sábado, 23 de abril de 2022

El Día Internacional del Libro


 Esta celebración que hoy se festeja en todo el mundo, tiene su origen en España, algo que no debía extrañarnos a los conterráneos de San Isidoro, Alfonso X, El Tostado, Santa Teresa de Jesús, Benito Arias Montano, Felipe II, Miguel de Cervantes, Luis Vélez de Guevara, Sor Juana Inés de la Cruz, Benito Jerónimo Feijoo, Marcelino Menéndez Pelayo, Dámaso Alonso y María Moliner. Y tampoco debería sorprendernos que su puesta en marcha se produjese en el reinado de Alfonso XIII, época malfamada y peor estudiada. Una revisión histórica del período revela una etapa fecunda para la cultura, el español, los vínculos con Iberoamérica, los derechos de la mujer, la heráldica y los días educativos. Concretamente, fue en 1923, cuando el escritor y editor valenciano Vicente Clavel Andrés, propuso la observancia de un Día del Libro Español, y escogió como fecha el 7 de octubre, como homenaje a la jornada en el que, supuestamente, nació Miguel de Cervantes.  

La iniciativa fue elevada a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, donde tras un pertinaz examen, fue aprobada en marzo de 1925. Un catalán ilustre, Eduardo Aunós, entonces ministro de Trabajo, eleva la celebración a esferas más altas y consiguió que el propio Alfonso XIII la tenga en consideración y firme el 6 de febrero de 1926 un decreto que imponía la celebración anual del Día Español del Libro cada 7 de octubre, como fasto de obligado cumplimiento en todo el territorio nacional (y susceptible de ampliarse a otros territorios a tenor de las referencias en la proclama a los gloriosos pueblos hispanoamericanos y al genio de la raza) .

En realidad, la fecha exacta de nacimiento de Cervantes resulta desconocida. En el 7 de octubre de 1547 se celebró su bautizo, por lo que hay que suponer que el natalicio se produjo, según las costumbres de la época, unos cuantos días antes. El 29 de septiembre, festividad de San Miguel, parece la opción más probable. Esta precisión histórica, unida a la observación de que la época primaveral resulta más propicia que la otoñal para los festejos literarios (tal fue la opinión de los libreros de entonces) movieron la festividad al 23 de abril en 1930.

Los libreros y las autoridades gubernamentales escogieron esa fecha como recuerdo de la muerte del alcalaíno inmortal. Lo cierto es que huyendo de una confusión entre el registro civil y el parroquial acabaron en otra muy similar. Pues en el día de San Jorge del año 1616 lo que sucedió fue el entierro de Cervantes. La muerte del escritor debió acaecer el día anterior, pero, y con la inevitable referencia a las costumbres de la época, el plazo entre el óbito y la sepultura podía acortarse o alargarse.

Posteriormente, y cuando la celebración adquirió rango mundial, fascinó la coincidencia en que ese mismo 23 de abril de 1616 falleciera William Shakespeare. En este caso las fuentes históricas confirman la fecha, pero añaden que Inglaterra no se sumó al calendario gregoriana hasta 1752. Por tanto, la fecha real del óbito fue el 3 de mayo de 1616. Por cierto, que el entierro se celebró dos días más tarde.

Últimamente se ha sumado a la conmemoración la muerte de Gómez Suárez de Figueroa, más conocido como el Inca Garcilaso de la Vega. Y de nuevo se ha tropezado con la piedra de la cronología histórica, pues sólo ha podido precisarse que el lucero de ambos mundos falleció entre el 22 y 24 de abril de 1616, sin poder llegar a más precisiones.

En cualquier caso, el 23 de abril ofrece muchas más posibilidades para comprobar obituarios de escritores. En esa fecha pasaron a mejor vida Bertus Aafjes, Bhanu-Bakta Acharia, Karin Boye, Juan de Contreras y Pérez de Ayala (El Marqués de Loyola), Pamela Lyndon Travers, Edgar Neville, Josep Pla, Teresa de la Parra y William Wordsworth. Por lo pronto, hemos descubierto una de esas terribles simetrías de esta jornada: la muerte de José María Pla, político uruguayo, un 23 de abril de 1856, parece anticipar la de Josep Pla, escritor y periodista español, otro 23 de abril, pero de 1981.

