viernes, 30 de enero de 2009

"Vivir en las Termópilas" por la alumna Virginia Carmona Priego de 1º Bach.


Comienza la participación de los alumnos del instituto en este Blog con el relato de Virginia de 1º de bachillerato de Humanidades. Ella se ha puesto en la piel de Leónidas y se ha incorporado a los valientes luchadores de las Termópilas

" La certidumbre de la muerte nos estremecía. La noche era oscura, pero adivinábamos la cercanía de los enemigos. Yo apretaba la empuñadura de mi espada. Tenía seguridad en mis hombres y me sentía preparado para la batalla pero aun así solo podía pensar en mi esposa. Me toqué el cuello instintivamente y allí estaba el colgante de mi amada que parecía suspirarme sus últimas palabras de despedida. Miré a mi alrededor, mis hombres dormían, aparentemente, pues estaban preparados para cualquier imprevisto. Su lealtad no conocía límites, estaban dispuestos a dar la vida por su Rey y su patria. Ya casi no tenían esperanzas de ganar pero aún así se habían quedado a luchar a mi lado. Amanecía. En un abrir y cerrar de ojos mis soldados estaban en pie listos para partir. A lo lejos se divisaba la figura, ya muy cercana, de los miles de persas dirigidos por su Rey Jerjes. Reuní a mis hombres y antes de llevarlos a la victoria, o a la muerte, les dije lo que habría dicho mi esposa: "volvamos con nuestros escudos o sobre ellos".

miércoles, 21 de enero de 2009

Unicornio literario


El paraíso es el grial para la escritora Ana María Matute, a la que tuve la fortuna de ver y escuchar ayer. Me impresionaron sus palabras llenas de autenticidad, con el temblor de sus más de ochenta años, pero lanzando verdades sencillas e inmensas.
Su menuda figura se contrapone con la admirable y poderosa imaginación que desbordan sus historias, relatos mágicos llenos de símbolos. En su último libro, Paraíso inhabitado, que ya está en la estantería de novedades de la Biblioteca, una niña ve un unicornio salir y entrar de un cuadro. Para los que, como yo, hemos poblado nuestra infancia de seres imaginados, la historia se muestra familiar y encantadora. Aunque, en palabras de la autora: la infancia no es ningún paraíso. El mundo de los niños es terrible con frecuencia.
La música es como la poesía
, ambas mejoran nuestra vida, afirmaba Ana María Matute, y todos estábamos de acuerdo. Entre el público pude ver y saludar a uno de mis mejores profesores en la universidad, Antonio Ramírez de Verger, de quien tanto aprendí en esos años, en sus inolvidables clases de Literatura Latina. Su voz está tan ligada a la poesía de Catulo, a quien ha traducido en Alianza Editorial, a Propercio, a Tibulo, que es difícil no sentir el eco de las inflexiones de su voz cuando se releen poemas en latín de estos autores. Creo que de él también aprendí algo sobre las maldades y bondades del mundo y de sus gentes.
El escritor Fernando Iwasaki leyó una presentación maravillosa, llena de intensidad y afecto, ante una Ana María Matute emocionada, que confesó el placer que le producían los elogios de sus lectores. Cruzar unas breves palabras con ella fue todo un privilegio.
Fernando Iwasaki volvió a mostrar su buena disposición para venir a nuestra biblioteca y tener un encuentro con los alumnos del Instituto. Esperamos contar con él en el mes de marzo próximo, y disfrutar este curso de su visita, tantas veces comentada.
Entre el público tuve la ocasión de encontrarme con el escritor Miguel F. Villegas, y alegrarnos de coincidir nuevamente en un acto literario. En la actualidad, está finalizando un nuevo libro que, con toda seguridad, será magníficamente acogido por sus jóvenes lectores. Todos recordamos las dos visitas que el curso pasado realizó a nuestra biblioteca, y cómo consiguió encandilar al auditorio con sus letras y su música. Tendremos la suerte de contar con él en el mes de abril en las Jornadas del Mes del Libro.
Demos por acabado este comentario con unas palabras de Ana María Matute en su último libro:

“Nunca supe por qué razón el Unicornio había intentado escapar del cuadro y durante mucho tiempo me intrigó, y aun me atemorizó un poco. Por aquellos días yo no debía de tener más de cinco años –quizá sólo cuatro-, pero ese recuerdo tiene un lugar relevante entre los primeros de mi vida. A veces, los recuerdos se parecen a algunos objetos, aparentemente inútiles, por los que se siente un confuso apego. Sin saber muy bien por qué razón, no nos decidimos a tirarlos y acaban amontonándose al fondo de ese cajón que evitamos abrir, como si allí fuéramos a encontrar alguna cosa que no se desea, o incluso se teme vagamente”

lunes, 19 de enero de 2009

Nive cadente, schola vacante



Presagiaban nieves en estas latitudes y estaban los alumnos expectantes para hacer valer el título de esta entrada: "Cuando cae la nieve, no se asiste a la escuela". ¿Qué mejor cosa que jugar con la inesperada fiesta del manto blanco y dejar los apuntes apartados durante unas horas? La espera fue en vano. En Écija no ha nevado, y en todo caso, no tenemos schola vacante ni cuando cae el doloroso calor de junio. Así estamos climatológicamente hablando, y mientras, se rumorea un comienzo de curso en septiembre más cercano al ardiente agosto.


Ahí va nuestro consejo: ampárate en los libros porque ellos te protegerán de las inclemencias verbales, de las soflamas demagógicas, y de la insoportable levedad de los eventos consuetudinarios que acontecen en esta villa (Machado dixit).


Para ilustrar este comentario tenemos la hermosa fotografía de un querido amigo desde la sierra norte, donde sí cayeron los ansiados copos de nieve. Gracias, Manuel, por el detalle visual. ¡Qué lástima no haber podido ver esa imagen en directo!