Como ya anunciamos, el pasado 5 de noviembre (martes) el jurado del
Concurso de Relatos de Terror decidió, por unanimidad de sus componentes, otorgar los
siguientes premios:
-
En Secundaria la obra ganadora ha sido El laboratorio de la alumna de 1º de ESO
«B» Mercedes Álvarez Rodríguez.
-
En Bachillerato la obra ganadora ha sido Huesario de la alumna de 1º de Bachiller
«B» Carmen Franco Rodríguez.
EL LABORATORIO
Mercedes Álvarez Rodríguez de 1º de ESO «B».
Éramos un grupo de amigos aficionados a la criminología, de hecho éramos pequeños investigadores. Íbamos casa por casa, rincón por rincón buscando pistas y secretos ocultos para poder investigarlos durante meses. Víctor, el más inteligente del grupo, aunque el más joven, tenía la habilidad de encontrar siempre algo que investigar, mientras que yo, María, era la encargada de repartir las tareas a todo el grupo. Esa mañana llegó a clase muy alterado, nunca lo había visto así, ni cuando descubrió que su vecina, (una adorable viejecita) se dedicaba a capturar los gatos del vecindario para hacerse abrigos de piel. La mirada que tenía Víctor era muy clara, ¡¡¡ había caso!!! Las horas previas al recreo no pudimos evitar intentar averiguar de qué se trataba aquel misterioso caso. Estábamos impacientes por saber que se traía Víctor entre manos.
Cuando sonó la
sirena todos corrimos hacia nuestro rincón secreto. Y cuando llegó Víctor,
nuestros ojos y oídos solo le prestaban atención a él. Sus primeras, palabras
ya las sabíamos:
-¿¡Chicos,
tenemos caso!! Sabéis que siempre hago el mismo camino de ida y vuelta al
instituto, y que me fijo en todo los detalles. Pero había uno que se me había
escapado hasta hoy. ¿Recordáis que nos dijo el profesor de física que tenía un
laboratorio privado en el que se dedicaba a realizar análisis de sangre para
zoológicos? Pues es una tapadera. Se dedica a hacer mutación genética con
animales.
-Pero, Víctor, ¿qué
dices? – dijo Sara.
-Lo que oyes.
Entonces Víctor
empezó a detallar como había llegado a esa conclusión, nos contó que conocía
los horarios del laboratorio y nos dijo que el profesor estaba tramando un plan
muy malvado.
-Tenemos que
difundir las imágenes y pruebas a las redes sociales, así desenmascaremos al
profesor y se descubrirá la verdad.
-Pero… ¿cómo? - preguntó
Marta.
-A las ocho, el
profesor acaba su turno y en ese momento, podremos colarnos en su laboratorio.
Grabaremos, subiremos el vídeo a las redes y saldremos pitando hasta mi casa.
Y una vez
aclarado el plan, todos corrimos hacia nuestras casas para preparar nuestro
equipo de espionaje. A las seis y media quedamos en las puertas del instituto
para repasar el plan y estar preparados para hacer lo que mejor se nos da,
¡espiar!
Nos pusimos en
marcha y observamos fijamente al profesor hasta que se fue; al quedarnos solos,
corrimos hacia su guarida. Escondidos en unos arbustos pudimos observar que sacaba
unas ratas de aquel lugar, y por fin pudimos entrar en el laboratorio.
No veíamos a
nadie pero se escuchaban ruidos por todas partes. El laboratorio estaba
solitario, oscuro, pero aunque nosotros no lo sospecháramos se avecinaba lo
peor.
Empezamos a ver
botes de cristal con fetos de animales muy tenebrosos, (perros con dos cabezas,
ratas con ocho patas, etc.)
Entramos en una
sala donde había jaulas con monos que al vernos empezaron a chillar. Salimos
corriendo de esa sala para que se callaran y no nos descubrieran
No paramos de
grabar, claramente era un laboratorio de mutación genética.
Nuestra sorpresa
fue al entrar en una habitación donde había una piscina y dos niños dentro con
muchos cables conectados a un monitor.
¡Respiran!,
¡están vivos! Y diciendo esto Víctor se metió en la piscina con la cámara y lo
grabo todo.
Pudimos salir del
laboratorio sorprendentemente sin ser descubiertos.
