura, las más de las veces, de nuestra propia realidad. Empecemos con los cuentos, con los mitos. ¡Cuántos niveles de lectura permiten, cuántas interpretaciones! Pero yo vengo a referirme a la poderosa poción que secretamente contienen y que desvela su ingente y misterioso poder en el instante en que el lector, muchas veces tras años de calmado reposo en el blando lecho del inconsciente, se ve en circunstancias semejantes a las expuestas en las amarillas páginas de un libro antiguo. Mutatis mutandis, naturalmente.


La ilustración de Alicia en el país de las maravillas es elocuente. La protagonista debatiéndose entre una vorágine de naipes que son el azar alocado de un mundo como una cárcel absurda. Al fin, la literatura en su afán imaginativo y fantasioso es el espejo más real de nuestro mundo.
Quien lleva un libro entre sus manos tiene la llave perfecta para salir del oscuro universo de las apariencias.