sábado, 11 de febrero de 2023

El Día de la Mujer en la Ciencia: El Efecto Scully y el Efecto Anderson

                                  

Si en las reflexiones de esta jornada ocupan una parte preponderante la visibilidad del trabajo de las científicas, por una parte, y la importancia que tienen las investigadoras como ejemplo y modelo para que las estudiantes se decidan por las consideradas “carreras de ciencias”, por otro, habrá que convenir que el llamado “Efecto Scully” es una demostración contundente de estos dos discursos, y una poderosa llamada de atención sobre los valores sobre los que asientan la jornada del once de febrero.  Eso sí, habrá que aclarar que este efecto se logró mediante formas muy poco “científicas”, de hecho, nada ortodoxas. Dana Katherine Scully no una olvidada pionera de la investigación, sino un personaje de ficción, y de una ficción muy imaginativa, pues protagonizó la más bizarra de las producciones televisivas: Expediente-X y, además, dos películas basadas en estas tramas.

Si empezamos la historia por el principio, habría que remontarse a la idea medular del creador de la serie, Chris Carter. Él quería mostrar a dos agentes del FBI investigando sucesos extraterrestres y paranormales. Fox Mulder, el varón, aparece como fervoroso creyente en el fenómeno OVNI y en todas las tesis propias del ocultismo y las teorías de la conspiración. Su partenaire, Dana Scully, por contra, se muestra en pantalla como una científica experta, con un currículum impresionante que incluye una licenciatura en ciencias físicas y un  doctorado en medicina.

Esta formación explica su talante escéptico ante las embrolladas teorías de su compañero. Carter pensó que el papel de Scully como la racional de la pareja, mientras que Mulder se dejaba llevar por los vericuetos del pensamiento mágico. Esta inclinación de Mulder hacia las corazonadas y la intuición invertían los tradicionales roles de género en la televisión.  En lo que, si continuó Carter con lo habitual y lo  establecido fue en establecer una «tensión sexual no resuelta» entre Mulder y Scully, relación que además se convirtió en tema central desde el principio. Podemos exculparlo aduciendo que la serie Luz de Luna había establecido como canónica esta forma de vínculo entre los protagonistas de  series televisivas y que los productores no hubieran admitido otras soluciones.

  Pero volvamos, a la génesis de Scully. La agente especial del FBI no podía ser la típica compañera atractiva y descerebrada del héroe. En palabras de Chris Carter «El punto de vista de Scully es el punto de vista de la serie y por eso tenía que ser construido con una sólida base científica, para que Mulder pudiera despegar desde ahí. Si la ciencia es realmente buena, Scully tiene un punto de vista válido. Mulder tiene que convencerla de que sus argumentos ya no sirven y ella tiene que aceptar lo inaceptable. Ahí está el conflicto.»

Efectivamente, en el episodio piloto, Scully es asignada a los expedientes X como compañera de Mulder, para aportar un punto de vista científico en las investigaciones de Mulder en el campo de lo paranormal; en realidad es asignada a ese cargo para desprestigiar el trabajo de Mulder. Como ya es sabido por todos, Scully descubrirá hechos que la ciencia no puede explicar (o la ciencia que ella maneja y en la que fue educada) y acabará transformándose en la mayor aliada de Mulder “El Siniestro”.

Un personaje tan innovador como el de Dana Scully no surgió de la nada. Está claramente inspirado en la Clarice Starling de El silencio de los corderos. Concretamente, no en la novela de Thomas Harris (1988), sino en la portentosa interpretación que realiza Jodie Foster en la adaptación fílmica de Jonathan Demme (1991). Para deleite de los seguidores de la serie, Mulder hará una referencia a ello en un episodio en el que él imitará a Hannibal Lecter y  llamará Clarice a su compañera.

