martes, 28 de febrero de 2023

Mapas antiguos de Andalucía de la Biblioteca Nacional

 

Creemos que la mejor forma de conmemoración del Día de Andalucía es contribuir al conocimiento de nuestra región publicando materiales inéditos o  divulgando contenidos poco conocidos. Bajo esta premisa, y prosiguiendo en la senda iniciada anteriormente, para la jornada de nuestra región escogemos un año más la publicación y comentario de representaciones cartográficas de la Tierra de María Santísima.

Y es que los mapas no solo indican tesoros, sino que ellos mismos constituyen una verdadera riqueza. En las bibliotecas de cierto empaque y en los despachos de los poderosos no faltaba una mesa concebida para desenrollarlos  y trabajar sobre ellos.  Pero ya pasó el tiempo de que resultaban imprescindibles para planificar una operación bélica.

Actualmente, no se piensa en ellos cuando se trata de joyas o rarezas bibliográficas. De impresión normalmente costosa, de difícil manejo, frágiles o quebradizos, son los grandes olvidados de las bibliotecas. En la época de las cartotecas digitales nos cuesta pensar que las bibliotecas surtidas cuenten o debe contar con una cartoteca para custodiar estos mapas. En esta oscuridad, las  recientes noticias sobre sustracciones o sustituciones de los ejemplares auténticos por falsificaciones señalan tanto el gran valor de estos documentos como la postergación en la que se encuentran,

 En esta entrada ofrecemos una selección de ochos mapas antiguos procedentes de la colección cartográfica de la Biblioteca Nacional, datados entre los siglos XVI y XVIII. En esta etapa nuestra región se encuentra dividido entre los reinos conquistados por San Fernando -Sevilla, Córdoba y el Santo Reino de Jaén- y el reino de Granada, gloriosamente incorporados por los Reyes Católicos. La denominación de “Andalucía” se va imponiendo, pero solo para designar el conjunto de los tres primeros. Habrá que esperar al siglo XIX y al triunfo del uniformismo liberal para que los reinos sean sustituidos por provincias y el dominio de los nazaríes deje de considerarse una tierra aparte.

Curiosamente el término Atlas se vincula a Andalucía y a las tierras circundantes. Fue escogido por Mercator en recuerdo de aquel soberano mítico norteafricano o del remoto occidente llamado Atlas o Atlante y que, despojado de contenidos míticos, fue considerado como astrólogo, matemático y conocedor tanto de las constelaciones como de las partes de la Tierra.

Tanto estos numinosos inicios como la labor trascendental que desempeñó Andalucía en el descubrimiento del mundo, no se reflejaron, por desgracia, en su representación cartográfica, que, como puede comprobarse, resultaba bastante inexacta. Los cartógrafos se copiaban los unos a los otros y la exactitud (relativa) se iba imponiendo muy lentamente. Verdad es que las instituciones indianas y la propia monarquía se mostraban extraordinariamente celosas en divulgar sus pesquisas en las Indias y en los Mares del Sur. Pero lo cierto es que, de forma pública o secreta, manifestaron muy poco interés en trasladar al plano la Piel de Toro.

Con sus avances y sus tropiezos, la representación de nuestra región, como la del resto del territorio metropolitano, quedó en manos de cartógrafos extranjeros. Desconocedores de estos territorios, las transliteraciones defectuosas, las duplicaciones de la misma ciudad, la pura invención y el horror vacui son parte integrante de sus mapas.

Otra dificultad para el lector moderno proviene de la intoxicación grecolatina de aquellos siglos y que se justifica, en parte, porque el latín era la lengua común de los eruditos de aquel entonces. Pero acaba por resultar cargante la doble toponimia en la lengua vernácula (o su aproximación en neerlandés) y en la remota lengua de Cicerón. Como la arqueología también se encontraba en aquellas centurias en  mantillas, muchas de estas identificaciones se han revelado, con posterioridad, erróneas. Si pasamos a la letra grande, nos cansan los rótulos que indican la Beturia o el Mare Ibericum y que creemos que lo único que evidencian es erudición mal digerida. Y no podemos dejar de lado a las  reinvenciones renacentistas o barrocas que, posteriormente, han sido tomadas como realmente históricas. Es el caso de esa Vandalia en la que muchos creen aún.

