Como conmemoración del Día de Andalucía, y
como forma de contribuir a su conocimiento, ofrecemos una serie de escaneos
sobre la cartografía de nuestra tierra extraídos del Atlas Geográfico de
España Físico, Político y Estadístico publicado por Seix Barral Hermanos en
Barcelona en 1950.
Este Atlas
es una de las joyas de nuestra biblioteca. Entró en el mismo año de la
fundación de nuestro instituto, siendo registrado con el número 409. Respecto a
la edición señalemos que la original vio la luz en 1949. La que manejamos es
una reimpresión o una segunda edición, aunque este detalle no se precisa.
El Atlas no divide la representación
del territorio hispano en las regiones tradicionales, sino que la despieza en
una serie de regiones vagamente naturales. Recordemos que nos situamos en el
primer franquismo y que todo ámbito superior al provincial puede ser malinterpretado.
Por tanto, Andalucía queda repartida entre el mapa de la Región Sur y el de la
Región Sudeste. No obstante, en el rótulo se realiza expresamente la equivalencia
entre la Región Sur y Andalucía. De todas formas, parte de Almería queda fuera
del mapa.
De acuerdo con las convicciones de la época
se nos ofrece una cartografía ambigua y demediada de nuestra región (y de las del
resto del conjunto español). No obstante, más adelante ofrece fragmentos de
nuestro territorio que nos parecen tan evocadores como útiles y que
reproducimos a continuación.
En la sección de ‘Mapas Parciales’
encontramos un mapa del Delta del Guadalquivir, sector que hoy rotularíamos
como Las Marismas del Guadalquivir. La cambiante geografía de lucios y
caños aparece como un territorio virgen, sin núcleos de población ni
infraestructuras viarias de ningún tipo. En el territorio del futuro Parque
Nacional de Doñana el curioso lector podrá encontrar el trifinio donde
coinciden las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla.
En la misma sección encontramos un Detalle
de El Estrecho de Gibraltar. La atención del cartógrafo parece dividirse en
Gibraltar y la inmediata Bahía de Algeciras, por una parte, y en Ceuta, por la
otra. El resto del mapa se muestra como esbozado. Desde luego bastante ayuno de
topónimos. El historiador señalaría que aún pesan los recuerdos de la Segunda
Guerra Mundial, pero que ya se van haciéndose notar las estrategias de la
Guerra Fría. En cualquier caso, no se olviden de ese vasto mar interior que era
la Laguna de La Janda.
Se echa en falta en esta parte una representación
de la Bahía de Cádiz, pero comprendemos que una apretada síntesis de la piel de
toro, Andalucía – Región Sur con dos cartas geográficas se encontraba más que
bien representada.
La siguiente sección se titula ‘Planos de las
Principales Capitales’. Pero realmente no son planos, sino mapas de las
ciudades y su entorno inmediato, en la tradición francesa de ‘et de ses
environs’. La presencia andaluza en esta parte se reduce a un mapa de Sevilla
y sus alrededores. La urbe aparece como creciendo por sus vías principales,
aunque su extensión y la de arrabal de Triana resulta muy reducida. Aquí y allá
aparecen algunos signos de modernidad como los dos aeródromos o el canal de
Alfonso XIII, pero en general predomina la sensación de antigüedad: el Guadaira
todavía discurre a su aire y los Caños de Carmona, considerados acueducto
romano, permanecen todavía en pie.
Como no podía ser por menos, el Atlas
concluye con el repertorio de posesiones coloniales reunidas bajo el marbete de
‘Posesiones Españolas’. Reproducimos la representación del Protectorado Español
de Marruecos, saepe noster. Recordemos que por aquel entonces Ceuta y
Melilla dependían de Cádiz y Málaga, respectivamente; que parte de nuestra
región figura en el mapa; que este territorio solía incluirse en las
representaciones cartográficas de la Tierra de María Santísima y que los
contactos entre ambas riberas del Mar de Alborán se realizaban de forma frecuente
y con toda naturalidad. Tánger ha vuelto a la tutela internacional y la calma
chicha de los dominios de ultramar parece haberse instaurado de nuevo. Sabemos
que la agitación independentista de Marruecos se encontraba en 1950 bastante
crecida, pero obviamente ese extremo no iba a reflejarse en un Atlas como el
que manejamos.