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domingo, 26 de marzo de 2023

Introducción a la obra de Luis Vélez de Guevara por Francisco Induraín

                   

Aprovechamos la celebración del Día Mundial del Teatro para recordar la figura de Luis Vélez de Guevara, numen de nuestro instituto, gloria de Écija y figura principalísima de la literatura dramática hispana. Y, a no dudar, la más olvidada, pues no figura ni en el emblema de nuestro instituto ni cuenta con monumento alguno en su patria chica (que sin embargo se lo levantó a Cervantes, escritor que no dejó precisamente buen recuerdo en la urbe del Genil).

Podríamos indicar que, al menos, su producción literaria demuestra su valía en los escenarios. En 2020 se realizó una cuidada producción hispano-portuguesa de Reinar después de Morir, y en el presente año 2023 una adaptación teatral de El Diablo Cojuelo titulada Diablos, Brujas y granujas se representa en el presente año 2023 en los escenarios españoles de la mano de la compañía La Luciérnaga.

Con todo, habrá que señalar que esta representación amalgama el libro del ecijano con textos de Cervantes y Quevedo. Por lo demás, si  Vélez de Guevara escribió 400 obras teatrales y una sola novela, todo apunta a que la trama de la misma resulta irrepresentable sobre el escenario. Mi testimonio es digno de tenerse en cuenta pues interpreté al propio Cojuelo en la adaptación dramática de Francisco Martínez Calle.

Nuestra vindicación de Luis Vélez de Guevara, lamentablemente, no sacará a Luis Vélez de Guevara del olvido, pero al menos contribuirá a que no se hunda más en él. Consiste en reproducir la introducción que Francisco Induraín (o Ynduraín) redactó en fecha que no consta (pero se puede establecer entre 1930 y 1958) para la edición que supervisó de Reinar después de Morir y que forma parte la colección “Biblioteca Clásica Ebro”. Parece ser  que la primera edición se data en 1958. El ejemplar de la biblioteca del Vélez es una reedición realizada en 1969.

Naturalmente, las investigaciones sobre nuestro autor se encuentran en un estado mucho más avanzado, pero nos ha parecido un texto útil para conocer las vicisitudes de la fortuna crítica de este escritor y como quien fue una celebridad en el Siglo de Oro pasó a ser un perfecto desconocido para los críticos del siglo XIX. Pero entre tantos reveses, destaca una verdad luminosa: cuando se representan obras de Vélez de Guevara, consiguen conmover al espectador.

Un último apunte antes de pasar la palabra a Don Francisco Induraín (o Ynduraín). La fotografía es de la representación del espectáculo compuesto por Reinar después de morir, de Luis Vélez de Guevara y El retablo de las maravillas, de Miguel de Cervantes. La adaptación corrió a cargo de Tomás Borrás y F. P. de Bruguera, la producción a la Compañía del Teatro Español y la dirección correspondió a Salvador Salazar. El papel de Inés de Castro fue interpretado por Alicia Altabella. La obra se estrenó el 6 de octubre de 1964 (martes) en el Teatro Español de Madrid.

«Puede afirmarse que faltan todavía un examen y valoración crítica aceptables de la obra dramática de Luis Vélez de Guevara. Su fama de escritor venía descansando principal, sino exclusivamente, en su novela satírica El Diablo Cojuelo. Si nos atenemos a la opinión de los escritores contemporáneos del ecijano, se observa que aprecian sus cualidades de hombre agudo, decidor y poeta de chispeante vena cómica. Y, sin embargo, no son éstas las notas que más brillan en su teatro, según hemos de ver. Por otra parte, en casi todos estos juicios se advierte, como era de esperar, el carácter de elogios formularios o de censuras en que resuena una animosidad personal: en suma, nada o muy poco que suponga un asomo de verdadera crítica. Tal vez sea Cervantes quien definió con más acierto las excelencias de las comedias de VÉLEZ en las que encuentra estimables «el rumbo, el tropel, el boato, la grandeza»[1].