Recordemos, finalmente, que muchos de estos mapas fueron trazados en época de guerra y, para más inri, por enemigos declarados de nuestra nación que, con diversa fortuna, perpetraron ataques contra nuestros barcos y nuestros puertos, bien de forma oficial o bien por medio de piratas y corsarios.


El primer mapa muestra orgulloso el rótulo ANDALUZIAE, pero sólo representa el antiguo reino de Sevilla (que se corresponde con las actuales provincias de Sevilla y Huelva en lo esencial) o más bien el Conventus romano, esto es las tierras que Híspalis administró desde el reinado de Augusto hasta el de Diocleciano. Por eso lleva por título Hispalensis Conventus Delineatio. Lo trazó Jerónimo Chaves (Hyeronimo Chiaves) en 1579. Formaba parte del Theatrum Orbis Terrarum, Opus nunc tertio ab ipso Auctore recognitum, multisquè locis castigatum, & quamplurimis novis Tabulis atqué Commentariis auctum impreso por Abraham Ortelius/ Abraham Ortell en 1584 en Amberes, en la celebérrima tipografía plantiniana.

Jerónimo de Chaves era un sevillano que logró altos puestos en la Casa de Contratación y del que se puede alardear señalando que no existe disciplina científica en la que no destacara. Participó en la elaboración de varios mapas de nuestra región, con notoria ventajas sobre otros cartógrafos, pues conocía el terreno que llevaba al plano, aportando topónimos como Las Arenas Gordas o Camino de la Plata. Si su representación nos parece algo simple es porque no existen mapas previos a sus trabajos. Sobra decir que su influencia fue inmensa y que fue copiado en innumerables ocasiones.


El segundo mapa representa la costa andaluza desde la desembocadura del Tinto y el Odiel hasta el cabo Roche (si bien, el mapa hace creer que representa hasta Tarifa), por Lucas Janz Waghenaer/ Lucas Iohannes Aurigarius. La cartela del mapa afirma lo siguiente:

Andaluziæ oræ maritimæ vna cum fluvijs et portibus ad viuum delineatio. Lucas Io[hann]es aurigarius Inuentor.

El grabado pertenece a la primera parte del Espejo de los navegantes:  Speculum nauticum super navigatione maris Occidentalis confectum, continens omnes oras maritimas Galliae, Hispaniae et praecipuarum partiu[m] Angliae, in diversis mappis maritimis comprehensu[m] una cum usu et interpretatione earundem, accurata diligentia concinnatu[m], et elaboratu[m] per Lucam Iohannis Aurigarium. Los autores son Lucas Jansz Waghenaer, Franciscus Raphelengius y Cornelis Claesz. Este atlas náutico tuvo un éxito inmediato y conoció varias reediciones. Este mapa procede de un ejemplar impreso en Leyden en 1588.


El tercero abarca la actual Andalucía y tierras circundantes y en su toponimia amalgama el pasado romano con el nomenclátor del Siglo de Oro. Tanto por el territorio seleccionado como por ese monumental rótulo de ANDALUZIA, parece una prefiguración de su futuro autonómico. En la cartela se informa que el título de la lámina es Andaluziae Nova Descript(io) y que tiene como autor a Jodocus Hondius el Viejo / Joost de Hondt. La plancha se grabó en 1606. Procede del Atlas sive Cosmographicae Mediatones de Fab

rica Mundi et fabricati figura impreso en Ámsterdam en la fecha citada.

Hondius adquirió las planchas de Mercator y las reeditó, actualizando algunas. De hecho, en su Atlas prefirió presentarse como editor no como cartógrafo. Esto explica el contraste entre la representación cartográfica de esta lámina, actualizado a los conocimientos del principio del seiscientos y esas cartelas diseñadas a la moda de cincuenta años antes.

El cuarto mapa se ajusta igualmente a nuestro concepto de Andalucía como entidad territorial. Su autores son Joan Blaeu/ Ioannem Blaeu  y su padre Willem Blaeu / Guiljelmum Blaeu. Se fecha en 1635 y apareció en el llamado Atlas Novus, otra publicación que vio la luz en  Amsterdamum (“Amstelodamum” para los eruditos). Debe indicarse que muchas de estas representaciones cartográficas podían editarse como hojas sueltas antes, simultáneamente o después de la edición de estos atlas monumentales.

