Siempre he pensado que coger un libro entre las manos y, si puede ser, con la avidez de un buen lector, puede conducir por singulares caminos la imaginación dormida en lo cotidiano. A veces sucede que es el libro el que te ha cogido, y eres un instrumento para dar vida a un fantástico relato, o la voz de un personaje sumergido en una historia, o la inteligencia necesaria para un teorema matemático, físico o filosófico. Por eso, visitar una surtida librería, bien llevada por bibliófilos expertos, amables y pacientes con los visitantes curiosos, puede ser una ocasión placentera no exenta de cierto y adictivo dolor por no poder poseer de inmediato los ansiados títulos que sobrepasan la maltrecha economía de una bibliotecaria escolar.
Estoy pensando en una maravillosa librería donde Ana esparce su trabajo silencioso, mientras Bach nos aleja del ruido del centro de una gran ciudad. Un viejo teatro donde se dejan las cortas horas vespertinas buscando, buscando... A veces se me olvida que, al subir al escenario donde está la poesía, hay tras de mí una larga estela de ansiedades jóvenes guiando mis pasos.
Gracias a la AMPA y a la labor de su presidenta, Guadalupe Victorio, habrá una Feria del Libro. Una buena ocasión para que los alumnos ahorren algo el fin de semana y se premien con unas buenas páginas de lectura. Seguro que podrán aprender de primera mano la tan filosófica máxima de la repetitividad del placer estético.
No hay comentarios:
Publicar un comentario