En el presente
curso el Vélez de Guevara se ha volcado en las actividades de conmemoración el
Día Internacional del Libro, con actividades que se ha prolongado durante más
de una semana y que se han celebrado tanto dentro como fuera de nuestro
instituto. Además hemos colaborado con otros Centros de la ciudad en este
homenaje a la palabra escrita, al saber compilado.
Pero este alud de
novedades no ha conseguido destronar a la primera y, medular, actividad
iniciada en el illud tempus
roldaniano: La hora de lectura simultánea. Un año más, y siempre que la
sucesión de los fines de semanas y el cómputo de la Pascua lo permitan, el veintitrés
de abril a tercera hora se pausan las lecciones y los ejercicios y los
profesores con sus grupos respectivos, abren los libros que se han traído de
casa y se entregan a su lectura.
Este año han sido treinta cinco profesores con
sus treinta cinco grupos los que han participado en la actividad, o sea, todos
los cursos que se hallaban en ese momento en el instituto (se exceptúan los que
están de excursión y los grupos de formación profesional básica y de ciclos
formativos que se hallan de prácticas). Vaya por delante, que agradecemos a
todos los profesores que han participado en la actividad su compromiso con la
cultura y con la Biblioteca del Centro.
Estos profesores además, colaboraron con
nosotros advirtiendo con anterioridad que el libro había que traérselo de casa,
que ese día estaba cerrado el préstamo de la Biblioteca. La jornada pues,
multiplicó el número de volúmenes que alberga el Vélez. Muchos alumnos vinieron
con lo primero que encontraron, esa es la verdad, pero otros muchos
aprovecharon para rendir homenaje a sus autores consagrados. Señalemos que
Laura Gallego –la autora, no la cantante de copla- ganó por goleada.
Nosotros llevamos
ya muchos años celebrando este día y en esta ocasión con nuestros alumnos de
segundo de bachiller recordamos la conmemoración de esta jornada hace ya tres
años. Algunos escolares tuvieron la gentileza de traer los mismos libros y posar
en actitudes idénticas. Es este su último año en el Vélez y esperamos que estos
años les hayan servido para potenciar su estima por la cultura escrita, para
descubrir a sus autores y a sus géneros preferidos.
Un año más hemos
echado un cuarto a espada por las historietas y recordando que el 23 de abril
es una efeméride cervantina reproducimos esa viñeta-homenaje al caballero
andante que realizan René Goscinny y Albert Uderzo en Astérix en Hispania. Verdad es que el encuentro entre los galos y
el ingenioso hidalgo y su escudero se verifica en un paraje tan poco quijotesco
como los alrededores de Pamplona, pero esto puede explicarse argumentando que
los autores del cómic ardían en deseos de propiciar la confluencia y la
colocaron al poco de cruzar los Pirineos. Señalemos, por otra parte, que se
cumplió esa profecía de Sancho Panza que anunciaba la representación gráfica de
sus aventuras no en los cuadros de museos sino en los medios de masas: «Yo
apostaré –dijo Sancho- que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta
ni mesón ni tienda de barbero donde no ande pintada la historia de nuestras
hazañas».
En la relectura de
este álbum de Astérix encontramos otros motivos para la reflexión que hicieron
provechosa esa tercera hora de la lectura silenciosa. Vamos a enumerarlas:
-
El álbum ha sido criticado como un
compendio minucioso –hasta el hartazgo- de tópicos sobre España, pero, aparte de
que esa era la visión de la mayor parte de franceses, nuestras instituciones
turísticas patrocinaban en aquel entonces a bombo y platillo esa visión de
nuestro país. A no dudar, este álbum ayudó a dar a conocer a España como
destino turístico al otro lado de los Pirineos.
-
Astérix en Hispania ocupa el puesto décimo
cuarto en el canon de las aventuras de los galos, pero cronológicamente debiera
ser de las últimas, pues en la primera viñeta se indica que la historia se
inicia tras la batalla de Munda (17 de marzo del 45 A. C.). A Julio César le
queda menos de un año de vida y su asesinato, al menos de momento, es la fecha post quem para la saga de Astérix.
-
En esa primera viñeta se indica la
equivalencia entre Munda y la actual Montilla, pero esa tesis encuentra hoy poco
defensores. De acuerdo con los investigadores actuales el teatro de la batalla
parece situarse más bien en las cercanías de Osuna. Entonces, esa versión íbera
de la aldea gala emplazada en terreno montuoso podría ser Irni o algún otro oppidum
de la Sierra Sur. Y este es el momento de pronunciar el De te fabula narratur.
-
La visión de los íberos como raza
indomable evidencia tanto los tópicos sobre la España Eterna como el influjo de
las descripciones griegas y latinas sobre esta cultura. La arqueología confirma
ese mundo de guerreros esforzados e indómitos.
-
Lo que la arqueología desmiente es
que las íberas se encargaran de las tareas del campo y del hogar que sus
maridos despreciaban, como induce a creer la viñeta anteriormente reproducida.
Es más, las tumbas nos informan que la cultura íbera tenía en alto concepto a
las mujeres, o al menos a las féminas de clase alta. Desde luego gozaban de más
consideración que en la mayor parte de las culturas de la antigüedad.
-
Otra visión nada favorable de la
mujer española la encontramos en Los
laureles del César, en el que la criada es una andaluza (o bética) a lo que
se ve poco cultivada. Llegados a este punto tendremos que preguntarnos qué
tenían Goscinny y Uderzo contra las mujeres de este lado de los Pirineos. La
repuesta debe encontrarse en que la génesis y publicación de las aventuras de
Astérix el Galo coinciden con los años de la emigración en los que cientos de
miles de españoles se vieron obligados a abandonar nuestro país para desempeñar en
Francia y en otros países europeos los trabajos que sus habitantes
despreciaban. Entonces tendría sentido, y entonces resultaría gracioso, colocar
a una sirvienta andaluza iletrada como parte de la ambientación de una casa bien parisina o pintarlas
trabajando como acémilas en su lugar de origen.
Hoy estos juegos no nos parecen divertidos, pero es que debemos
recordar que los libros envejecen. Antes de condenar ésta o cualquier otra obra
debe recordar la máxima horaciana que afirma que «Múdandase los tiempos, y
nosotros con ellos». Dado que no somos inmutables y que la percepción de las
injusticias que nos rodean se perfecciona (o se puede perfeccionar) debemos ser
indulgentes con los malos ejemplos que encontramos en libros, historietas,
películas… de otras épocas, entre otras razones por que puede que lo que ahora
nos haga reír luego no nos los parezca tanto. Además estas visiones despectivas
nos informan sobre los tópicos, los sueños y los temores de épocas pasadas. Son,
en palabra de Juan de Zabaleta, Errores
Celebrados.
En el 23 de abril bueno será recordar que los libros son buenos
compañeros, pero que, como cualquier obra humana, son hijos de su tiempo. Hay
que leer con entusiasmo, pero sobre todo con prudencia. Y a veces, con misericordia.
Enlace hacia el reportaje de fotos de esta actividad en el Facebook del
Instituto:
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