La cartela, en sí, es ya una obra de arte con la piel del león nemeo tensada entre las columnas hercúleas. El epígrafe reza Andaluzia continens Sevillam et Cordubam. Parece ser que, por premura, no se añadió la denominación del Santo Reino. En la parte superior figuran los blasones de los reinos de Sevilla y el de Córdoba, o más bien, una simplificación del hispalense y un error entre las armas de la ciudad y reino de Córdoba y las de los linajes de los Córdova y de los Fernández de Córdova. Esta mixtificación, por otra parte, se hizo general durante siglos.

La coloración resulta bastante aproximativa. Hay que indicar que este proceso se realizaba con posterioridad a la impresión y de forma artesanal. Normalmente, se reservaba para unos cuantos ejemplares destinados a los compradores más pudientes. Se comprende que este proceso de iluminación se realizaba por varias manos, mejor o peor dotadas. Aunque resulten más vistosos los ejemplares polícromos, los que se dejaron como salieron de las prensas resultan más útiles para el investigador.

El quinto mapa es una actualización de la representación cartográfica anterior. El rey del blasón hispalense aparece invertido (en esta lámina mira hacia oriente), el sector portugués está indicado con una elegante caligrafía (presumiblemente para reflejar su vuelta a la independencia) y los rótulos de las comarcas aparecen en letra minúscula. Además, aparecen muchos más topónimos y se reducen los espacios en blanco. Willem  entregó su alma en 1638, por lo que la autoría (o mejor dicho, el trabajo de renovación) es obra por entero de Joan Blaeu. Se incluyó  en una reedición de Atlas Novus datada entre 1640 y 1650.

El sexto mapa ofrece una visión muy simplificada de nuestra tierra, con un error monumental (por el tamaño del rótulo) que es ALCUNDIA para denotar el Valle de la Alcudia.  Más al norte se observa una representación del Guadiana con su (supuesto) tramo subterráneo y un epígrafe que explica este misterio. Los detalles dignos de mención no acaban aquí. En la cartela se indica un Provin [tia] Andalusiae vel Baetica cum confinijs. Por encima de este epígrafe se muestra una Virgen del Pilar adorada por dos peregrinos. No hay que explicar por menudo que no se trata, precisamente, de una advocación propia de la Tierra de María Santísima.

Este cúmulo de extrañezas y de desaciertos se explica porque hemos dejado el rumboso mundo de los atlas de lujo flamenco por el ascético ámbito de las órdenes religiosas. Así, el mapa representa la provincia Bética de los frailes menores de la vida eremítica, más conocido como “capuchinos”. Esta provincia existió entre 1637 y 1835 y no debe confundirse con el ámbito de los franciscanos del mismo nombre. Lógicamente las ciudades que se muestran, entre ellas Écija, son aquellas que disponen de convento de esa congregación.

Este mapa pertenece al atlas temático Chorographica descriptio provinciarum et conventuum FF. Min. S. Francisci Capucinorum…  también conocido como el «Atlas de los Capuchinos», en concreto a la edición romana de 1649. El autor fue el fraile Silvestro Pepi da Panicale, que murió antes de ver impresa la obra, pues entregó su alma al Señor en 1641 y la primera edición (romana igualmente es de 1643).

El ejemplar adquirido por la Biblioteca Nacional en el 2006 presentaba una acentuada inclinación a la derecha que hemos corregido. En ese año la institución adquirió esta lámina y otras sueltas procedentes de la Chorographica descriptio. Fatalmente, muchos libros antiguos que contienen mapas son mutilados para vender por separados las representaciones cartográficas. Al ser adquiridos por bibliotecas y coleccionistas diversos, la dispersión resulta inevitable.

Señalemos que este mapa nos sirve de tránsito entre la etapa del predominio de cosmógrafos flamencos y neerlandeses a la de los italianos, respecto a las representaciones de Andalucía y otras partes de España. La primera etapa se prolonga desde mediados del siglo XVI a la mitad del siglo XVII. La italiana, mucho más breve, ocupa la segunda mitad del seiscientos. En el siglo de la Ilustración, la primacía, como en casi todos los campos, corresponderá a los franceses.