Lope de Vega en la Filomena dedica los calificativos de «florido y elocuente», que no dicen nada de nuestro autor como dramaturgo, a pesar de que por los años en que escribe Lope el citado elogio (1621), ya VÉLEZ no era un principiante como cuando lo alaba Cervantes (1615) y había escrito alguna de sus mejores  comedias, como La Serrana de la Vera[2]. Años más tarde (1632) Pérez de Montalbán, en el Para Todos, recuerda a VÉLEZ por «sus arrobamientos poéticos» y añade que tiene «pensamientos sutiles y bizarros versos». Y algunos años después de muerto VÉLEZ, el entremesista Quirós nos lo presenta en una imaginaria academia poética y dice: «Dióle Su Majestad el título de Marqués de Salinas, pues no se conocen más salinas que las suyas en el Parnaso»[3], Una vez más se le alaba por lo chistoso, con inmerecido olvido de sus obras de teatro. Claro es que tampoco era empresa fácil el señalarle junto a los dos colosos de nuestra literatura dramática, Lope y Calderón, que conviven y se suceden en la monarquía cómica por los años de VÉLEZ, años que son también los de Tirso de Molina, Ruiz de Alarcón y tantos otros excelentes comediógrafos.[4] La crítica moderna ha ido poco a poco reparando este oscurecimiento de las comedias de VÉLEZ y postula para éste un lugar al lado de la exalogía consagrada de grandes dramáticos del Siglo de Oro (Lope, Tirso, Alarcón, Calderón, Rojas, Moreto). Pero veamos cómo ha ido evolucionando la valoración de teatro de nuestro escritor.

Don Alberto Lista se ha ocupado de VÉLEZ, cuya obra conocía bastante bien, en tres artículos recogidos en sus Ensayos literarios y críticos (Sevilla, 1844, t. II). Como se verá por el juicio recogido al final de este tomo, apenas encuentra nada que alabar en las comedias examinad que «no pueden sufrir en nuestros días la prueba de crítica más moderada». Y esta opinión se mantuvo hasta que el Conde de Schak reivindica para VÉLEZ el derecho a ocupar uno de los primeros puestos entre los dramaturgos «de segundo orden». Y ya en este camino, dio un paso más don Ramón de Mesonero Romanos en el breve pero ponderado examen que le dedica en el vol. XLV de la Biblioteca de Autores Españoles, donde acoge seis comedias[5]. Los mencionados eruditos dispusieron de materiales insuficientes, cosa que no ocurrió a Schaeffer, que los tuvo abundantes, y acreció con el hallazgo y publicación de cuatro comedias[6]. Al hispanista alemán se debe la visión más amplia y más pormenorizada de nuestro autor[7]. Don Marcelino Menéndez Pelayo sólo analiza aquellas comedias de VÉLEZ que derivan de otras de Lope y no es parco en expresivos elogios, aunque no lleguen a constituir un estudio crítico[8].

Con todo, el teatro de VÉLEZ DE GUEVARA no acababa de ser bien conocido a causa de la inseguridad con que nos ha llegado su obra, impresa en artes de extremada rareza o en impresiones sueltas no menos raras, como afirma J. Gómez Ocerín. Hacía falta editar cuidadosamente las comedias autógrafas conservadas para tener una base segura sobre la cual pudiera hacerse el examen de las restantes comedias conocidas, ya en manuscritos no autógrafos, ya en impresiones, de las que ninguna, por cierto, se hizo en vida de su autor. Las comedias autógrafas son cuatro: El Águila del agua (publicada por el Sr. Paz y Meliá en Revista de Archivos. X y XI, 1904), La Serrana de la Vera, El Rey en su imaginación (editadas con el mayor esmero por R. Menéndez Pidal y María Goyri de M. Pidal la primera, y por J. Gómez Ocerín la segunda, en la colección Teatro Antiguo Español, I y III, 1916 Y 1920, respectivamente) y El conde D. Pero Vélez (inédito, aunque anunciaba su publicación en la misma serie el señor Gómez Ocerín).

