En este lunes, han sido los Centros
Educativos de nuestra región los que han abierto sus puertas. De momento los
servicios que ofrecen son mínimos –facilitar la matriculación de los alumnos
que no han podido realizarlo de forma telemática, solventar las dudas que
surgen en la inscripción-, pero no podemos pasar por alto una fecha en la que se
ha dado el paso decisivo.
Hoy concluyen dos meses de clausura, sesenta
días de oscuridad que sobrevivieron con una precipitación que nadie esperaba.
Hoy iniciamos el proceso de retorno, proceso que llevará su tiempo, proceso que,
tal vez, no nos devuelva el mundo que teníamos, sino un orden nuevo. En
cualquier caso, aprovechemos el tiempo de espera para paladear las libertades
que vamos recuperando, para valorar como regalos todo lo que ahora vuelve tras
quedar en suspenso.
Tras esos sesenta días de clases vacías
y patios solitarios en los que comenzaba a pujar el amarillo jaramago, vino, en
este pasado fin de semana, el proceso de desinfección. Se ha hecho público un
vídeo del mismo, en el que las nubes de ozono parecían invadirlo todo. Parecía
que el Centro emergiese de las brumas. Fue un nuevo comienzo majestuoso,
preñado de promesas.
En esta etapa como de pioneros o colonos
nos encontramos. Entre incertidumbres, pero palpando esperanzas cercanas. No
podemos precisar cuándo podremos anunciar la reapertura de nuestra biblioteca.
Tal vez pueda ser el mes de viene, tal vez haya que posponerlo al curso que
viene. Sólo una evidencia está clara, pero nos basta: hoy empieza todo.
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