  Pese a lo anteriormente expuesto, el séptimo mapa tiene como autor a un italiano, en concreto de Venecia, ciudad que compitió con Amberes y con Ámsterdam en el arte de confeccionar mapas. Urbes todas ellas, rodeadas de escollos, tierras bajas y mareas inciertas, como nos hizo notar Italo Calvino.

El autor de este mapa es Antonio Zatta y la fecha de conclusión es 1776. Parece ser que esta lámina formaba parte de su Atlante Novissimo, obra iniciada en 1775 y concluida en 1785 y que abarcaba cuatro tomos. Las fechas deben asumirse con cierta precaución, pues las reediciones, adiciones y actualizaciones fueron muchas y muy seguidas.

Zatta traza la geografía de Andalucía y Granada con una claridad no exenta de elegancia y es que el neoclasicismo se deja notar en todas las artes. Según su costumbre, incluye una escena en una esquina enmarcando la cartela. En el caso que nos ocupa, se trata de un motivo bucólico con un pastor y dos bueyes. El título del mapa es Andalusia e Granada di Novissima Projezione. Este autor no señala si representa reinos, provincias o que tipo de demarcaciones. En cualquier caso, evidencia que, aunque los tres reinos fernandinos conserven en esa época su ámbito jurisdiccional constituyen unas entelequias que no merecen ni ser reseñadas.

El último mapa tiene como autor al español Tomás López de Vargas Machuca, cartógrafo español formado en Francia y que representó el territorio nacional en innumerables ocasiones, ya sea del conjunto, por regiones o por cada una de las variadas demarcaciones  jurisdiccionales del Antiguo Régimen. Si sumamos sus levantamientos de los dominios de ultramar nos encontraremos con una obra vastísima. Parece una paradoja el que nos cueste clasificar el legado de alguien que, precisamente, se preocupó por delimitar y representar con exactitud.

 Esta representación de Andalucía ha sido datada en 1757, pero se trata de una obra de principios del siglo XIX, sin que se pueda precisar el año. López falleció en 1802, por lo que puede tratarse de una impresión póstuma. Otro misterio es que fue impreso en Lisboa.

 Su simplicidad se explica porque se trata de una edición de bolsillo con finalidad didáctica (la segunda que realizó este cartógrafo según nuestros conocimientos). El título de la obra es  Adlas portatil y geographico de la Península de las Españas é islas adjacentes. Dispuesto por Don Tomas Lopez.


martes, 14 de febrero de 2023

Taller de Lettering

 


Hoy, martes 14 de febrero, ha tenido su primera sesión el taller de lettering organizado por la Biblioteca del Instituto y que se realiza en su sala de lectura.

El lettering es el arte de trazar letras con estilo, de tal forma que resulten representativas y hermosas. Una traducción aproximada sería «rotulación». Esta habilidad se encuentra más cercana al dibujo que a la escritura.  Actualiza saberes hoy prácticamente olvidados como la miniatura, la caligrafía y el oficio de los antiguos pendolistas. Evoca, igualmente, aquellos dechados o muestras de costura o bordados con el alfabeto que se exigían en las escuelas de niñas de otros tiempos.

El lettering se vincula a la tipografía y al diseño, pero en esta actividad se enfatiza la labor manual y la creatividad. Los repertorios de fuentes de textos, las variedades de fondos, contornos o sombras sirven de inspiración, pero es la habilidad del rotulista el que lleva la obra a buen fin.

El lettering se emplea para título, portadas, citas y rótulos de todo tipo. Aunque, como se ha señalado, forma parte de las artes gráficas, no está reñido con el mundo del libro, ni mucho menos. De hecho, es un buen complemento para la escritura creativa y una habilidad necesaria para todo el que se inicie en la realización de cómics.

El taller de lettering se desarrolla todos los martes en horario de recreo en la Biblioteca. Se encuentra abierto a alumnos de todos los niveles y a profesores. Aunque hoy ya ha reunido a un nutrido grupo, de momento se admite a nuevos integrantes. La biblioteca aporta todos los materiales (folios, cartulinas, lápices, rotuladores…) y las plantillas que sirven de pauta en cada sesión.

