Un año más se ha
buscado la medianía de noviembre para la revelación del nombre del ganador del
más prestigioso de los galardones de nuestra literatura. Tradicionalmente se
suele conocer el fallo del jurado a mediodía, hora española, pero llevamos ya
tres años en las que el veredicto se hace público cuando la tarde se funde ya
en negro. Mi esmarfon anotó el aviso a las 18:54 horas.
En esa hora incierta
que los periodistas llaman la tarde-noche, el ministro de Cultura y Deportes,
Miquel Iceta, dio a conocer al merecedor del premio en una rueda de prensa
organizada en la sede madrileña del Ministerio. La distinción recayó en el
escritor venezolano Rafael Cadenas.
Los amantes de los
patrones y de las inútiles, pero terribles, simetrías se apresuraron a denunciar
que con esta elección se incumplía la alternancia tradicional del galardón: esa
norma, no escrita por la cual el Premio Cervantes recae un año en un escritor
español y al siguiente 'viaja' al otro lado del charco para reconocer a un
autor de ultramar. Eso sí, se ha seguido el dictado del imperio de las
correspondencias en escoger un autor varón tras premiar el año pasado a una
mujer, Cristina Peri Rossi.
El equilibrio entre
sexos nos parece imprescindible. La alternancia entre las dos orillas del
Atlántico, en cambio, no creemos que debiera ser observada. No se puede
concebir que haya que esperar cuarenta y seis para que un país como Venezuela
obtenga al fin representación entre los premiados de este certamen.
Precisamente fueron dos venezolanos, Andrés Bello y Rafael María Baralt, los
que impidieron que se rompiera el vínculo entre los hispanohablantes de ambos
hemisferios tras la emancipación. Con el premio a Rafael Cadenas se reconoce la
contribución del país del Orinoco a la lengua y literatura castellana y, en
parte, se enmienda el error de haber ignorado a un coloso de la talla de Arturo
Uslar Pietri.
Señalemos que Cadenas
forma parte de una racha de poetas reconocidos por el Cervantes. Le precedieron
Ida Vitale, Joan Margarit, Francisco Brines y Cristina Peri Rossi. Nosotros no
tenemos preferencias por este u otro género, pero admiramos la valentía de
quienes se consagran a la más exigentes de las disciplinas literarias y
reconocemos el mérito también de los tribunales que valoran un tipo de escritura
exquisita, personal y que no suele estar al alcance de todos.
Como suele acontecer
con los ganadores de este certamen, nos encontramos ante un escritor longevo,
con una extensa producción y con una carrera literaria marcada por otras
prestigiosas distinciones. Nosotros animamos al jurado del premio a seguir por
esta senda y creemos que el propio “cervantes” gana presentándose como culmen
de una vida dedicada a la literatura más que como brújula de nuevos talentos.
Todavía queda una pléyade de autores consagrados que esperan este
reconocimiento y que, a diferencia de las jóvenes promesas, no pueden esperar
ya muchos años.
Desde esta
perspectiva, no debe extrañarnos que Rafael Cadenas partiese como claro
favorito, por lo que su elección no ha sorprendido a nadie.
Pasemos ahora a
realizar una semblanza sobre el autor del año.
Rafael Cadenas nació
en la localidad de Barquisimeto, en 1930 en el seno de una familia arquetípica:
acomodada, conservadora y numerosa. Lector voraz desde su infancia, sus inicios
como escritor fueron también precoces: su primer libro Cantos iniciales
fue publicado en una fecha tan temprana como 1946. Desde entonces hasta la
fecha, nuestro autor ha destacado como poeta y ensayista. Deja a la
posteridad más de una veintena de libros publicados –más de 19 libros de poesía
y hasta nueve ensayos sobre la literatura, la vida y el lenguaje–.
Destacan además sus numerosas traducciones del inglés y el francés de
algunos de los escritores que admira, como Walt Whitman.