Estos estudios y otros que se citarán oportunamente, han cimentado seguramente la fama moderna de VÉLEZ y se le acepta entre la exalogía de grandes dramáticos, como hemos dicho, siguiendo a uno de los que mejor conocen nuestro teatro clásico[9]. Por otra parte, dos de las comedias de VÉLEZ se representan en la actualidad con gran éxito. Reinar después de morir, refundida por F. Fernández Villegas (1902), fue puesta en escena en el Español de Madrid y continúa figurando en el repertorio de compañías teatrales. Cristóbal de Castro adaptó para ser representada La luna de la sierra. Prueba bien satisfactoria de la perennidad de estas comedias, que siguen conmoviendo con la fuerza de su dramatismo y el hechizo de su poesía.»



[1] Cotarelo entiende que estas palabras están escritas «no sin alguna punta de ironía». V. Bol. de la Real Academia Española, 1916, página 431. Esta interpretación no se explica en el citado artículo, ni me parece segura. En todo caso, con ironía y sin ella. Cervantes dice algo que conviene a la obra dramática del ecijano.

[2] Para la fecha en esta comedia, véase la edición de la misma por R. Menéndez Pidal y María Goyri de M. P. en Teatro Antiguo Español, I, págs. 125-127.  

[3] Apud. Cotarelo, art. cit. pág. 431.

[4] J. Gomez Ocerín trae un testimonio del año 1616 (por error imprime 1516), que dice mucho de la fama adquirida por Vélez como competidor con ventaja del mismo Lope de Vega en las comedias a lo divino. (V. Teatro Antiguo Español, III, pág. 103.)

[5] En la misma colección incluye en el vol. 4. º de Calderón, 14 y en el de Rojas, LIV, una y dos piezas, respectivamente, en las que Vélez colaboró.

[6] Son: El capitán prodigioso, La devoción de la misa, El rey don Sebastián y El Hércules de Ocaña, publicadas en Ocho comedias desconocidas, 1887, I, págs. 147 y 261, y II, 75 у 293.

[7] Geschichte des spanischen Nationaldramas, 1890, I, págs. 283, 303.

[8] Obras de Lope, publicadas por la Real Academia Española, Observaciones preliminares, II-XII, passim.

[9] Ángel Valbuena Prat, Literatura dramática española, col. Labor, Barcelona, 1930, pág. 181, y del mismo autor, Reinar después de morir y La luna de la sierra en la col. C. I. A. P.

Sin embargo, L. Pfandl no dedica un estudio particular a Vélez en su Historia de la Literatura Nacional Española en la Edad de Oro.

martes, 6 de diciembre de 2022

La conciencia regional andaluza en 1978

 


El refrendo oficial  a la celebración del 4 de diciembre como el Día de la Bandera Andaluza ha servido para rememorar el proceso que llevó a los andaluces a conseguir su autonomía. Y también a todos los españoles, pues, como es sabido, nuestra región compartió la llama de la identidad con el resto de las regiones. Hoy que conmemoramos la constitución de 1978 debemos recordar el aporte andaluz a la transición, a no dudar, el más espontaneo y, también, el más generoso.

A esta recuperación del pasado, que es afirmación de nuestra identidad, queremos contribuir con la publicación, en texto y en escaneo, de un análisis de la situación política de la región en 1978 titulado «Andalucía, hoy, La conciencia regional». Es el tema décimo séptimo del libro Andalucía escrito por Juan Díez García (que además ofició de coordinador), Juan Aranda Doncel (autor del tema que reproducimos) y Francisco Rubio Carmona. Anaya lo publicó en 1980 en Madrid. Nuestro Instituto adquirió varios ejemplares para la Biblioteca y lo que entonces era el llamado” Departamento de Sociales”.

El tema presenta una síntesis bastante objetiva de la realidad andaluza de aquel entonces y de las esperanzas que se albergaban en aquellos días. Como en cualquier testimonio pasado, encontramos figuras que entonces destacaban, pero cuyo prometedor futuro no se materializó y personajes nombrados de pasada y que hoy tienen un puesto en la historia, como Rafael Escudero.