En su primer recreo, hemos contado con nuestra alumna Celia Ruiz como monitora. Con una profesionalidad envidiable ha impartido una clase práctica ciertamente magistral.




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El reportaje fotográfico de la primera sesión del Taller de Lettering en el Facebook del Instituto:

https://www.facebook.com/iesluisvelezdeguevara/posts/pfbid02EaqFW5LdCuJexfVKKVbK6yo6ZFowLJK56t2oKEdm5WSxnDS2YsySRx6ttfrFGBdHl?notif_id=1676398619241736&notif_t=feedback_reaction_generic&ref=notif

sábado, 11 de febrero de 2023

El Día de la Mujer en la Ciencia: El Efecto Scully y el Efecto Anderson

                                  

Si en las reflexiones de esta jornada ocupan una parte preponderante la visibilidad del trabajo de las científicas, por una parte, y la importancia que tienen las investigadoras como ejemplo y modelo para que las estudiantes se decidan por las consideradas “carreras de ciencias”, por otro, habrá que convenir que el llamado “Efecto Scully” es una demostración contundente de estos dos discursos, y una poderosa llamada de atención sobre los valores sobre los que asientan la jornada del once de febrero.  Eso sí, habrá que aclarar que este efecto se logró mediante formas muy poco “científicas”, de hecho, nada ortodoxas. Dana Katherine Scully no una olvidada pionera de la investigación, sino un personaje de ficción, y de una ficción muy imaginativa, pues protagonizó la más bizarra de las producciones televisivas: Expediente-X y, además, dos películas basadas en estas tramas.

Si empezamos la historia por el principio, habría que remontarse a la idea medular del creador de la serie, Chris Carter. Él quería mostrar a dos agentes del FBI investigando sucesos extraterrestres y paranormales. Fox Mulder, el varón, aparece como fervoroso creyente en el fenómeno OVNI y en todas las tesis propias del ocultismo y las teorías de la conspiración. Su partenaire, Dana Scully, por contra, se muestra en pantalla como una científica experta, con un currículum impresionante que incluye una licenciatura en ciencias físicas y un  doctorado en medicina.

Esta formación explica su talante escéptico ante las embrolladas teorías de su compañero. Carter pensó que el papel de Scully como la racional de la pareja, mientras que Mulder se dejaba llevar por los vericuetos del pensamiento mágico. Esta inclinación de Mulder hacia las corazonadas y la intuición invertían los tradicionales roles de género en la televisión.  En lo que, si continuó Carter con lo habitual y lo  establecido fue en establecer una «tensión sexual no resuelta» entre Mulder y Scully, relación que además se convirtió en tema central desde el principio. Podemos exculparlo aduciendo que la serie Luz de Luna había establecido como canónica esta forma de vínculo entre los protagonistas de  series televisivas y que los productores no hubieran admitido otras soluciones.

  Pero volvamos, a la génesis de Scully. La agente especial del FBI no podía ser la típica compañera atractiva y descerebrada del héroe. En palabras de Chris Carter «El punto de vista de Scully es el punto de vista de la serie y por eso tenía que ser construido con una sólida base científica, para que Mulder pudiera despegar desde ahí. Si la ciencia es realmente buena, Scully tiene un punto de vista válido. Mulder tiene que convencerla de que sus argumentos ya no sirven y ella tiene que aceptar lo inaceptable. Ahí está el conflicto.»

Efectivamente, en el episodio piloto, Scully es asignada a los expedientes X como compañera de Mulder, para aportar un punto de vista científico en las investigaciones de Mulder en el campo de lo paranormal; en realidad es asignada a ese cargo para desprestigiar el trabajo de Mulder. Como ya es sabido por todos, Scully descubrirá hechos que la ciencia no puede explicar (o la ciencia que ella maneja y en la que fue educada) y acabará transformándose en la mayor aliada de Mulder “El Siniestro”.