Para contrarrestar los estragos de la Parca, el centésimo decimotercer día del año fue también pródigo en nacimiento de iluminados por las musas. En ese día se registraron los natalicios de Pedro Balmaceda Toro, Juan Bautista Cabrera Ibarz, James Patrick Donleavy, Maurice Druon, Marcos Fidel Suarez, Jorge Mateus de Lima (que fue bautizado con el santo del día), Augusto d’Halmar, Halldór Laxness, Juan de Loxa, Jorge Márquez Díaz (otro al que le combinaron el cumpleaños con la onomástica), Manuel Mejía Vallejo, Vladímir Nabókov y Dietrich Schwanitz. En fin, ya sea por natalicios, bautizos, óbitos o entierros, con las celebraciones literarias del 23 de abril se rinde homenaje a los escritores vinculados de una forma u otra a esta fecha, y, a través de ellos, a toda la pléyade de autores de la literatura universal.

Tras este alud de precisiones, volvamos a la historia del Día del Libro. Desconocemos cuando pasó del Día del Libro Español a, simplemente, el Día del Libro. Suponemos que sería en la II República, época en la que se convocaron las primeras (y ya multitudinarias) ferias del libro.

La Dictadura Franquista aprovechó en sus inicios la efeméride para convocar a quemas públicas de libros, barbaridad que se dice pronto, pero que queda anotada en la prensa de la época. Y es parece que nuestro país  ha de alumbrar al mundo bien con las luces de las bibliotecas o bien con el resplandor de las hogueras. Posteriormente el régimen se amansó, o, mejor dicho, se esforzó por esconder su barbarie y se celebró la efeméride con ferias del libro y otros signos de civilización.

Los nuevos tiempos que se iniciaron en 1975 sí que valoraron el día del libro con sincera estima. Así, desde 1976, la celebración de la efeméride se realza con la concesión del premio Miguel de Cervantes en la Universidad de Alcalá de Henares al escritor agraciado (o escritora agraciada), aunque a veces la ceremonia se adelanta (como sucedió en este 2022).

Otros países se unieron a la conmemoración del Día del Libro, si bien escogieron otras fechas. La UNESCO comenzó a promover la efeméride como celebración internacional desde 1988. Años más tarde, el 15 de noviembre de 1995, en el marco de la Conferencia General de la organización celebrada en París, se estableció el 23 de abril como Día del Libro y del Derecho de Autor a escala mundial. Señalemos que el país que presentó la propuesta fue España, en colaboración con la Unión Internacional de Editores. La inclusión del copyright de los escritores fue una decisión oportuna, pues la campaña por los mismos se remonta a Miguel de Cervantes (cuando menos) y se transformó en una verdadera batalla campal en el siglo XIX, cuando los escritores renunciaron a fatigosos mecenazgos para intentar vivir de sus obras. El que los autores puedan vivir de sus libros, garantiza su libertad y la nuestra.

 Desde aquel 1995 el Día del Libro es cada vez más universal y ya son más de un centenar de países los que suman a la celebración. Los objetivos principales que se persiguen en este fasto se cifran en rendir un homenaje universal a los libros y a los autores y a valorar las irremplazables contribuciones de los libros y sus escritores al progreso social y cultural de la humanidad, En un segundo término, pero también relevantes, se encuentran el reconocimiento de la figura del autor, el fortalecimiento de la industria editorial de cada país y, naturalmente, el fomento de los hábitos de lectura entre los ciudadanos.

