La primera entrada del curso escolar solemos dedicarla a exponer
los proyectos y líneas de actuación y alabar su continuidad. En el presente
curso, lamentablemente, nos limitaremos a confirmar que persisten todas las
medidas de prevención y control de la pandemia que ya se aplicaron el curso
pasado. No sabemos hasta cuando se mantendrá este estado de cosas, pero aun
cuando la situación sanitaria se encuentra cada vez más controlada, lo más
probable es que el régimen de contención se aplique durante todo el curso.
Un curso más, pues, nos vemos obligados a efectuar una serie
de dolorosos sacrificios. El más severo ha sido renunciar a ese recreo
multitudinario (No había día en el que no llegáramos al lleno absoluto) en el
que nuestra biblioteca servía de sala de lectura, lugar de estudio, consulta de
internet para trabajos y sede de los jugadores de ajedrez. Mientras sigan
vigentes las normas que limitan el aforo, todas estas actividades quedan en
suspenso, que no suprimidas. Tampoco podremos contar con un servicio de tanta
solera como el de alumnos ayudantes de biblioteca, inútil en estas
circunstancias.
Otro servicio que seguimos sin poder prestar es el de sala de
estudio en horario escolar para alumnos que convalidaban y, de forma
excepcional, cuando faltaba algún profesor. El aforo se ha reducido a un máximo
de diez personas y se correría el riesgo de mezclar alumnos de distintos grupos
y extender un posible contagio.
Por otra parte, y
dadas las acuciantes necesidades de espacio de este curso, la biblioteca
servirá, un año más, de sede del aula de convivencia. Gestionar este entorno
destinado a la disciplina y a la resolución de conflictos será una tarea más
del profesorado que formamos el equipo de esta institución. Dado que este uso
supone la entrada de alumnos de cursos distintos en horas diversas, la
biblioteca será desinfectada en las entreclases cuando llegue a ser empleada
con estos fines. El servicio de limpieza está advertido y realiza esta tarea
con prontitud y eficiencia. Recordemos que la lucha contra el contagio es
nuestra mayor prioridad.
Parece que evocamos un tiempo muy lejano (y más feliz) cuando
el paso del año estaba marcado por el desarrollo de actividades de animación
lectora, que han hecho famosa a nuestra biblioteca: el Cementerio de Libros
Olvidados, la celebración del Día de la Constitución, las Jornadas del Cómic,
la Navidad, el Día de Andalucía, el Día de la Mujer, por citar solo los
ejemplos más representativos.
En un principio, parecía confirmarse la prohibición de
permitir sacar a los alumnos de sus clases. Mucho menos mezclar escolares de grupos
diversos. Pero las últimas noticias apuntan a una relajación de esta norma, por
lo que se abre un resquicio para la celebración de actividades extraescolares.
De todas formas, estas jornadas educativas exigen una dilatada preparación, difícilmente
compatibles con las difíciles circunstancias que todos los miembros de la
comunidad educativa estamos viviendo. Simultanear la enseñanza presencial con
la virtual supone redoblar esos esfuerzos. Este tiempo que nos ha tocado vivir
si para algo debe servirnos, es para ser realistas.
Por tanto, en el momento de escribir esta reseña, la única de
las actividades que se mantiene es el préstamo. Pero este servicio implica
muchas tareas como ordenar los estantes, actualizar el catálogo, forrar libros
y, sí, proseguir con la política de adquisiciones. Nuestro buzón de sugerencias
sigue para abierto para los alumnos y el resto de la comunidad educativa y
nuevos ejemplares se incorporan ya a nuestra colección y otros están en camino.
El ávido lector tendrá noticias de las incorporaciones al contemplar la
estantería de novedades, estratégicamente colocada junto a la sección de
préstamos, y, por si hubiera alguna duda, a través de las reseñas que iremos
incorporando en este blog.
En este curso hemos conseguido iniciar el servicio de préstamo desde el primer día lectivo. Recordamos que, en horario de recreo, los alumnos entrarán de uno a uno y cumplirán el resto de normas exigidas por la nueva normalidad (uso obligatorio de mascarillas, empleo del gel hidroalcohólico y distanciamiento entre el profesor de biblioteca y el usuario). Aunque se ha probado que los libros no contagian, se mantiene el aislamiento de los ejemplares devueltos durante un plazo no inferior a las cuarenta y ocho horas.