Las ilustraciones que sirven de complemento y de descanso para la vista tienen también su mérito. Uno se queda con las efigies de algunos políticos en sus años mozos y con un potente cartel pro manifestación del 4 de diciembre que tiene toda la pinta de permanecer inédito. La panorámica de Écija tomada desde el otro lado del Genil tiene también su valor histórico, bien que proviene de otro tema (n.º 26 – «La Andalucía del Guadalquivir»).  Su pie de foto afirma lo siguiente: «Écija, “la ciudad de las torres” con trazado urbano musulmán, es un importante centro comercial situado en la “Hoya del Genil”.»

 Andalucía, hoy. La conciencia regional

La nueva etapa histórica que vive España abre una ventana de esperanza a la crítica realidad andaluza. El crónico subdesarrollo de la región reclama una serie de medidas encaminadas a mejorar la situación económica y social. Pilar básico será una fuerte y decidida conciencia regional que apoye, por encima de los intereses particulares, a los órganos rectores de la futura autonomía de Andalucía.

1. Los inicios de una nueva etapa histórica

Con la muerte del general Franco, en noviembre de 1975, se cierra un ciclo de la historia española y se abre una nueva etapa con la restauración monárquica en la persona de Juan Carlos I de Borbón. Se inicia una serie de reformas políticas cuyo objetivo fundamental es el tránsito del franquismo* a la democracia. En julio de 1976 se nombra un gobierno presidido por Adolfo Suárez que va a acelerar, en un plazo de tiempo muy corto, el establecimiento de un régimen democrático. Para ello se somete a referéndum la Ley de Reforma Política, aprobada en diciembre de 1976, y se convocan, el 15 de junio de 1977, elecciones generales para el Congreso y el Senado*. En dicho período tiene lugar una amnistía para presos políticos, regreso de exiliados y reconocimiento legal de partidos políticos y centrales sindicales.

En el referéndum de finales de 1976 el porcentaje de votantes en Andalucía supera el 80 por 100, a pesar de la llamada a no acudir a las urnas por parte de las fuerzas políticas de la oposición. El abstencionismo fluctúa desde cerca del 20 por 100 en la provincia de Málaga a poco más del 16 por 100 en la de Huelva. La Ley de Reforma Política queda aprobada por aplastante mayoría, ya que la cifra de votos en contra será insignificante, no rebasando ninguna provincia el 2,5 por 100.

Andalucía va a ser la región española, en función del número de habitantes, que cuenta con la mayor cifra de representantes tanto en el Congreso como en el Senado: 59 diputados y 32 senadores. En las elecciones del 15 de junio concurren en Andalucía, al igual que en el resto del país, candidaturas de todas las tendencias políticas a través de partidos, coaliciones y grupos independientes. Las fuerzas de marcada línea regionalista están representadas, principalmente, por el PSA, que presenta candidatura en todas las provincias en coalición con el PSP (Partido Socialista Popular), el MSA (Movimiento Socialista Andaluz) y la URA (Unión Regional Andaluza), presentes sólo en algunas provincias.

La cifra de electores representa una media regional del 78,71 por 100, registrándose el porcentaje mayor y menor de abstenciones en las provincias de Granada v Jaén. En las elecciones para diputados en el Congreso, UCD resulta vencedor en Huelva, Granada y Almería, mientras que el PSOE triunfa en las restantes provincias andaluzas. Ambos partidos consiguen 53 diputados, de los que 27 corresponden al PSOE, mientras que el PSP y PCE logran uno y cinco escaños respectivamente. Los 32 senadores en disputa se reparten de esta forma: 12 UCD, 10 PSOE, 6 Senadores para la Democracia y 4 independientes. Los electores andaluces se inclinan por las fuerzas políticas de izquierdas; los grupos regionalistas y la derecha son derrotados.

2. El triunfo de las izquierdas y el avance de los nacionalistas

Las Cortes elegidas en 1977 ponen en marcha el mecanismo legislativo, siendo el objetivo primordial la elaboración de una Constitución que sirva de marco a la reciente situación política del país. Los esfuerzos culminan el 6 de diciembre de 1978, fecha en la que el pueblo español, mediante referéndum, la aprueba mayoritariamente. Meses después tiene lugar la convocatoria de nuevas elecciones generales y las primeras municipales, cerrándose de esta manera el proceso democrático. Dos rasgos caracterizan a las susodichas consultas: el triunfo de las izquierdas y el notable avance de los nacionalistas andaluces.