Al año siguiente, 1996, la Unesco potenció estos objeticos con la creación del título de Capital mundial del libro. Se trata de una distinción que otorga la Unesco a una ciudad en reconocimiento de la calidad de sus programas para promover la difusión del libro, fomentar la lectura y la industria editorial. Se concede en el 23 de abril y se renueva actualmente. Este reconocimiento se comenzó a otorgar desde el 2001 y fue Madrid la primera metrópolis en merecer esta distinción. En este 2022 la ciudad que la ostenta es la urbe mexicana de Guadalajara.

En nuestra región, la Consejería de Cultura y de Patrimonio Histórico, a través de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, dedica en este 2022 el Día Internacional del Libro a la Autora del Año, Cecilia Böhl de Faber, más conocida por su seudónimo masculino Fernán Caballero. En esta edición, más de un centenar de actividades, la edición de un Manifiesto para fomentar la lectura 'Enciende una luz', la publicación de un cartel y un programa de narrativa transmedia titulado 'Fernán Caballero, hacia la modernidad' componen la programación conmemorativa que el Centro Andaluz de las Letras desarrollará durante el mes de abril en las ocho provincias andaluzas.

El programa conmemorativo de la Autora del Año 2022 se inicia con el Día del Libro con el que se pretende traer a la modernidad a Cecilia Böhl de Faber revisando los clichés que han ocultado su innovación creadora. Los actos centrales del Día Internacional del Libro se celebraron los días 19, 20 y 21 de abril en Sevilla, Málaga y Cádiz, ciudades vinculadas con la escritora.

En esta edición, la Catedrática de Literatura Española y escritora, Amelina Correa, ha elaborado el manifiesto a favor de la lectura, titulado ‘Enciende una luz’ con el que el Centro Andaluz de las Letras invita a los centros educativos, universidades, bibliotecas e instituciones culturales a fomentar la lectura.

Amelina Correa realiza un emotivo y bello elogio a los libros que marcaron su vida, o la vida de otras muchas mujeres como la de Cecilia Böhl de Faber, pero también nos anima a leer y abrir un libro en estos momentos de incertidumbre: “Por eso tú, que ahora atiendes mis palabras, abre un libro y bebe como si saciaras tu sed en una antigua fuente. Lee sus páginas y enciende una luz para intentar que el mundo sea un lugar un poco menos oscuro”, finaliza el manifiesto que se reproduce a continuación.

Enciende una luz

Hubo un tiempo, durante mi infancia, en que para mí, cada día, era el Día del Libro. No puedo entender a la niña que fui, ni a la mujer que soy, sin los libros, que son tan parte de mí como mis venas y los latidos de mi corazón. Libros con los que mi niñez construyó los peldaños de una escalera y los huecos de una ventana, mientras entonaba romances antiguos que me vinculaban, sin saberlo, con un ancestral y riquísimo venero. Los libros me permitían ascender hasta la luna de Verne, abrir el cofre del tesoro de Stevenson o imaginarme por un momento a la Jo de Mujercitas.

Los cuentos de hadas, El Guerrero del Antifaz, Enyd Blyton, El Conde Lucanor, Los tres mosqueteros, las Leyendas de Bécquer, con el primer gozoso escalofrío de terror, la mitología clásica que abrió para mí un mundo insospechado.

El libro ha sido escalera, ventana, cofre, consuelo (¿cuántas veces ha llenado nuestras horas convalecientes? Y pienso en autores a quienes su salud obligó a guardar un largo reposo: Aleixandre, Ángel González...), pero también barco que ha posibilitado nuestras huidas y aventuras (y "ruega que tu camino sea largo", nos enseñó Kavafis en su maravilloso "Ítaca").

También han sido, sin duda, faro, rayo de luz que alienta, incluso en la noche oscura del alma. En la Alejandría de la Antigüedad coexistieron paradójicamente la más inmensa de las bibliotecas -que hubiera hecho las delicias de Borges-, y un faro que fue considerado maravilla del mundo. El tiempo, la barbarie o el fanatismo arrasaron con ellos.

