miércoles, 12 de enero de 2022

Cecilia Böhl de Faber autora del año 2022

 


El Centro Andaluz de las Letras (CAL) de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico ha acordado proponer como Autora del Año 2022 a la escritora Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea (Morges, Suiza, 1796-Sevilla, 1877), más conocida por el seudónimo masculino de Fernán Caballero, quien representa “un eje clave de la historia literaria española del siglo XIX”, según la valoración unánime de la comisión asesora del CAL, encargada de la designación.

La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, ha destacado que “con este homenaje de reconocimiento a Cecilia Böhl de Faber buscamos devolver la importancia que tuvo como creadora. La escritora, que vivió entre Cádiz y Sevilla, fue la autora de celebradas novelas como La Gaviota”.

Para la comisión asesora del CAL, presidida por su directora, Eva Díaz Pérez, y de la que forman parte –entre otros– Luis García Montero, Rosa Romojaro, Ana Rossetti, Aurora Luque y Javier Álvarez, director de la Biblioteca de Andalucía, “durante muchos años Fernán Caballero ha formado parte de las materias curriculares en los centros educativos y del imaginario popular, pero la intención del CAL se basa ahora en abordar su figura desde la modernidad y revisar los clichés que la han definido como símbolo de cierta corriente reaccionaria”.

La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico homenajea cada año, a través del Centro Andaluz de la Letras, a uno o varios autores andaluces con el objeto de mantener y acrecentar la memoria literaria de figuras tan importantes como Cernuda, Alberti, María Zambrano, Manuel Altolaguirre, Luis de Góngora, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y José Antonio Muñoz Rojas, Luis Rosales, Francisco Giner de los Ríos, José Moreno Villa, María Victoria Atencia, Pilar Paz Pasamar, Antonio Gala, Julia Uceda, Pablo García Baena, Manuel Alcántara, Emilio Lledó o Emilio Prados, autor homenajeado en el pasado 2021.

La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico realizará, a través de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales (AAIICC) y del Centro Andaluz de las Letras, un programa de actividades que se desarrollará durante todo el año 2022 y que revisará el papel de Cecilia Böhl de Faber como verdadera renovadora de la novela española de mediados del siglo XIX que eclosionaría en el realismo y el naturalismo. Así, a lo largo del próximo año se realizará una exposición y la publicación de un catálogo científico, una antología y un cuaderno didáctico que se distribuirá por los centros educativos andaluces. Además, se desarrollarán diversos homenajes y actividades como jornadas, campañas de narrativa digital y paseos literarios.

Con este nombramiento se busca ahondar en su obra y su vida con una mirada contemporánea ajena a los tópicos que en ocasiones han eclipsado la fuerza creadora e innovadora de esta escritora poliédrica y contradictoria. Una autora que toda su vida se debatió entre sus aspiraciones literarias y su deber moralista, un tema que se desvela en su abundante correspondencia convertida en curioso laboratorio de experimentación narrativa.

Cecilia-Fernán era hija del hispanófilo y cónsul alemán en Cádiz Juan Nicolás Böhl de Faber y la también escritora Frasquita Larrea, impulsora de célebres tertulias en el Cádiz de las Cortes. Entre sus novelas de costumbres destacan -además de La Gaviota y La familia de Alvareda- Clemencia, La Estrella de Vandalia, Una en otra, Un servilón y un liberalito o sus libros dedicados a la recopilación de la literatura popular.

Cecilia Böhl de Faber pertenece al grupo de creadoras del siglo XIX como Emilia Pardo Bazán, Carolina Coronado, Gertrudis Gómez de Avellaneda o Rosalía de Castro. Y también se vincula a esa saga de autoras que practicaron el juego del doble usando un seudónimo masculino como las hermanas Brontë con Charlotte (Currel Bell), Emily (Ellis Bell) y Anna (Acton Bell); Marie Anne Evans (George Eliot) o la francesa Amantine Aurore Dupin (George Sand) también aficionada a fumar en público como Cecilia, habitual ‘tomadora’ de tabaco inglés.

Aportamos a la redacción de este comunicado lo acertado que nos parece esta elección. La contemplamos como una apuesta por ese tumultuoso siglo XIX en el que Andalucía se abrió al Mundo y comenzó a fraguarse –y a manifestarse- la identidad de nuestra región. La aportación de Böhl de Faber a este proceso fue fundamental, como es bien sabido.

Pero los méritos de Cecilia Fernán van mucho más allá de su legado literario. Su larga vida es un auténtico novelón romántico, casi un folletín, plagado de viajes y de tres sucesivos matrimonios más un romance que no llegó a buen puerto, según se cuenta. Cecilia fue una mujer preparada, cosmopolita y valiente, que no vaciló en hacer y rehacer su vida como le vino en gana y en participar activamente en la política de su época, nos guste o no las líneas de su pensamiento, coherente por otra parte con sus escritos.

Como en tantas novelas de la época, el último capítulo lo ocupa una vejez larga en los que la protagonista pasa de los salones de la alta sociedad a los rigores de la pobreza, bien que aliviada en su caso por la munificencia de los duques de Montpensier. Buscó entonces paz y sosiego y lo encontró en una casa de la calle Juan de Burgos, calle que hoy lleva su nombre. Allí esperó tranquilamente que llegara la muerte, como quien espera el descanso tras la faena o la paz tras la guerra. La inevitable cita llegó un siete de abril de 1877.

La casa, el número 14, aún permanece en pie y parece conservar esa placidez que la escritora buscaba, aunque ahora esté rodeada por edificaciones modernas y por la apresurada animación de los aledaños de El Corte Inglés. Allí vino a morir otro mes de abril, pero de 1912, el pintor José García Ramos, otro renovador de la Andalucía eterna y otro creador que en vida fue juzgado como revolucionario y que tras su muerte recibió la sentencia de rancio. Y es que a nuestra tierra la presentan como fecunda y festiva, pero también alberga muchas sombras. El magnolio que aparece en la foto y que, según se cuenta, lo plantó la propia Cecilia, ya solo existe en la memoria de los nostálgicos. Al que lo taló y al que mandó talarlo, deles Dios mal galardón.

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