Autor:
Ceferino Aguilera Ochoa
Título:
Tomás Beviá Aranda (1907, Andújar – Écija, 1999) El rojo que tenía la hostia
blanca
Biografía
Editorial:
Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Buenas Letras Luis Vélez de Guevara. Écija.
316
páginas.
Con un año de retraso entra en nuestra
biblioteca esta obra escrita por nuestro compañero de la SAFA, Ceferino
Aguilera Ochoa. Se trata de un libro monumental, impresionante y, sobre todo,
muy necesario.
Realizar la biografía de un autor tan polifacético
y longevo como Tomás Bevía requiere un esfuerzo más que considerable, digno del
que aborda la construcción de un monumento, de una obra destinada a perdurar en
el tiempo. Al consultar el volumen uno no puede sino impresionarse ante el
caudal de datos reunidos, lo ingente de la bibliografía y – supremo tesoro- la confección
de la producción completa de un escritor tan prolífico.
Y al leerlo descubrimos que se trataba
de una obra muy esperada, de un libro muy necesario. Pues en él revive no solo
la figura de Beviá, sino también la Écija de su época. Entre las revelaciones que
encontramos en esa revisión de nuestro pasado inmediato la que más apreciamos
es la etapa fundacional de nuestro Centro, entonces instituto laboral.
Recordemos que Tomás Beviá fue profesor de francés de nuestro Centro y que
formó a varias generaciones de ecijanos.
El
libro se organiza en ocho capítulos: los tres primeros, tras el prólogo, los
agradecimientos a los diversos patrocinadores y una introducción sobre el
“saber biográfico”, se centran respectivamente en
1)
La época de contrastes en
que transcurrió la vida de Tomás Beviá, en esa línea del tiempo que muestra su
contexto histórico-literario.
2)
Su trayectoria literaria a
través de cuatro etapas biobibliográficas principales en las que se ha
pretendido mostrar el itinerario creador de su vida y de su producción
artística de manera cronológica y sintética a fin de completar una visión más
unitaria de su obra, necesitada aún de una recopilación de su correspondencia
epistolar, así como de sus piezas pictóricas y musicales dispersas.
3)
El estudio crítico,
filológico.
4)
La publicación definitiva
de su relato corto autobiográfico El rojo que tenía la hostia blanca,
ausente aún en los fondos de la Biblioteca Nacional de España y largamente
anhelada hasta hoy su publicación final, después de ganar en 1985 el Primer
Premio del Primer Concurso Nacional de Novela Corta de la editorial
Comunicación Literaria de Autores, actualmente desaparecida.
5)
Una visión de conjunto de
la bibliografía consultada ordenada alfabéticamente y distribuida en las notas
a pie de página.
6)
Un apéndice final dedicado
a sintetizar su trayectoria biobibliográfica en un cuadro cronológico
integrador.
7)
Una selección de los
premios y reconocimientos obtenidos a lo largo de su larga carrera profesional
y literaria.
8)
Una selecta galería de
fotos de su trayectoria biográfica (por su poder evocador, su cualidad de
espejo del pasado y fuente de memoria).
Los noventa años de existencia de
nuestro escritor suponen, además, un repaso a todo nuestro siglo XX, desde la
crisis del sistema de la Restauración hasta el afianzamiento de nuestra
democracia y Ceferino Ochoa se preocupa por que el lector lo advierta. No se
trata de un simple marco cronológico, sino de un escenario cambiante que
trastorna la vida de Tomás Beviá y la de su familia.
La inclusión del relato autobiográfico El rojo que tenía la hostia blanca resulta
muy oportuna. Se inspira en las vivencias del propio Beviá. Al escritor le
sorprende la Guerra Civil en la zona denominada “roja”. Su talante conservador y su acendrado
catolicismo lo convierten, en principio, en víctima. No obstante, su vida es respetada,
es destinado al frente y asciende en el ejército republicano. Al mismo tiempo
es, en sus palabras, un Tarsicio en la trinchera, pues consigue comulgar
habitualmente y además comparte con otros soldados las formas consagradas que consigue
obtener.
Finalmente, consigue desertar y pasar a
la zona “azul” y allí, pese a su alineamiento con los valores tradicionales y
su fe incondicional, es tratado como prisioneros, pasa por varias cárceles y es
sometido a juicio y “depurado”. El régimen
franquista, que se había desentendido de la suerte de las personas afiliadas a
la derecha en el área republicana, trató a Beviá y a todos los supervivientes
como “rojos” y “colaboracionistas”. Evidentemente, se trataba no sólo de acabar
no solo con los valores progresistas, sino también con borrar del recuerdo a la
CEDA o la incompleta democracia de la Restauración.
Gracias al libro de Ceferino Ochoa conocemos
el libro de Beviá y su trasfondo. Y de nuevo conocemos otra triste historia de
un escritor en la Guerra Civil, otro escritor no alineado y que precisamente
por no encuadrarse en uno o en otro bando, fue despreciado por unos y por
otros.
Este y otros descubrimientos aguardan al
lector que se aventure por la páginas de este libro. Aunque se limite a contemplar
las fotografías y leer sus pies encontrará un retrato cabal de una Écija y una
España que no se fue, pues se transformó en la que vivimos ahora. En pocos
libros hemos encontrado una impresión tan vívida del tiempo pasado.
Esta portentosa reconstrucción de la
vida de Tomás Beviá, de sus libros y de sus circunstancias, ha sido posible
gracias a la colaboración de la familia del escritor. Es digna de encomio su
tenacidad para guardar sus libros, fotografías, cuadros y ese impreciso ajuar
que da sentido a nuestra existencia. Verdaderamente, ellos comprendieron antes
que nadie el talento y la excepcionalidad de la persona, no del personaje.
Otro colaborador ha sido nuestro
compañero Rafael Amadeo Rojas, autor del inspirado prólogo y de la pintura en
la que se basa la portada, obra espléndida como todas las que salen de su
pincel. Amadeo fue uno de los incontables alumnos de Beviá y otra persona que
supo reconocer la bonhomía y la genialidad de esta persona incomparable.
Ahora, y gracias a este libro, se nos brinda
la posibilidad de volver a conocerlo y de revivir su luz. Vaya nuestro reconocimiento
a Ceferino Ochoa y a todos los que han colaborado en su empresa. Pues han querido
compartir su tesoro con nosotros.