Pese a lo revolucionario del diseño del personaje, la elección de la actriz que interpretara a Dana Scully siguió todos los tópicos sexistas, de tal forma que  la designación de Gillian Anderson, supuso un pulso a todos los estereotipos de géneros. Estamos hablando de 1993, la época en la que aún existían Mitch Buchannon (un velludo David Hasselhoff metido a socorrista) y, cómo no, C. J. Parker (su neumática compañera de socorrismos californianos, interpretada por Pamela Anderson). Se cuenta que era una C. J. Parker lo que buscaban para Fox Mulder y no una Dana Scully, es decir, que no concebían la idea de que la serie pudiese funcionar de no existir un atractivo decorativo como el que suponía Pamela Anderson. Así que cuando Gillian Anderson entró por la puerta, el productor sacudió la cabeza y dijo: "Ni pensarlo".

Pero acabó convirtiéndose en Dana Scully. Algunos señalan que la química entre Duchovny y Anderson fue instantánea. En cualquier caso, el factor decisivo fue la aprobación entusiasta de Chris Carter, que se impuso a los ejecutivos de la FOX que deseaban a una actriz con más experiencia y, sobre todo, más alta, de piernas largas, rubia y busto grande. No debe escandalizarnos que tras la primera audición le pidieran que volviese vestida con “algo más adecuado”.

Pese a todo, Carter logró  imponerse. “Ella es la persona que quiero y nadie más” fue su dictamen definitivo. El desdén con el que  la FOX recibió a Anderson por su supuesta falta de atractivo evidencia a las claras la ocasional distancia entre los gustos de los ejecutivos del entretenimiento y los del público. Durante la emisión de la serie, la revista FHM la nombró dos veces la “mujer más sexy del mundo” y People la incluyó en su lista de cincuenta personas más bellas. Nunca los pacatos trajes del FBI y las aburridas gabardinas beige habían resultado tan seductores. Anderson consiguió convertirse en un icono sexual sin enseñar ni un centímetro de piel.

Y es que, por vez primera en el mundo televisivo, una mujer no  era una madre con problemas ni una soltera con problemas, problemas, todos, siempre, relacionados con hombres. Dana Scully era, por fin, un personaje de acción, y no de reacción. Una anomalía entonces, no, afortunadamente, ahora. La agente especial del FBI  tenía una vida propia que nada tenía que ver con conquistar a ningún tipo, y su trabajo consistía en destripar muertos y mostrarse todo lo firme que la ciencia se lo permitía ante la infantil ilusión por lo paranormal de su compañero.

Añadamos que Gillian Anderson demostró también su valía como actriz. Su actuación en la serie fue reconocida con un Emmy (1997), un Globo de Oro (1996) y el premio de Sindicato de Actores en dos ocasiones. (1996 y 1997). Aparte queda el conseguir una fama de dimensiones planetarias.

En este contexto de celebridad e influencia, algunos medios comenzaron a  tratar el llamado “Efecto Scully”.  Según estas fuentes, en la década de los noventa muchas mujeres se interesaron por las carreras científicas o tecnológicas influenciadas por el personaje. En principio, no había datos que lo avalaran, por lo que ni la propia  Dana Scully lo daría por bueno sin exigir pruebas de su existencia.

Hubo que esperar a 2018 para que el efecto Scully pasara de leyenda urbana a evidencia científica. En ese año, la 21st Century Fox, el Instituto Geena Davis Ion Gender in Media y el Centro J. Walter Thompson Intelligence, publicaron un estudio que demostró de forma realista  la influencia de este personaje. Para esta investigación se encuestaron 2.021 mujeres norteamericanas de 25 años en adelante, que estudiaban o trabajaban en áreas relacionadas con la ciencia, el ámbito que los anglosajones denominan con el acrónimo ‘STEM’ (Ciencias, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas.

Los resultados son impactantes. Para empezar, el 63% de las mujeres que hoy se dedican a la ciencia y que tenían alrededor de 12 años cuando se estrenó Expediente X, aseguran que lo más probable es que no estuviesen donde están si no hubiera existido Dana Scully. Se comprobó, además, el siguiente corolario:

1/ Aquellas mujeres que habían seguido la serie Expediente X  durante los 90 (época en que la serie empezó a emitirse), confirman haber crecido con una perspectiva mucho más positiva sobre las llamadas ‘Ciencias Puras’.