Las elecciones del 1 de marzo en el conjunto de Andalucía arrojan un total de 24 diputados para UCD, mientras que los partidos de izquierda suman 35 escaños distribuidos de esta forma: 23 PSOE, 7 PCE y 5 PSA-Partido Andaluz. Tales resultados, en comparación con los del 15 de junio de 1977, significan un descenso de las dos fuerzas mayoritarias en favor de los comunistas y nacionalistas.

Los andalucistas obtienen resultados sorprendentes. Consiguen triplicar el número de votos en Sevilla, Huelva y Córdoba; los duplican en Málaga, Jaén y Cádiz; suben un 50 por 100 en Granada, mientras que en Almería experimentan pocos cambios. Por último, los 32 senadores se reparten entre PSOE y UCD, con 20 y 12 puestos respectivamente.

En las elecciones municipales celebradas el 3 de abril, en las que se produce una fuerte abstención, logran vencer las fuerzas de izquierda, triunfo acrecentado por el pacto suscrito entre ellas. De la alianza entre socialistas y comunistas a nivel nacional forman parte también en el caso de Andalucía el PSA y el PTA. Ello se traduce en que los dirigentes de la mayoría de los ayuntamiento que superan los 20.000 habitantes pertenecen a la izquierda. Los alcaldes de las capitales de provincia están vinculados al PSOE, excepto Sevilla, perteneciente al PSA, y Córdoba, regentada por los comunistas, una de las grandes sorpresas de estos comicios. Aunque el PSOE detenta gran parte de los mayores núcleos de población, importantes municipios se encuentran regidos por el resto de los partidos integrantes del antedicho pacto:

- Partido Comunista de España: Algeciras, Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Montilla, Dos Hermanas.

- PSA-Partido Socialista Andaluz: Jerez de la Frontera, San Fernando, Écija, Ronda.

- Partido del Trabajo de Andalucía: Estepona, Motril.

En contrapartida, el hecho de que UCI controle gran número de pequeñas entidades de población se traduce en un mayor equilibrio de fuerzas en la cuantía de representantes provinciales. Este partido ostenta la presidencia de cuatro Diputaciones -Almería, Granada, Córdoba y Huelva-, mientras que el resto están dirigidas por el PSOE.

3. Presente y futuro de la economía andaluza

El subdesarrollo andaluz se muestra en los momentos actuales con toda su crudeza, teniendo en el paro una de las realidades más problemáticas. El sector agrícola, base de la economía de la región, atraviesa una etapa difícil en virtud de la baja rentabilidad. Esta situación afecta con mayor intensidad a los pequeños y medianos agricultores, que manifiestan sus protestas sacando los tractores a la carretera. Ejemplos bien elocuentes son las denominadas «guerras» del olivar, algodón, remolacha.

El sector industrial también presenta una situación preocupante. La debilidad de la industria andaluza se resiente al menor contratiempo económico. Hay que tener en cuenta que el 65 por 100 de las empresas ocupan a menos de cinco trabajadores y sólo el 0,3 por 100 tiene más de quinientos. Al mismo tiempo, Andalucía carece de unos recursos financieros sólidos. A fines de 1977, los depósitos bancarios de la región se estimaban en 650.000 millones de pesetas. La mayor parte de estos ahorros emigra para ser invertidos en otras zonas del país. De ahí la urgente necesidad de la regionalización de la inversión de los fondos de las Cajas de Ahorro.

Consecuencia directa del subdesarrollo económico es la problemática del paro, que afecta a la población activa ocupada tanto en la agricultura como en la industria. En la actualidad presenta caracteres más agudos debido a la saturación de los mercados de mano de obra en las regiones desarrolladas españolas y en los países de la Europa occidental, abastecidas de emigrantes andaluces. La situación afecta a todo el ámbito regional, ocupando un triste primer lugar Cádiz, la ciudad española con mayor índice de paro, 15,9 por 100 de desempleo sobre su población activa en 1978.

