Antes de la redacción de esta obra no existía el género del Evangelio. Los milagros de Jesús, sus enseñanzas y (tal vez) el relato de su Pasión circulaban por separado y de forma bastante dispersa. Marcos fue el primero en ofrecer un panorama homogéneo. Hay que señalar que este logro tuvo también sus contrapartidas, pues al reagrupar la vida y obra del Nazareno se decidió por una estructura esquemática y sumaria. Comienza con la predicación de Juan que bautiza a Jesús en el Jordán. El Nazareno predica en Galilea, sube a Jerusalén donde continúa con sus enseñanzas hasta que es ajusticiado. La obra termina con el pasmo de las santas mujeres ante la tumba vacía en el capítulo XVI. Este fin apresurado, y como de novela abierta, exigió (tres siglos más tarde) un piadoso añadido que informase al lector sobre los sucesos que vinieron a continuación.
En su evangelio Marcos se expresa en un griego popular en el que las coordinativas no aparecen por ninguna parte y las repeticiones se suceden con abundante generosidad. Introduce en la narración detalles irrelevantes, pero que otorgan un realismo desconcertante: la hija de Jairo recién resucitada echa a andar… porque tenía doce años. Seguidamente Jesús manda a la asombrada familia que diesen de comer a la muchacha. Un ciego recién curado le confiesa al Salvador que ve con cierta dificultad pues divisa a unos árboles que deben ser hombres porque andan (Jesús le impone las manos por segunda vez y le hace recobrar la vista por completo en un pasaje que recuerda irresistiblemente a un técnico sintonizando cadenas). En fin, en el Prendimiento, los soldados atrapan a un mancebo que iba envuelto solamente en un lienzo, pero el muchacho se las apaña para escapar desnudo (Muchos críticos opinan que era el propio Marcos, entonces adolescente, en la primera salida nocturna de casa de sus padres vestido con lo primero y único que encontró que fue la ropa de cama).
He señalado que el estilo de Marcos era popular y también su auditorio: la primera comunidad cristiana de Roma. ¿Qué impresión causaría el libro fuera de este ámbito en el escéptico mundo de retóricos, juristas o filósofos? Casi estamos seguros de que sería calificado de obra ‘excesivamente realista’. Ese ambiente provinciano de aldeas, pescadores, recaudadores de impuestos, facciones religiosas de poca monta… casaba mal con los elevados ideales de la literatura de la época. Incluso el proceso que se ajustaba al tema de lo heroico se transforma en el relato de un juicio apresurado irregular y corrupto. Sólo se salva (en lo literario) el episodio de la Danza de Salomé, no en vano el único pasaje en que Marcos intenta elevar el tono de la narración.
Como es sabido otros autores se propusieron escribir sobre Jesús siguiendo el molde del evangelio iniciado por nuestro escritor. Mateo y Lucas siguieron el esquema de Marcos, eso sí enriqueciéndolo en episodios, doctrina y color local. Naturalmente eliminaron ese caudal de informaciones pintorescas. Veinte siglos más tarde podemos imaginar la consternación del severo Mateo o del dulce Lucas ante la precisión de que los médicos no sólo no habían curado a la hemorroisa, sino que la habían arruinado y dejado peor de lo que antes se encontraba.