Demasiadas renuncias y demasiadas normas hemos trazado en
unos pocos párrafos. Pero no olvidemos, que en esta época de adversidad hemos
salvado el primero de nuestros tesoros: los libros. El segundo, el gusto por la
lectura y su fomento, no tiene por qué perecer o interrumpirse. Desde aquellos
lejanos tiempos en los que la profesora Lola Roldán reinventó la Biblioteca
“Nulla Dies Sine Linea” hemos transmitido el amor por los libros entre alumnos
y profesores, hemos contribuido en la formación de jóvenes bibliotecarios,
novelistas, dibujantes, guionistas, figurantes y hasta actores. Ha sido una inversión
sostenida año tras año, y por seguir con las analogías bancarias, esos activos
están dispuestos para rendir fruto. En este curso las clases pueden aprovecharse
para promover la fama de tal o cual autor, pueden celebrarse en las aulas las
efemérides lectoras de formas alternativas, pueden emplearse las plataformas
educativas para compartir libros en formatos digitales… Para la labor de
enseñar a disfrutar de la palabra escrita (y del cómic), no nos enfrentamos a
una crisis, sino simplemente a un cambio de escenario.
Es este compromiso el que nos movió el año pasado a los
profesores responsables de la organización y el funcionamiento de la biblioteca
a seguir en el proyecto, sin importarnos las nuevas condiciones de nuestro
trabajo. Este año hemos confirmado nuestro compromiso, ya sea bajo las
complicadas circunstancias actuales, ya en un entorno más esperanzador.
En este escenario de rupturas, un cambio de enorme trascendencia ha sido sustituir el longevo sistema de gestión de bibliotecas escolares Abies por el sistema Séneca. Se trataba de un cambio necesario pero muy dificultoso, pues había que transferir todo el fondo de libros y todos los préstamos que en ese momento estuvieran “vivos”. Hemos pasado más de un mes registrando a mano la entrega de libros a domicilio y anotando su vuelta, hasta que el nuevo sistema ha llegado a estar completamente operativo. Ni que decir tiene que este traspaso hubiera sido infinitamente más dificultoso en uno de esos cursos en los que nuestra biblioteca funcionaba a todo ritmo.
Los profesores que este trabajamos en la biblioteca
nos hemos visto obligados a aprender el funcionamiento
del nuevo sistema, formación que realizamos al poco de implantarse este
programa. De esta forma, este año hemos podido iniciar el préstamo desde el
mismo quince de septiembre.
Estos profesores que trabajamos en la biblioteca somos los siguientes:
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Manuel Arroyo Jaraba
-
Daniel Carmona Gómez
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Aurelia Díaz Ramírez
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Juan Farfán Espuny
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Inmaculada García Barrera
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Feliciana González Chico
(Coordinadora)
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Rocío Jiménez Arce
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Ángela M.ª Martínez Villegas
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Francisco Martín Martín
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Francisco Palomares Merino
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Encarnación Sánchez Jiménez
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José Enrique Viola Nevado
-
Carolina Wic Rodríguez
Se observará que este elenco viene a reiterarse año tras año. Evidentemente
la familiaridad con la biblioteca resulta conveniente porque agiliza el reparto
de tareas y garantiza que estas labores se lleven a cabo con eficacia. Como en
años precedentes, se ha procurado que la selección represente el panorama de
departamentos didácticos del Vélez.
Como incorporación destaca Carolina que desde el primer día ha mostrado
su interés por trabajar en nuestros distintos proyectos.
Por desgracia, tenemos que hablar también de despedidas. No contamos
este curso con Carmen Carrasco y es una verdadera pena, pues se trata de una colaboradora
con sobrada experiencia, y cuya labor en la realización de las actividades
educativa va a resultar difícil de reemplazar.
Con la supervisión del equipo directivo se diseñó el siguiente horario de
guardias de biblioteca:
Que a lo largo de estas horas, de muchas de nuestras clases y de algunos desvelos en nuestras casas podamos llevar a la práctica nuestro proyecto. No en vano, es en la oscuridad donde más precisa y donde más destaca resulta la antorcha de la civilización.
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La ilustración que encabeza esta entrada tiene como autora a la ilustradora
inglesa Cate Simmons. Su título es El
chico que leía a los dragones… [The boys who reads to dragons… ]
Procedencia de la imagen:
https://www.flickr.com/photos/steeringfornorth/14541205959/in/dateposted/
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