Corrimos hacia la
policía y le enseñamos todo lo que grabamos.
Inmediatamente
varios agentes y nosotros fuimos a ese lugar.
Cuando entramos
solo había una muchacha en recepción, ni rastro de animales, ni botes, ni niños
conectados, nada de nada. Salas vacías. Solo habían pasado dos horas y ya no había
nada. ¡No puede ser, decíamos todos!
Recibimos una
bronca de la policía, la bronca y castigo de nuestros padres y en el instituto
no pararon de burlarse de nosotros durante meses.
Por cierto el
profesor al día siguiente no apareció, nos dijeron que por motivos familiares
había pedido cambio de destino y no volvió más.
Dos meses después
de todo recibí un paquete y una carta en mi casa.
En el paquete había un frasco de cristal con el
feto de un perro con dos cabezas y la carta decía: “sé lo que visteis en el
laboratorio”- firmado por: tu profesor
favorito.
HUESARIO
Carmen Franco Rodríguez de 1º
de Bachiller «B».
Fuera
el aire era frío, seco. Las hojas se caían de los árboles. El reloj de péndulo
acababa de anunciar que había caído la media noche. El silencio abarcaba cada
rincón de la casa y la oscuridad se apoderaba de ella a medida que las velas
que había colocadas en algunas estancias se iban consumiendo.
Sofía
corría entre la penumbra de los pasillos, palpando las paredes. Le faltaba el
aire, estaba sofocada. Su camisón estaba rasgado, manchado del hollín de la
chimenea dónde había estado escondida. Su llanto rasgaba el silencio.
Volvió
a resonar la nana que siempre le cantaba su madre, ya era incapaz de distinguir
si era ella misma en su cabeza o ellos que venían a por ella. “Grita el pájaro
nocturno, ya está dentro de la casa, para visitar a los que no pueden dormir”,
resonaba cada vez más fuerte. Debería haberse ido a dormir antes de la media
noche, ahora no podía hacer nada, no podía escaparse de ellos.
Sabía
que ya no había solución, que ahora vendrían a por ella como hicieron con su
hermano, con sus padres, como hicieron con todos los que vivieron en aquella
casa. Ahora ellos, los espíritus, más almas infelices que habitaban entre las
paredes acabarían con su vida. La perseguirán por toda la casa en la oscuridad
más absoluta. Le susurrarían todas las cosas espantosas que ocultaban sus
muertes, le contarían todas las veces que jugaron con su cuerpo por las noches
entrando dentro de ella, le enseñarían como la vigilaban por los reflejos. Le
cortarían los dedos y los pondrían en los agujeros de la pared de la guardilla
como hicieron con todos los demás, para que no arañaran las paredes, para que
no llamaran a las puertas, para que no pudieran salir nunca de allí.
Los
dedos estaban putrefactos, la pared era un auténtico huesario que contaba los
horrores que escondía aquella casa que se alzaba firme al anochecer de cada
día, a pesar de sus años.
Era
cuestión de tiempo que acabaran encontrándola, que no tuviera más escapatoria.
El vello se encontraba en un erizado constante.
“¿Escuchaste a alguien a tu lado?” Podía notar el aliento en su nuca, se
hizo el completo silencio, se quedó sin respiración.” Escondido en la esquina,
y viéndote directamente” su corazón se había acelerado, el frío se apoderaba de
su cuerpo de sus huesos que ya estaban muertos en vida. “Ellos caminan, ellos
vienen, cerca”. Cada vez resonaba más fuerte, sabía que a su alma ya le habían
puesto precio después de la última campanada de las doce.
“Cierra
tus ojos pronto. Toda la silenciosa noche se esconde, para ti es robado y va a
capturarte. Te vigilan y susurran las nanas en la noche. Por más que te
escondas, por más que corras, él pájaro nocturno grita: ya está dentro de la
casa, para visitar a los que no pueden dormir. ¿Escuchaste a alguien a tu
lado?”
¿Lo
escuchaste?
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Las
imágenes que ilustran esta reseña proceden de álbumes de flickr:
Costurero
de PyJ Saldaña [Pablo y Julián] (2019).
Les homoncules de Jean-Marc [lizardking_cda] (2017).
A
lover, departed de alexstorddard (2011)
Enlaces hacia la ubicación de las
imágenes:
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