A principios de noviembre de 2024 nuestra
antigua alumna Cintia Álvarez nos informó
sobre la desolación que había ocurrido en su lugar de trabajo, el Colegio
Sedaví en la localidad homónima, tristemente célebre por la devastación de la
DANA. Los profesores no pudieron entrar en el colegio hasta dos días después
del desastre y la propia Cintia ha compartido en youtube un video que
registra esta primera visita, un reportaje breve, pero que evidencia bien el
completo estrago que ha causado la inundación. Desolación, devastación, estrago…
son términos que empleamos y que resultan eufemismos ante el alcance de la
catástrofe. Como el cuadro de Antonio Muñoz Degraín que encabeza esta entrada,
son aproximaciones ante un desastre que los que nos hemos librado no alcanzamos
a asumir.
https://www.youtube.com/watch?v=gL8n6M-jn0E
Entre las cuantiosas pérdidas del Colegio de
Cintia hay que sumar la biblioteca, cuyas instalaciones y libros han quedado
completamente destrozados e irrecuperables. La fotografía que nos envió es otra
muestra de la magnitud de la calamidad.
Cintia nos pedía libros para empezar desde
cero. Libros aptos para lectores de la ESO, fuesen lectura obligatoria o no. Desde
Biblioteca nos comprometimos a ayudar y adaptamos el cartel que Cintia nos envió
para la campaña de recogida de libros.
La recogida se inició con ejemplares
repetidos de nuestros fondos y siguió con la selección de obras aptas para el nivel educativo
de un colegio y que formaban parte de la actividad de intercambio de libros.
Mientras tanto, comenzamos a dar a conocer la actividad en las redes sociales
de nuestro IES.
La respuesta comenzó siendo floja, esa es la
verdad. Pero a lo largo de la semana se animó y el resultado superó nuestras
expectativas y también las de Cintia, que nos agradeció nuestro esfuerzo y los
frutos del mismo.
Los
profesores del Centro (y sus familias) se han implicado y han donado un montón
de libros, muchos de ellos prácticamente nuevos. Algún bienhechor ha comprado (y
donado) novedades literarias para esta ocasión. Al final, reunimos una caja
hasta los topes y tres bolsas grandes, de la de hipermercado a rebosar. Con la
ayuda del Ayuntamiento de Cañada de Rosal (cuyo desvelos deben ser reconocidos)
esos libros pudieron llegar a su destino. Allí ayudarán a los niños a olvidar,
aunque sea por momentos, la tragedia, allí entretendrán, servirán como modelo y
sembrarán sueños.
Nos gustaría acabar con este final feliz.
Pero no podemos. Las bibliotecas de otros centros educativos y también las públicas
de la zona han sufrido una devastación similar. Y no hará falta señalar que no
sólo se necesitan libros. Allí se ha perdido todo. Si redactamos esta entrada es
para avivar la colaboración, para recordar que, si mucho han recibido, mucho
más necesitan. Busquemos fórmulas para compartir, demostremos que la fraternidad
y la cultura son más fuertes que la pesadilla y el lodo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario