Los azules amaneceres de junio traen a la memoria retazos de la luz de Grecia. Contemplar un paisaje o meditar sobre la vida, la belleza desgastada de la historia, a la sombra de las columnas de un templo griego es un placer que los recuerdos mantendrán siempre. Acabando el curso escolar, la imagen debe mostrar el ocaso de un paisaje. Si alguno de nuestros lectores se encamina este verano a la tierra de los dioses, no olvide visitar el templo de Poseidón en el cabo Sunion. Allí, si las hordas de turistas se lo permiten, podrá solazarse en la contemplación de una de las más hermosas puestas de sol. Quédese en soledad y silencio unos instantes respirando la brisa dulce del Ponto. La noche subirá el telón de una sobrecogedora belleza. Lo que nunca arrastra el Leteo (olvido) en su torrente de años.
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