Entre los libros más
importantes de Cadenas destacan Los cuadernos del destierro (1960), Falsas
maniobras (1966), Memorial (1977), Intemperie (1977), Anotaciones
(1983), Amante (1983), Dichos (1992), Gestiones (1992,) Apuntes
sobre San Juan de la Cruz y la mística (1995) y En torno a Basho y otros
asuntos (2016).
Su obra completa está
publicada en España por la prestigiosa editorial Pre-Textos, que también tiene
en su catálogo una nutrida selección de sus traducciones y ensayos.
Su producción
literaria ha sido galardonada con premios importantes, entre los que se cuentan
los nacionales de Ensayo (1984) y de Literatura (1985), el San Juan de la Cruz
(1991), el Premio FIL de Guadalajara en Literatura en Lenguas Romances (2009),
el Internacional de Poesía Federico García Lorca (2015) y el Reina Sofía de
Poesía Iberoamericana (2018). Su obra ha sido traducida, además, al francés, al
italiano y al inglés. Que una de las lumbreras de nuestra lengua sea poco
conocido a este lado del Atlántico mueve a más de una reflexión y ninguna
buena.
Cadenas ha
compaginado la creación con la enseñanza desde su puesto catedrático de
literatura en la Universidad Central de su país y con una comprometida
militancia política en el Partido Comunista de Venezuela, que le supuso en la
década de los cincuenta la cárcel y el exilio en la isla de Trinidad durante la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Ya en los 60 el descubrimiento de los
crímenes de Stalin, lo llevó a renunciar al comunismo, actitud que demuestra
una honestidad poco común entre los intelectuales de la época. Ese abandono de
los ideales que hasta entonces habían marcado su vida, es la clave se puede
explicar su poema más famoso, Derrota, lo que tiene de fatalidad y lo
que tiene de rebeldía.
Pero su compromiso
político no es un episodio del pasado. Durante las últimas dos décadas, la
figura de Cadenas ha tomado un peso moral casi heroico en su país, pues decidió
quedarse en su patria eligiendo el exilio interior cuando el régimen
bolivariano ya era obviamente hostil a los escritores como él.
Miquel Iceta al leer
el comunicado del tribunal literario justificó de esta forma al autor y
su obra: “Por su vasta y dilatada obra literaria, el jurado reconoce la
trascendencia de un creador que ha hecho de la poesía un motivo de su propia
existencia y la ha llevado hasta alturas de excelencia en nuestra lengua. Su
obra es una de las más importantes y demuestra el poder transformador de la
palabra cuando la lengua es elevada, es llevada al límite de sus posibilidades
creadoras. Cadenas hace destilar de las palabras su esencia deslumbrante,
colocándolas en el territorio dual del sueño y la vigilia y haciendo que sus
poemas sean una onda expresión de la existencia misma y del universo,
poniéndolas también en una dimensión que es mística y a la vez terrenal”.
Como sucedió el año
anterior con Cristina Peri Rossi, con la concesión del Cervantes a se premia
una obra (extensísima) y una trayectoria vital ejemplares. Pero también se
reconoce la honestidad de un escritor y un compromiso político con mayúsculas.
Cadenas, apellido premonitorio, deja un testimonio literario, pero también una
lección de vida. Hagamos nuestras sus palabras. "Sólo en un sitio puede
ser derrotada una sociedad: en el pecho de cada hombre". Y otra afirmación
digna de bronces, mármoles y marfiles: "La democracia es una cuestión
interior. Hay que ser demócrata en todo momento: en la calle, en el trabajo, en
el hogar.
Concluyamos con que
un año más, ese destierro y ese exilio que parece unir a los escritores
de las ínclitas razas es rememorado y puesto al día. Hicieron bien los
promotores del certamen en escoger a Cervantes como signo y seña, pues él
también sufrió las incomodidades de la cárcel e intentó buscar fortuna allende
el océano.
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La fotografía del
escritor procede de la red social Twitter:
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