2/ Entre las mujeres encuestadas, las que se definían como seguidoras fieles de la serie, mostraban una mayor sensibilización hacia la igualdad en la orientación vocacional y consideraban fundamental el incentivo a niñas y adolescentes para estudiar carreras relacionadas con la ciencia y la tecnología.

3/ Alrededor del 50% de las mujeres espectadoras de Expediente X confirmaron que Scully fue una de las razones por las cuales su interés en las ciencias incrementó.

4/ Además, debido a la actuación y valores que demuestra el personaje de Scully, muchas de las encuestadas contaron que las ayudó a incrementar su confianza y apostar a carreras que parecían tradicionalmente masculinas.

5/ El 91% de las mujeres que participaron del estudio contemplan a Dana Scully como un modelo a seguir por niñas y adolescentes.

Lo cierto es que Dana Scully (o mejor dicho los guionistas de la serie) cometieron una serie de errores en las actuaciones de la agente especial en los laboratorios o en sus recurrentes autopsias. Pero bueno, estos fallos no invalidan su valor como referente científico.

Mucho menos conocido, sin embargo, es el que podría llamarse “Efecto Anderson”. De hecho, la denominación es de nuestra autoría. Pero lo cierto es que si el personaje marcó una pauta de cambio para las mujeres, la actriz, Gillian Anderson, ayudó a cambiar la precaria situación de las actrices en el mundo de la producción de series televisivas.

Durante las primeras temporadas de la serie tuvo que enfrentarse a agravios difíciles de digerir. A pesar de que su tiempo en pantalla era idéntico al de David Duchovny, al igual que su peso en las tramas, cobraba menos que él. Pasaron tres años antes de que sus salarios se igualaran. Los responsables de la serie no aprendieron la lección: cuando la serie se reactivó en 2016 (y Anderson no era una desconocida sino una actriz prestigiosa a la que no le faltaban ofertas), le ofrecieron la mitad del sueldo que a su compañero.

Al menos en aquel 2016, se había subsanado otro de los errores de la serie original: la total ausencia de mujeres en la sala de guion y tras la cámara, algo que la actriz había denunciado en varias ocasiones. En 2017, respondió a un artículo de The Washington Post en el que el diario denunciaba que en la serie de Carter no había ningún hombre en la sala de guion. “Y de 207 episodios tan sólo dos estaban dirigidos por mujeres” escribió en su cuenta de Twitter. “Yo también espero con ansias el día en que los números sean diferentes”.

Tras esa ausencia de punto de vista y de poder femenino se encuentra la explicación de otro desprecio sufrido por la actriz. Para fortalecer el protagonismo de Duchovny, la obligaban a caminar unos pasos por detrás de él. “Quizá consideraban que ya era demasiado revolucionario ver que una mujer tenía conversaciones intelectuales con un hombre delante de las cámaras, y pensaban que la audiencia no podría lidiar con el hecho de que además caminaran uno al lado del otro”, reveló irónica a The Daily Beast.

No tardó en imponerse, consciente de que ella era un pilar indispensable del éxito de la serie. “No recuerdo cómo dejó de producirse esa situación, pero me imagino que tendría más que ver con mis agallas que con una concesión de la cadena.” No se calló. No lo ha hecho nunca.  La actriz continua en activo. Ha realizado otros papeles que resultan igual de memorables. Y continúa siendo original, imprevisible e inclasificable.

En suma, Dana Scully es un personaje de ficción, pero ha mejorado nuestras perspectivas de futuro. Gillian Anderson es una mujer real que ha logrado, para todos, un mundo más igualitario, y, por tanto, más justo. La primera debería ser recordada cada once de febrero. La segunda debería ser tenida en cuenta cada  ocho de marzo.

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