jueves, 5 de junio de 2008

En el país de las pesadillas



Siempre he pensado que la literatura ayudar a vivir, o quizás, a aceptar y comprender con nitidez el absurdo del mundo, ese continuum aparente de circunstancias que convierten el día a día en un piélago de azarosos espectáculos surrealistas a los que asistimos como espectadores y, a veces, como protagonistas involuntarios. Es por eso que los libros suponen una referencia estable, vivificadora, pues nos hablan interiormente y con cordura, las más de las veces, de nuestra propia realidad. Empecemos con los cuentos, con los mitos. ¡Cuántos niveles de lectura permiten, cuántas interpretaciones! Pero yo vengo a referirme a la poderosa poción que secretamente contienen y que desvela su ingente y misterioso poder en el instante en que el lector, muchas veces tras años de calmado reposo en el blando lecho del inconsciente, se ve en circunstancias semejantes a las expuestas en las amarillas páginas de un libro antiguo. Mutatis mutandis, naturalmente.


La ilustración de Alicia en el país de las maravillas es elocuente. La protagonista debatiéndose entre una vorágine de naipes que son el azar alocado de un mundo como una cárcel absurda. Al fin, la literatura en su afán imaginativo y fantasioso es el espejo más real de nuestro mundo.
Quien lleva un libro entre sus manos tiene la llave perfecta para salir del oscuro universo de las apariencias.

2 comentarios:

José Enrique Viola Nevado dijo...

¡Menuda decepción!

Yo creía (por el título y la ilustración) que ibas a hablar de la Consejera y de la Junta.

Se comienza hablando del escapismo en la literatura y se acaba defendiendo a los Despotados del Trópico. (Habermore)

Lola Roldán Riejos dijo...

Phile Viola: Lamento tu decepción, pero estoy con el poeta Virgilio cuando dice en su Bucólica IV: "maiora canamus" (cantemos asuntos más elevados). De todas maneras no cierro ningún tema, como ya sabes.
Creo que no has interpretado bien el texto, no se trata de la literatura como escapismo, sino todo lo contrario.