Un personaje tan innovador como el de Dana Scully no surgió de la nada. Está claramente inspirado en la Clarice Starling de El silencio de los corderos. Concretamente, no en la novela de Thomas Harris (1988), sino en la portentosa interpretación que realiza Jodie Foster en la adaptación fílmica de Jonathan Demme (1991). Para deleite de los seguidores de la serie, Mulder hará una referencia a ello en un episodio en el que él imitará a Hannibal Lecter y  llamará Clarice a su compañera.

Pese a lo revolucionario del diseño del personaje, la elección de la actriz que interpretara a Dana Scully siguió todos los tópicos sexistas, de tal forma que  la designación de Gillian Anderson, supuso un pulso a todos los estereotipos de géneros. Estamos hablando de 1993, la época en la que aún existían Mitch Buchannon (un velludo David Hasselhoff metido a socorrista) y, cómo no, C. J. Parker (su neumática compañera de socorrismos californianos, interpretada por Pamela Anderson). Se cuenta que era una C. J. Parker lo que buscaban para Fox Mulder y no una Dana Scully, es decir, que no concebían la idea de que la serie pudiese funcionar de no existir un atractivo decorativo como el que suponía Pamela Anderson. Así que cuando Gillian Anderson entró por la puerta, el productor sacudió la cabeza y dijo: "Ni pensarlo".

Pero acabó convirtiéndose en Dana Scully. Algunos señalan que la química entre Duchovny y Anderson fue instantánea. En cualquier caso, el factor decisivo fue la aprobación entusiasta de Chris Carter, que se impuso a los ejecutivos de la FOX que deseaban a una actriz con más experiencia y, sobre todo, más alta, de piernas largas, rubia y busto grande. No debe escandalizarnos que tras la primera audición le pidieran que volviese vestida con “algo más adecuado”.

Pese a todo, Carter logró  imponerse. “Ella es la persona que quiero y nadie más” fue su dictamen definitivo. El desdén con el que  la FOX recibió a Anderson por su supuesta falta de atractivo evidencia a las claras la ocasional distancia entre los gustos de los ejecutivos del entretenimiento y los del público. Durante la emisión de la serie, la revista FHM la nombró dos veces la “mujer más sexy del mundo” y People la incluyó en su lista de cincuenta personas más bellas. Nunca los pacatos trajes del FBI y las aburridas gabardinas beige habían resultado tan seductores. Anderson consiguió convertirse en un icono sexual sin enseñar ni un centímetro de piel.

Y es que, por vez primera en el mundo televisivo, una mujer no  era una madre con problemas ni una soltera con problemas, problemas, todos, siempre, relacionados con hombres. Dana Scully era, por fin, un personaje de acción, y no de reacción. Una anomalía entonces, no, afortunadamente, ahora. La agente especial del FBI  tenía una vida propia que nada tenía que ver con conquistar a ningún tipo, y su trabajo consistía en destripar muertos y mostrarse todo lo firme que la ciencia se lo permitía ante la infantil ilusión por lo paranormal de su compañero.

Añadamos que Gillian Anderson demostró también su valía como actriz. Su actuación en la serie fue reconocida con un Emmy (1997), un Globo de Oro (1996) y el premio de Sindicato de Actores en dos ocasiones. (1996 y 1997). Aparte queda el conseguir una fama de dimensiones planetarias.

En este contexto de celebridad e influencia, algunos medios comenzaron a  tratar el llamado “Efecto Scully”.  Según estas fuentes, en la década de los noventa muchas mujeres se interesaron por las carreras científicas o tecnológicas influenciadas por el personaje. En principio, no había datos que lo avalaran, por lo que ni la propia  Dana Scully lo daría por bueno sin exigir pruebas de su existencia.

Hubo que esperar a 2018 para que el efecto Scully pasara de leyenda urbana a evidencia científica. En ese año, la 21st Century Fox, el Instituto Geena Davis Ion Gender in Media y el Centro J. Walter Thompson Intelligence, publicaron un estudio que demostró de forma realista  la influencia de este personaje. Para esta investigación se encuestaron 2.021 mujeres norteamericanas de 25 años en adelante, que estudiaban o trabajaban en áreas relacionadas con la ciencia, el ámbito que los anglosajones denominan con el acrónimo ‘STEM’ (Ciencias, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas.

