viernes, 21 de octubre de 2016

Guinnes World Records 2017

Todo comenzó un 7 de noviembre de 2013 cuando acompañado por Paco Galán, llevé a los alumnos del 2º del PCPI de excursión a la Biblioteca Pública de Écija.

Como en años anteriores, la actividad se desarrolló sin incidencias y de acuerdo con los objetivos que nos habíamos planteado. Maruja, la directora de la Biblioteca, nos hizo una visita guiada y nos explicó el complejo funcionamiento de esta institución de forma amena y comprensible. Si bien los alumnos no demostraron un especial entusiasmo, lo cierto es que quedaron contentos con la experiencia.

 En estas avenidas de lo previsible, un hecho inaudito se presentó: los alumnos (Moisés y Jesús) sacaron del estante varios tomos de los anuarios de los Record Guinnes y se pusieron a leerlos avidamente. Señalar que ignoramos cuál era el motivo de la animada conversación que mantuvieron Maruja y Paco, pero de no haberse detenido, no hubiéramos descubierto el libro de los records.



El siguiente tranco de esta historia se lo pueden suponer. Pedí en préstamo varios tomos y me los llevé al Instituto. Tengo que agradecer las facilidades que me dieron para llevar a cabo la operación. Lo cierto es que el índice de lectura del PCPI se elevó vertiginosamente y como disfrutaba de un plazo especial sine die llegó el puente de Andalucía y todavía estaban rodando los anuarios por las aulas del Vélez.

Al año siguiente, el 2014, la Biblioteca no adquirió el tomo correspondiente, simple y llanamente por problemas presupuestarios que cada año se volvían más acuciante. Y dado que estos anuarios presentaban un valor  literario o formativo más que relativo, se optó por concentrar las adquisiciones en obras de mayor mérito.

¿Dónde adquirir un libro exitoso pero de ramplona calidad? En el Carrefour, naturalmente. Yo no me lo pensé. El bizarro anuario garantiza el sosiego de los alumnos que han acabado el ejercicio práctico antes de tiempo, de los que se ha quedado el cuaderno, el libro, los apuntes en casa... de los que se han roto el brazo y están inútiles para el servicio... ¡Y en las guardias! Un verdadero tesoro. El Guinnes World Record ha demostrado ser una verdadera inversión.

El ejemplar de 2015 (estos tomos van siempre un año adelantados) encontró lectores entusiastas tanto en el 2º del PCPI (En la fotografía aparecen  Felipe López y Sergio Tejero) como en el 4º de ESO (María Herrera y Francisco Javier Rosa).




Naturalmente las fotos son posados, pero puedo garantizar que en ambos cursos llegó a ver lista de espera para leerlo y hasta hubo que se lo llevaron a su casa el fin de semana.

En el curso 2015 (y ejemplar de 2016) podemos documentar un interés similar. En el 3º de ESO «B» hubo que establecer un turno porque todos querían leerlo a la vez. Los alumnos que salen en las fotografías son Carlos España, Javier López y Mihai Iulan Florin. De nuevo advertimos que el posado es impostado pero el aprecio por el libro espontáneo.



Este año ya ha llegado el libro a los pasillos del Carrefour  (el anuario de 2017) y, un año más, lo he vuelto a adquirir. Por lo pronto el pasado lunes ya demostró su utilidad en la hora de Cambio Sociales y de Género. El alumno es Manuel Flores.


¿Qué hacemos con todos los ejemplares que adquirimos? Pues la solución resulta obvia: los donamos a la Biblioteca Pública de Écija que fue la institución que nos hizo descubrirlos y que así completa su colección. No tendría sentido depositarlos en la Biblioteca del Vélez una vez que los alumnos los han leído de forma masiva y que además sólo tienen interés (y relativo) en el año que tiene estampado en la pasta. En la imagen Tiberio Toma y Raúl Albalá (del 1º de Bachiller «B») nos muestran esa colección que se acrecienta año tras año.



Por que lo cierto es que estos anuarios que tanto deleitan a nuestros alumnos no pueden ser considerados en modo alguno como obras dignas de estimación. Se puede salvar, eso sí,  la primera parte, un repertorio sobre las maravillas del universo y de la naturaleza animal que recuerda a Plinio, a Marco Polo y a los álbumes de cromos de nuestra infancia.

A continuación viene un exhaustivo repaso sobre las personas que han conseguido un record y que hastiaría hasta al más paciente de los entomólogos. Encontramos allí el habitual (e indigno) muestrario de  gigantes, enanos, ese hombre que no se cortaba las uñas, esa pareja que se tatúo más allá de todo lo tolerable...

Por que la historia ya la saben: Muchas personas se proponen superar un record, y aparte de la absoluta falta de trascendencia que esta empresa supone, se tienen que establecer las variaciones más inútiles y fastidiosas. Ejemplo el record de concentración de personas disfrazadas de Spiderman.


Se especificó que todos escogieran el traje clásico, no el negro. De todas formas a lo largo y a lo ancho del planeta se podía elegir: hay record de concentración de personas disfrazadas de Peter Pan, de la Masa, de pingüino.

La finalidad benéfica es el inexorable reclamo para esta auténtica parada de los monstruos: una carrera de pantomimas de cuadrúpedos.



No podía faltar el coleccionista (o la coleccionista) que nos resulta simplemente aterrador (o aterradora).


En fin, el sector de proezas deportivas tiene la virtud de dejarte completamente helado. Así este italiano, Alberto Busnari, ostenta el mayor número de movimientos Thomas sobre el potro. Uno no sabe si es una hazaña que merece una medalla o simplemente una prueba de habilidad sin valor alguno. Sospechamos que el COI se encuentra en la misma encrucijada.


Podíamos seguir así hasta el infinito (el libro lo hace). Concluyamos con que año tras años se hornean pizzas más extensas y allí se desplazan los funcionarios del Guinnes World Record para registrarlo, realizando el oximoron de cuantificar el exceso, de medir la estupidez y la soberbia (aunque en este caso tuvieron la delicadeza de prescindir del gluten). Suponemos que pronto se crearán las categorías de la mayor pizza cuatro estaciones, la mayor pizza carbonara, pepperoni, etc. La diversificación afecta al propio anuario que ya amenaza con sacar un tomo exclusivo para los juegos digitales.

Sorprendentemente (o quizá no tanto) las menciones de libros y bibliotecas brillan por su ausencia en una obra que presume de exhaustiva y enciclopédica. Dos páginas dedicadas a Shakesperare es todo lo que encontramos. Y de hecho el bardo aparece como pretexto para anotar las proezas o peculiaridades de los actores que interpretan sus obras en los escenarios.

En fin, este libro resulta atractivo para los adolescentes (a los varones infinitamente más que al sexo opuesto) y refleja de forma admirable los intereses de una sociedad que ha sacralizado lo irrelevante y que confunde el crecimiento con las cantidades abultadas. Desde esta perspectiva, el libro a lo que más se asemeja es al Eclesiástés, a Juan de Zabaleta, a los sermonarios barroco... a  todo aquello, en fin,  que se dedica a mostrar las grandezas de la naturaleza y las flaquezas del género humano.  Concluyamos con aquello que  dijo Plinio sobre los libros malos de los que se sacaba  una buena enseñanza. Y este testimonio presenta un especial validez, pues la Naturalis Historia recoge todos los records y hechos asombrosos de la Antigüedad.

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