La creación de un órgano promotor del desarrollo anda-luz, SODIAN (Sociedad Desarrollo Industrial de Andalucía), con un capital de 1.000 millones, puede contribuir de forma notable en el despegue de la región. Pero necesitará el concurso financiero de entidades bancarias y del apoyo de los organismos oficiales. Sin duda, el desarrollo de Andalucía pasa por su industrialización, basada en la transformación de los productos agropecuarios y completada con los sectores químico, siderúrgico, construcción, fertilizantes, transportes, etc.

Son necesarias empresas que creen suficientes puestos de trabajo y reduzcan las altas cifras de parados que se dan en la región.

4. La conciencia regional

El grado de conciencia regional por parte de los andaluces está caracterizado por una cierta debilidad. En los dos últimos años se ha llevado a cabo una intensa actividad, a muy diversos niveles, en este sentido.

En mayor o menor grado la casi totalidad de los partidos políticos incluyen en sus programas la cuestión autonómica y han expresado su preocupación e interés por la misma. Resultado de esta labor, ha sido la convocatoria a todos los andaluces para manifestar su apoyo a la autonomía. El 4 de diciembre de 1977, más de un millón de personas salen a las calles de las ciudades de toda la geografía regional enarbolando banderas verdiblancas.

En el plano cultural, dos acontecimientos marcan hitos muy importantes. El primero va a ser la celebración del I Congreso de Historia de Andalucía, promovido por la universidad de Córdoba en diciembre de 1976, con sesiones de trabajo en las restantes universidades andaluzas. Las ponencias y comunicaciones presentadas constituyen un paso gigantesco en el conocimiento del pasado y presente de los hombres y las tierras de la región. El segundo será la inauguración, en abril de 1978, del Congreso de Cultura Andaluza en el marco histórico de la Mezquita-Catedral cordobesa.

Dentro de estas coordenadas se sitúan la reedición del pensamiento de Blas Infante y los estudios efectuados en torno al tema regional por los profesores Domínguez. Ortiz, Lacomba y Sermet.

Recientemente, Nieto Cumplido remonta al medioevo los orígenes del regionalismo andaluz.

También hay que citar la aportación de literatos y artistas, así como la que llevan a cabo los órganos informativos prensa, radio de la opinión pública.

5. La marcha hacia el régimen preautonómico

Cuatro meses después de las elecciones generales, el 12 de octubre, se constituye la Asamblea de Parlamentarios* Andaluces, iniciándose reuniones periódicas que tienen como objetivo la redacción de un proyecto de régimen preautonómico de Andalucía. Tras superar una serie de obstáculos, derivados de la disparidad de criterios de las diferentes fuerzas políticas, se llega a un acuerdo en la redacción, que será aprobado en Consejo de Ministros celebrado el 19 de abril de 1978.

El articulado del régimen preautonómico establece que el territorio andaluz abarca los municipios comprendidos dentro de los actuales límites de las ocho provincias, e instituye la Tunta de Andalucía como órgano de gobierno regional. Dicha Junta está integrada por el Pleno y el Consejo Permanente, de los que forman parte parlamentarios y representantes de las Diputaciones Provinciales respectivas.

El paso siguiente va a ser la constitución de la Junta de Andalucía, que tiene como marco la Diputación Provincial de Cádiz, siendo elegido presidente un prestigioso jurista, Plácido Fernández Viagas, senador del PSOE por la provincia de Sevilla. Días más tarde, 2 de junio, se reúne el Consejo Permanente de la Junta, y tras laboriosas negociaciones se forma el primer gobierno regional, que consta de diez carteras distribuidas de esta forma:

-Interior: Carlos Sanjuán de la Rocha (PSOE).

-Economía y Finanzas: Francisco de la Torre Prados (UCD).

- Educación: Eugenio Alés Pérez (UCD).

- Cultura: Alfonso Lazo Díaz (PSOE).

- Sanidad y Seguridad Social: Antonio J. Delgado de Jesús (UCD).

-Obras Públicas y Ordenación del Territorio: Rafael Escuredo Rodríguez (PSOE).

