Cuenta, ¡oh musa! como en la primera semana de octubre se pudo reiniciar ¡por fin! el servicio de préstamo y no te dejes en el tintero cómo Raúl Miranda (del 2º de Bachiller «B») inauguró este sector, mientras otros compañeros, por voluntad de Zeus, se olvidaron el carnet o lo tenían caducado. Reserva el canto segundo para Inma, la de Inglés, que fatigando al tiempo logró imprimir-recortar-plastificar los carnets de los alumnos de primero (que en este curso entran en este Centro). Con tono épico, y ya en el canto tercero, inmortaliza a Juan Farfán que concluyó el ingreso de las fotos en el Abies y prorrogó de una tacada la validez de todos los carnet de años anteriores, meritoria hazaña que hace sonrojar a los titanes y dejar en muy mal lugar al flechador Apolo. Y como colofón, haz figurar a Miriam enseñando a manejar a la legión de profesores novatos los secretos del Abies, labor en la hizo gala de la omnipresencia del Crónida y de la paciencia del Santo Job.
Y para aquellos ignaros que crean que el lenguaje de la epopeya debe reservarse para otros asuntos, recordemos que sin préstamos difícilmente se van a poder leer las gestas de los héroes y los dioses. Además aquella máxima del Digesto que afirma que «Nadie puede dar lo que no tiene» sólo registra una milagrosa excepción: prestar un libro.
Raúl Miranda inaugurando el servicio de préstamo.
Alumnas del 3º de ESO «A» con sus carnets de lectoras.
Inma y Miriam con los carnets de lectores de 1º de ESO.
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