Ojalá ahora, que volvemos a vivir tiempos convulsos, el libro pueda servir de faro o de consuelo. Y pienso -¡cómo no hacerlo!- en todas esas víctimas de la inicua guerra de Ucrania, arrancadas de sus vidas. A cuántas de ellas un libro podrá servir, al menos, de refugio o de faro ante tanta oscuridad.

Y no quiero olvidar la amargura de ser mujer hoy en Afganistán, abandonado en manos de la cruel intolerancia, donde este curso se ha privado del acceso a los libros a las niñas mayores de doce años, haciendo realidad, un siglo después, lo que Lorca escribió en La casa de Bernarda Alba: "Nacer mujer es el mayor castigo".

Tampoco lo tuvo fácil, salvando todas las distancias, nuestra Cecilia Böhl de Faber, autora del año en 2022, a quien ser mujer y querer dedicarse a las letras en un siglo hostil como el XIX le costó, por de pronto, tener que proteger su identidad mediante un seudónimo. Pero la literatura puede salvar, y bien lo demuestra una obra de apogeo decimonónico, como Las mil y una noches, donde la inteligente Scherezade conquista literalmente su vida gracias a la narración de cuentos, gran parte de ellos procedentes de ese ancestral y riquísimo venero de la tradición y el folclore popular a que antes me refería. Ese venero, a cuyas aguas precisamente acudirá Fernán Caballero, y del que surgirá el más frondoso de los árboles.

Por eso tú, que ahora atiendes mis palabras, abre un libro y bebe como si saciaras tu sed en una antigua fuente. Lee sus páginas y enciende una luz para intentar que el mundo sea un lugar un poco menos oscuro.

Amelina Correa Ramón

Catedrática de Literatura Española y escritora

Paralelamente, se ha puesto en marcha un programa de narrativa digital titulado ‘Fernán Caballero, hacia la modernidad’ en el que se difundirá la obra y pensamiento de la escritora a través de fragmentos de sus libros como La Gaviota, La familia de Alvareda, Clemencia, La Estrella de Vandalia, Una en otra, Un servilón y un liberalito o sus libros dedicados a la recopilación de la literatura popular.

Finalmente, se ha encargado a un diseñador gráfico, el sevillano Manolo Ortiz la realización del cartel del Día del Libro de este año. Este creador se ha basado en un cuadro de Cecilia Böhl de Faber / Fernán Caballero fechado en 1826. Se trata de óleo sobre lienzo de autor anónimo y que pertenece a una colección particular.


En el IES “Luis Vélez de Guevara” hemos celebrado la fiesta grande de nuestra biblioteca en el preceptivo día de anticipo. Como ya viene siendo tradicional, la actividad ha escogido la sido la hora de lectura simultanea en todos los cursos de la ESO y en la mayor parte de las aulas de Bachiller y de los Ciclos Formativos. No podemos olvidarnos del Aula Específica que si no es la primera vez que se suma, si es al menos la primera vez que lo hace constar.

Desde aquí agradecemos la colaboración de todos los profesores que han puesto la tercera hora del viernes a nuestra disposición y también el auxilio de tantos padres que se han preocupado por que su hijo viniera esa jornada al instituto con el libro reglamentario. Como en años anteriores, hemos observado en esa masa de ejemplares ambulante, mucha obra ya anticuada, casi podíamos decir vintage. Detrás de cada uno de estos ejemplares ajados hay un padre (o madre) entusiasta de ese título y deseoso de pasar ese don fabulador, ese tesoro impalpable, ese germen de ciudadanía a su hijo. Pronto se cumplirá un siglo desde que Vicente Clavel se propuso reconocer el valor de los libros, y, a no dudar, su proyecto cumplirá muchos más, pues se fundamenta en los más hermosos de los sueños y en las más justas de las aspiraciones.


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El reportaje fotográfico de la actividad de la lectura simultánea en el Facebook de nuestro instituto:

https://www.facebook.com/iesluisvelezdeguevara/posts/410721977724205

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