-Agricultura: Félix M. Pérez Millares (UCD).

-Trabajo: Carlos Navarrete Merino (PSOE).

-Industria y Energía: Tomás García García (PCE).

-Medio Ambiente: Juan López Martos (Independiente).

El futuro de la autonomía empieza ahora, y de la Comisión de Transferencias dependerán los poderes que haya de tener la Junta de Andalucía: presupuestos, personal, competencia y capacidad de decisión.

Lecturas y documentos

1. Andalucía, un hecho regional

«El hecho andaluz existe innegable y tangible. Con sus cualidades y sus deficiencias, su posibilidad y sus problemas, hay una entidad regional andaluza. Aparece inmediatamente definida, en el plano natural como en el humano. La tierra y el cielo andaluz y en igual manera una milenaria estructura social ha modelado al andaluz. Ello, a la vez que explicamos esta experiencia andaluza, nos da uno de los mejores ejemplos de adaptación del hombre al medio. Existe, pues, una Andalucía.

Y esta Andalucía es personal, sólida, homogénea, consciente también de ella misma. Con una individualidad tan fuerte y atrayente que en cualquier parte del marco andaluz se la reconoce. A través de todas las variantes o divisiones regionales, este punto se afirma en primer término, antes que nada.»

SERMET, J.: Andalucía como hecho regional. Universidad de Granada, Granada, 1975, págs. 101 y 102.

2. Composición del Pleno de la Junta de Andalucía

«Artículo quinto.— Uno. A) El Pleno está integrado por los siguientes miembros:

a) Treinta y un parlamentarios, elegidos de entre ellos por los diputados y senadores proclamados en las pasadas elecciones generales a Cortes en las provincias andaluzas y en proporción al resultado de las mismas en el conjunto de Andalucía. La elección se efectuará por los parlamentarios de cada provincia, correspondiendo tres miembros a cada una de ellas; los veinticuatro miembros así designados elegirán a otros siete de entre los restantes parlamentarios. En todo caso la elección se realizará a propuesta de los grupos correspondientes.

b) Un representante de cada una de las ocho Diputaciones Provinciales andaluzas.

Dos. Una vez celebradas las elecciones a Corporaciones Locales, la composición del Pleno será la siguiente:

a) Quince parlamentarios en proporción a los resultados electorales de las elecciones generales, designados  por los componentes de los grupos de los que proceden los miembros determinados en el apartado a) del artículo quinto, incluido el Presidente.

b) Dieciséis representantes de las Diputaciones Provinciales andaluzas a razón de dos por cada una de ellas. Cada diputado votará un nombre de entre ellos, y saldrán elegidos los dos que tengan más votos.

Todos los miembros del Pleno tendrán igualdad de derechos y obligaciones, pudiendo elegir y ser elegidos para cualquier vacante que se produzca.»

FUENTE: Real Decreto-Ley 11|1978, de 27 de abril, por el que se aprueba el régimen preautonómico de Andalucía. «Boletín Oficial del Estado» núm. 101 (28 de abril de 1978), pág. 10043.

3. La voz del poeta

¿Qué PALABRA es la que más te gusta?

-¿Una palabra? ¿Tan sólo una?

¿Y quién responde a esa pregunta?

-¿La prefieres por su sonido?

Por lo callado de su ritmo,

que deja un eco cuando se ha dicho.

-¿O la prefieres por lo que expresa?

Por todo lo que en ella tiembla, hiriendo el pecho como saeta

Esa palabra dímela tú.

Esa palabra es: ANDALUZ.

Luis Cernuda («Palabra amada») Recogida por ORTIZ DE LANZAGORTA, J.   L.: Símbolos de Andalucía. Editorial Astigitana, S. A., Écija, 1977, pág. 5.

VOCABULARIO

Franquismo: Etapa de gobierno del general Franco.

Congreso y Senado: Cámaras que integran las Cortes Españolas.

