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Autora: Agatha Christie
Título: El Testigo Mudo (Dumb Witness)
Novela, misterio, ficción criminal
Editorial: Espasa
320 páginas
La señorita Arundell, una anciana acaudalada,
vive sola con la única compañía de su fiel amigo, su perro Bob. Un día sufre lo
que parece ser un desgraciado accidente al caer por las escaleras tras tropezar
con la pelotita de goma de su perro y, aunque sus sobrinos lo achacan a la mala
suerte, la anciana está convencida de que alguien ha intentado matarla. Decide
por ello escribir una carta a Hércules Poirot para que la ayude a descubrir si
sus sospechas son ciertas, pero, sin aparente explicación, la carta llega días
más tarde y, para cuando lo hace, la anciana ha fallecido. Poirot decide
entonces investigar qué sucedió para que la carta no llegase a su debido tiempo
y, lo más importante, si la señorita Arundell estaba en lo cierto y alguien no
cesó en su empeño hasta conseguir acabar con su vida.
Tal es la sinopsis de El Testigo Mudo,
uno de los casos criminales resueltos por Hércules Poirot y narrado por el
capitán Hasting. Publicado en 1937 todavía aparece la Inglaterra de toda la
vida con adineradas solteronas (en este caso adineradísima) con doncella,
camarera y hasta con dama de compañía (la acotación de “vivir sola” resulta muy
relativa). Entre sus herederos se encuentra el señorito pollo pera y la señorita
despreocupada, ambos sin más ocupación que dilapidar las herencias que reciben
o esperan recibir. La acción se sitúa en el pueblo arquetípico, Market Basing
en el que no falta la vecina cotilla y entrometida y la iglesia
gótico-victoriana con cementerio adjunto. Completa el retrato de la Inglaterra
tradicional los considerables prejuicios hacia los extranjeros (en este caso
los griegos y los turcos).
Agatha Christie siempre retrató de modo fiel
la vida cotidiana de sus compatriotas, ya fuese los despreocupados veinte o los
atribulados cincuenta. Aquí, sin embargo, pinta una Inglaterra plácida, un
mundo rural inmutable al que parece no ha llegado la agitación de ese terrible 1937.
Como en otras tantas obras literarias, pictóricas y cinematográficas de los
años treinta se prefirió ofrecer un panorama idílico y que distrajera a los
consumidores de los problemas que consumían su realidad.
Como otras tantas novelas de la reina del
misterio, El Testigo Mudo se basa en un relato corto suyo que
posteriormente alargó. Recordemos que esta autora escribió muchas obras de
corta extensión para revistas, sobre todo en su primera etapa. Posteriormente,
cuando ya era una escritora reconocida, estos cuentos se editaron agrupados en
diversos volúmenes y, en bastantes ocasiones, Christie los recicló ya como
novelas. En este caso, este primer relato quedó inédito y no ha sido
descubierto hasta muchos años más tarde.
El Testigo Mudo no ha
alcanzado la celebridad de otras obras de esta autora. El primer crimen, o,
mejor dicho, el intento, ha sido considerado como poco creíble. Efectivamente,
resulta difícil de aceptar que alguien en plena noche en una casa repleta de
gente coloque con impunidad un clavo con un martillo y además lo barnice. Si,
además, la dama de compañía de la señora logra atisbar el reflejo del asesino
(o asesina) en un espejo mientras se encontraba enfrascado (o enfrascada) en la
tarea, habrá que convenir que son muchas inverosimilitudes juntas.
Por lo demás, resulta una novela de agradable
lectura, con una trama sencilla y con cierto tono humorístico. La ironía nunca
falta en ninguna obra de esta autora, pero en este relato chispea en cada
capítulo. Christie aguza su pluma en la descripción de las señoritas Tripp:
vegetarianas, teosofistas, israelitas británicas, adeptas a las ciencias
cristianas, espiritistas, entusiastas aficionadas a las fotografía y…
solteronas sin remedio.
En El Testigo Mudo Poirot se ocupa de
un crimen (y de un intento previo) sucedido hace un mes. Salvo el detalle del clavo,
toda su investigación se basa en sus conversaciones con unos y con otros y las
inevitables contradicciones. Esta forma de investigación a posteriori caracterizará
a muchos de sus casos publicados en fecha más tardía. En algunas obras como Cinco
Cerditos o Los Elefantes Pueden Recordar se trata ya de un plazo que
supera el decenio.
El detective belga soluciona el caso… a su
manera. Aunque prueba el asesinato de la señora Arundell por envenenamiento, no
se molesta en exigir la autopsia no en cambiar el certificado de muerte por
causas naturales. Como en otros crímenes anteriores (El asesinato de Roger
Ackroyd o Peligro Inminente). Poirot ahorra a la persona culpable el
oprobio de la acción de la justicia a cambio de su suicidio. No en vano, en
esta novela Poirot hace un recuento de todos los individuos a los que ha
mandado a la horca.
Como en todos los libros de Agatha Christie
una de la tramas es una historia de amor y que acaba en boda, además. Se trata
de la relación entre Theresa Arundell y Rex Donaldson. Se trataba de un
enamoramiento a la antigua, en el sentido de que sin dinero no hay casamiento.
Tras un reparto más equitativo de los bienes de la difunta Emily Arundell, los
novios pasan por la vicaría. Recordemos que la autora escribió una serie de
novelas rosas bajo el seudónimo de Mary Westmascott. Y es que en el universo
creativo de esta autora tanto monta el romanticismo como la premeditación y la
alevosía.
Para terminar la reseña, agradecemos a Espasa
/ Planeta que reedite las obras de la Reina del Misterio. Este libro se publicó
en el año 2024 y va ya por la segunda edición. Y es que nunca faltarán
(faltaremos) los lectores de los casos de Monseiur Poirot o Miss Marple.
Lástima grande es que no se haya aprovechado
la ocasión para traducir de nuevo estas obras. Pues nos encontramos con que las
añosas versiones de la editorial Molino son reaprovechadas en esta nueva
edición. Se trata de traducciones descuidadas, realizadas a toda prisa, con
multitud de erratas, que omiten algunos pasajes y cuyo vocabulario (“Melindroso”,
“Badulaque”) ha envejecido terriblemente.
Se da la circunstancia de que Barcelona, la
capital editorial del franquismo, era la cuna y el lugar de trabajo y residencia de estos mal pagados traductores,
por lo que a las tachas antes enunciadas hay que añadir una sintaxis irregular
propia de catalanoparlantes que tienen el castellano como segunda lengua. Por
ello, y dado que las editoriales hispanas sigue sin encargar traducciones como
Dios Manda, estas obras no son en absoluto recomendables para niños o jóvenes a
los que se desea iniciar en el placer de la lectura. En este paquete incluimos
las aventuras de los Cinco, Guillermo el Travieso y otras tantas
sagas echadas a perder por las versiones de la Editorial Juventud.
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