El Centro Andaluz de las Letras (CAL) de la
Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico ha acordado proponer como Autora
del Año 2022 a la escritora Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea (Morges,
Suiza, 1796-Sevilla, 1877), más conocida por el seudónimo masculino de Fernán
Caballero, quien representa “un eje clave de la historia literaria española del
siglo XIX”, según la valoración unánime de la comisión asesora del CAL,
encargada de la designación.
La consejera de Cultura y Patrimonio
Histórico, Patricia del Pozo, ha destacado que “con este homenaje de
reconocimiento a Cecilia Böhl de Faber buscamos devolver la importancia que
tuvo como creadora. La escritora, que vivió entre Cádiz y Sevilla, fue la
autora de celebradas novelas como La
Gaviota”.
Para la comisión asesora del CAL, presidida
por su directora, Eva Díaz Pérez, y de la que forman parte –entre otros– Luis
García Montero, Rosa Romojaro, Ana Rossetti, Aurora Luque y Javier Álvarez,
director de la Biblioteca de Andalucía, “durante muchos años Fernán Caballero
ha formado parte de las materias curriculares en los centros educativos y del
imaginario popular, pero la intención del CAL se basa ahora en abordar su
figura desde la modernidad y revisar los clichés que la han definido como
símbolo de cierta corriente reaccionaria”.
La Consejería de Cultura y Patrimonio
Histórico homenajea cada año, a través del Centro Andaluz de la Letras, a uno o
varios autores andaluces con el objeto de mantener y acrecentar la memoria
literaria de figuras tan importantes como Cernuda, Alberti, María Zambrano,
Manuel Altolaguirre, Luis de Góngora, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y
José Antonio Muñoz Rojas, Luis Rosales, Francisco Giner de los Ríos, José
Moreno Villa, María Victoria Atencia, Pilar Paz Pasamar, Antonio Gala, Julia
Uceda, Pablo García Baena, Manuel Alcántara, Emilio Lledó o Emilio Prados,
autor homenajeado en el pasado 2021.
La Consejería de Cultura y Patrimonio
Histórico realizará, a través de la Agencia Andaluza de Instituciones
Culturales (AAIICC) y del Centro Andaluz de las Letras, un programa de
actividades que se desarrollará durante todo el año 2022 y que revisará el
papel de Cecilia Böhl de Faber como verdadera renovadora de la novela española
de mediados del siglo XIX que eclosionaría en el realismo y el naturalismo.
Así, a lo largo del próximo año se realizará una exposición y la publicación de
un catálogo científico, una antología y un cuaderno didáctico que se
distribuirá por los centros educativos andaluces. Además, se desarrollarán
diversos homenajes y actividades como jornadas, campañas de narrativa digital y
paseos literarios.
Con este nombramiento se busca ahondar en su
obra y su vida con una mirada contemporánea ajena a los tópicos que en
ocasiones han eclipsado la fuerza creadora e innovadora de esta escritora poliédrica
y contradictoria. Una autora que toda su vida se debatió entre sus aspiraciones
literarias y su deber moralista, un tema que se desvela en su abundante
correspondencia convertida en curioso laboratorio de experimentación narrativa.
Cecilia-Fernán era hija del hispanófilo y
cónsul alemán en Cádiz Juan Nicolás Böhl de Faber y la también escritora
Frasquita Larrea, impulsora de célebres tertulias en el Cádiz de las Cortes.
Entre sus novelas de costumbres destacan -además de La Gaviota y La familia de
Alvareda- Clemencia, La Estrella de Vandalia, Una en otra, Un servilón y un liberalito o sus libros dedicados a la
recopilación de la literatura popular.
Cecilia Böhl de Faber pertenece al grupo de
creadoras del siglo XIX como Emilia Pardo Bazán, Carolina Coronado, Gertrudis
Gómez de Avellaneda o Rosalía de Castro. Y también se vincula a esa saga de
autoras que practicaron el juego del doble usando un seudónimo masculino como
las hermanas Brontë con Charlotte (Currel Bell), Emily (Ellis Bell) y Anna
(Acton Bell); Marie Anne Evans (George Eliot) o la francesa Amantine Aurore
Dupin (George Sand) también aficionada a fumar en público como Cecilia,
habitual ‘tomadora’ de tabaco inglés.
Aportamos a la redacción de este comunicado lo
acertado que nos parece esta elección. La contemplamos como una apuesta por ese
tumultuoso siglo XIX en el que Andalucía se abrió al Mundo y comenzó a
fraguarse –y a manifestarse- la identidad de nuestra región. La aportación de
Böhl de Faber a este proceso fue fundamental, como es bien sabido.
Pero los méritos de Cecilia Fernán van mucho
más allá de su legado literario. Su larga vida es un auténtico novelón
romántico, casi un folletín, plagado de viajes y de tres sucesivos matrimonios
más un romance que no llegó a buen puerto, según se cuenta. Cecilia fue una
mujer preparada, cosmopolita y valiente, que no vaciló en hacer y rehacer su
vida como le vino en gana y en participar activamente en la política de su
época, nos guste o no las líneas de su pensamiento, coherente por otra parte
con sus escritos.
Como en tantas novelas de la época, el último
capítulo lo ocupa una vejez larga en los que la protagonista pasa de los
salones de la alta sociedad a los rigores de la pobreza, bien que aliviada en
su caso por la munificencia de los duques de Montpensier. Buscó entonces paz y sosiego
y lo encontró en una casa de la calle Juan de Burgos, calle que hoy lleva su nombre.
Allí esperó tranquilamente que llegara la muerte, como quien espera el descanso
tras la faena o la paz tras la guerra. La inevitable cita llegó un siete de
abril de 1877.
La casa, el número 14, aún permanece en pie y
parece conservar esa placidez que la escritora buscaba, aunque ahora esté
rodeada por edificaciones modernas y por la apresurada animación de los
aledaños de El Corte Inglés. Allí vino a morir otro mes de abril, pero de 1912,
el pintor José García Ramos, otro renovador de la Andalucía eterna y otro creador
que en vida fue juzgado como revolucionario y que tras su muerte recibió la
sentencia de rancio. Y es que a nuestra tierra la presentan como fecunda y
festiva, pero también alberga muchas sombras. El magnolio que aparece en la
foto y que, según se cuenta, lo plantó la propia Cecilia, ya solo existe en la
memoria de los nostálgicos. Al que lo taló y al que mandó talarlo, deles Dios
mal galardón.
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