Parlamentarios: Representantes de las Cortes elegidos por el pueblo mediante sufragio universal.








martes, 22 de febrero de 2022

Andalucía en el Atlas de Seix Barral (1950)

 


Como conmemoración del Día de Andalucía, y como forma de contribuir a su conocimiento, ofrecemos una serie de escaneos sobre la cartografía de nuestra tierra extraídos del Atlas Geográfico de España Físico, Político y Estadístico publicado por Seix Barral Hermanos en Barcelona en 1950.

Este Atlas es una de las joyas de nuestra biblioteca. Entró en el mismo año de la fundación de nuestro instituto, siendo registrado con el número 409. Respecto a la edición señalemos que la original vio la luz en 1949. La que manejamos es una reimpresión o una segunda edición, aunque este detalle no se precisa.


El Atlas no divide la representación del territorio hispano en las regiones tradicionales, sino que la despieza en una serie de regiones vagamente naturales. Recordemos que nos situamos en el primer franquismo y que todo ámbito superior al provincial puede ser malinterpretado. Por tanto, Andalucía queda repartida entre el mapa de la Región Sur y el de la Región Sudeste. No obstante, en el rótulo se realiza expresamente la equivalencia entre la Región Sur y Andalucía. De todas formas, parte de Almería queda fuera del mapa.

De acuerdo con las convicciones de la época se nos ofrece una cartografía ambigua y demediada de nuestra región (y de las del resto del conjunto español). No obstante, más adelante ofrece fragmentos de nuestro territorio que nos parecen tan evocadores como útiles y que reproducimos a continuación.

En la sección de ‘Mapas Parciales’ encontramos un mapa del Delta del Guadalquivir, sector que hoy rotularíamos como Las Marismas del Guadalquivir. La cambiante geografía de lucios y caños aparece como un territorio virgen, sin núcleos de población ni infraestructuras viarias de ningún tipo. En el territorio del futuro Parque Nacional de Doñana el curioso lector podrá encontrar el trifinio donde coinciden las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla.

En la misma sección encontramos un Detalle de El Estrecho de Gibraltar. La atención del cartógrafo parece dividirse en Gibraltar y la inmediata Bahía de Algeciras, por una parte, y en Ceuta, por la otra. El resto del mapa se muestra como esbozado. Desde luego bastante ayuno de topónimos. El historiador señalaría que aún pesan los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial, pero que ya se van haciéndose notar las estrategias de la Guerra Fría. En cualquier caso, no se olviden de ese vasto mar interior que era la Laguna de La Janda.

Se echa en falta en esta parte una representación de la Bahía de Cádiz, pero comprendemos que una apretada síntesis de la piel de toro, Andalucía – Región Sur con dos cartas geográficas se encontraba más que bien representada.

La siguiente sección se titula ‘Planos de las Principales Capitales’. Pero realmente no son planos, sino mapas de las ciudades y su entorno inmediato, en la tradición francesa de ‘et de ses environs’. La presencia andaluza en esta parte se reduce a un mapa de Sevilla y sus alrededores. La urbe aparece como creciendo por sus vías principales, aunque su extensión y la de arrabal de Triana resulta muy reducida. Aquí y allá aparecen algunos signos de modernidad como los dos aeródromos o el canal de Alfonso XIII, pero en general predomina la sensación de antigüedad: el Guadaira todavía discurre a su aire y los Caños de Carmona, considerados acueducto romano, permanecen todavía en pie.

Como no podía ser por menos, el Atlas concluye con el repertorio de posesiones coloniales reunidas bajo el marbete de ‘Posesiones Españolas’. Reproducimos la representación del Protectorado Español de Marruecos, saepe noster. Recordemos que por aquel entonces Ceuta y Melilla dependían de Cádiz y Málaga, respectivamente; que parte de nuestra región figura en el mapa; que este territorio solía incluirse en las representaciones cartográficas de la Tierra de María Santísima y que los contactos entre ambas riberas del Mar de Alborán se realizaban de forma frecuente y con toda naturalidad. Tánger ha vuelto a la tutela internacional y la calma chicha de los dominios de ultramar parece haberse instaurado de nuevo. Sabemos que la agitación independentista de Marruecos se encontraba en 1950 bastante crecida, pero obviamente ese extremo no iba a reflejarse en un Atlas como el que manejamos.