Los resultados son impactantes. Para empezar, el 63% de las mujeres que hoy se dedican a la ciencia y que tenían alrededor de 12 años cuando se estrenó Expediente X, aseguran que lo más probable es que no estuviesen donde están si no hubiera existido Dana Scully. Se comprobó, además, el siguiente corolario:

1/ Aquellas mujeres que habían seguido la serie Expediente X  durante los 90 (época en que la serie empezó a emitirse), confirman haber crecido con una perspectiva mucho más positiva sobre las llamadas ‘Ciencias Puras’.

2/ Entre las mujeres encuestadas, las que se definían como seguidoras fieles de la serie, mostraban una mayor sensibilización hacia la igualdad en la orientación vocacional y consideraban fundamental el incentivo a niñas y adolescentes para estudiar carreras relacionadas con la ciencia y la tecnología.

3/ Alrededor del 50% de las mujeres espectadoras de Expediente X confirmaron que Scully fue una de las razones por las cuales su interés en las ciencias incrementó.

4/ Además, debido a la actuación y valores que demuestra el personaje de Scully, muchas de las encuestadas contaron que las ayudó a incrementar su confianza y apostar a carreras que parecían tradicionalmente masculinas.

5/ El 91% de las mujeres que participaron del estudio contemplan a Dana Scully como un modelo a seguir por niñas y adolescentes.

Lo cierto es que Dana Scully (o mejor dicho los guionistas de la serie) cometieron una serie de errores en las actuaciones de la agente especial en los laboratorios o en sus recurrentes autopsias. Pero bueno, estos fallos no invalidan su valor como referente científico.

Mucho menos conocido, sin embargo, es el que podría llamarse “Efecto Anderson”. De hecho, la denominación es de nuestra autoría. Pero lo cierto es que si el personaje marcó una pauta de cambio para las mujeres, la actriz, Gillian Anderson, ayudó a cambiar la precaria situación de las actrices en el mundo de la producción de series televisivas.

Durante las primeras temporadas de la serie tuvo que enfrentarse a agravios difíciles de digerir. A pesar de que su tiempo en pantalla era idéntico al de David Duchovny, al igual que su peso en las tramas, cobraba menos que él. Pasaron tres años antes de que sus salarios se igualaran. Los responsables de la serie no aprendieron la lección: cuando la serie se reactivó en 2016 (y Anderson no era una desconocida sino una actriz prestigiosa a la que no le faltaban ofertas), le ofrecieron la mitad del sueldo que a su compañero.

Al menos en aquel 2016, se había subsanado otro de los errores de la serie original: la total ausencia de mujeres en la sala de guion y tras la cámara, algo que la actriz había denunciado en varias ocasiones. En 2017, respondió a un artículo de The Washington Post en el que el diario denunciaba que en la serie de Carter no había ningún hombre en la sala de guion. “Y de 207 episodios tan sólo dos estaban dirigidos por mujeres” escribió en su cuenta de Twitter. “Yo también espero con ansias el día en que los números sean diferentes”.

Tras esa ausencia de punto de vista y de poder femenino se encuentra la explicación de otro desprecio sufrido por la actriz. Para fortalecer el protagonismo de Duchovny, la obligaban a caminar unos pasos por detrás de él. “Quizá consideraban que ya era demasiado revolucionario ver que una mujer tenía conversaciones intelectuales con un hombre delante de las cámaras, y pensaban que la audiencia no podría lidiar con el hecho de que además caminaran uno al lado del otro”, reveló irónica a The Daily Beast.

No tardó en imponerse, consciente de que ella era un pilar indispensable del éxito de la serie. “No recuerdo cómo dejó de producirse esa situación, pero me imagino que tendría más que ver con mis agallas que con una concesión de la cadena.” No se calló. No lo ha hecho nunca.  La actriz continua en activo. Ha realizado otros papeles que resultan igual de memorables. Y continúa siendo original, imprevisible e inclasificable.

En suma, Dana Scully es un personaje de ficción, pero ha mejorado nuestras perspectivas de futuro. Gillian Anderson es una mujer real que ha logrado, para todos, un mundo más igualitario, y, por tanto, más justo. La primera debería ser recordada cada once de febrero. La segunda debería ser tenida en cuenta cada  ocho de marzo.