0
ello
Autora: Lauren Weisberger
Título: La Venganza viste de Prada (Revenge wears Prada)
Chick lit, Humor, Ficción Urbana
Editorial: Planeta
428 páginas
Precisemos que se trata de una novedad… para nuestra biblioteca, pues el libro lleva ya doce años rodando por el mundo y, de hecho, el ejemplar ha sido adquirido en el mercado de ejemplares de segunda mano.
La autora, La norteamericana Lauren
Weisberger, se hizo famosa con su primera novela, El Diablo Viste de Prada,
escrita en el 2003. La obra permaneció
en el podio de las más leídas durante meses y recibió buenas críticas. Se las
mereció pues es una obra desenfadada, bien estructurada y muy divertida. Tres
años más tarde, en el 2006, el relato fue convertido en película. El film,
aunque presenta algunas diferencias con la obra de Weisberger, resultó ser tan
entretenido como la novela. Hasta tal punto, que reactivó sus ventas o más bien
las catapultó. La novela se hizo mundialmente famosa, siendo traducida a
31 idiomas, en muchos casos, por no decir todos, como rebote de la película. La
edición española se data, precisamente en el 2006. Nuestra biblioteca atesora
un ejemplar de aquel año, editado por el Círculo de Lectores. No obstante, la
traducción se fecha en 2004 (a cargo de Matuca Fernández de Villavicencio), por
lo que alguien, antes del filme, ya pensó en el éxito de la obra entre los
lectores de habla hispana.
La siguiente obra de Weisberger se esperó con
verdadera expectación y la autora recibió un anticipo millonario (contrariando
a los hábitos de las editoriales norteamericanas). No obstante, este libro (Como
ser lo más de Nueva York) no alcanzó, ni de lejos, esas cifras de vértigo. Tampoco
captó el interés de ningún cineasta. La siguiente novela tampoco remontó y la
cascada de traducciones se detuvo. La crítica aprovechó esta coyuntura para
cebarse de forma totalmente injustificada, pues estas novelas no pueden
considerarse fracasos -lo cierto es que se vendieron bastante bien- y, además, un
escritor no está obligado a presentar bestsellers uno tras otro. Y mucho
menos en publicar pensando en las carteleras. Pero estas sanas verdades se
obviaron y las malas lenguas señalaron que, tal vez, la escritora debiera
volver a trabajar en el mundo de las revistas de moda y así volver a encontrar
la inspiración.
Weisberger no volvió a la redacción del Vogue,
pero sí retomó al personaje de Andrea Sachs y el elenco del ficticio Runway.
Desconocemos por qué tomó esta decisión. Tal vez pensara que la novela se
vendería mucho mejor que las dos anteriores (y en eso acertó) o tal vez
admitiera que, escribiera lo que escribiera, siempre por siempre, sería la
autora de El Diablo viste de Prada (ahí también dio en el blanco).
La sinopsis que presenta la editorial de esta nueva obra, La Venganza viste de Prada es la siguiente:
Ha pasado casi una década desde que Andy Sachs dejó el trabajo «por el que un millón de chicas matarían», como ayudante de Miranda Priestly en la revista Runway, un sueño que resultó ser una pesadilla.
La vida de Andy ha mejorado mucho: ha montado su propia revista, que se ha convertido en un referente, y ha conocido al amor de su vida, Max Harrison, con el que está a punto de casarse. Pero el karma le juega una mala pasada y no deja que Andy se libere completamente del pasado. Pronto se da cuenta de que nada es lo que parece, ni su novio, ni su socia ni su propia carrera, y de que sus esfuerzos por construir una nueva vida la llevan de nuevo al infierno del que escapó diez años atrás.
Pasemos ahora a
nuestro parecer sobre La Venganza.
En primer lugar,
se advierte que la autora se ha tomado su trabajo para redactar este relato,
pues podía haber recurrido a un ghost writter o haber realizado un
refrito de la primera obra, pensando, además, que ese producto es lo que
demandaba la mayor parte de los lectores. Estamos hablando, pues, de un libro
concebido con tiempo, bien estructurado y escrito con cierto cuidado. Esta novela se lee bien, es entretenida,
sirve para conocer la vida de los neoyorkinos de clases alta, o más bien para
completar lo que ya conocemos por las series de televisión. Las madres
primerizas y / o las casadas que inician su vida matrimonial se sentirán, sin
duda, reflejadas en este relato. A no dudar son retazos de la vida de la
autora, bien que su vida como madre y esposa ha sido más afortunada que la de
Andrea Sachs.
Aquí concluyen sus méritos. Sobre sus desaciertos, la
obra cumple a la perfección el dicho de que “nunca segundas partes fueran
buenas”.
Antes de iniciar el cahiers de doléances,
señalemos que las secuelas son empresas en la que el éxito rara vez acompaña
(aunque el autor o autora suelen sanear su cuenta bancaria y tal vez ese sea el
objetivo). Para empezar, y como otras muchas novelas, El Diablo viste de
Prada concluye con un final previsible y cierra todas las tramas del
relato. En segundo lugar, los seguidores constituyen un público muy susceptible
y muy difícil de contentar. En tercer lugar, ningún escritor puede redactar una
continuación que prosiga lo relatado anteriormente y que, además, armonice con
lo que ha escrito y, a la vez, con el guion cinematográfico del mismo. En la
saga de Odisea del Espacio, Arthur C. Clarke lo tuvo claro: ante
cualquier discrepancia, es la película la que lleva la voz cantante.
¿Existe continuidad entre el Diablo
(la novela) y la Venganza? Pues
no. Al final de la primera novela, Andrea (más conocida como Andy) la dejamos
bien acogida por su familia y acompañada por su amiga Lily. Ha abandonado el
mundo de la moda y sus pompas y se dedica a escribir pequeños artículos y
parece que su vida va encarrilarse por las vías del trabajo creativo y del bajo
presupuesto. Eso sí, su “arrepentimiento” ha sido tardío e inútil, pues su
novio de la toda vida, Alex, no está dispuesto a retomar la relación, por mucho
que Andrea lamente su entrega a Miranda Priestly.
En la (pretendida) continuación, la autora va
incluyendo reflexiones de la protagonista que permiten enlazar con la obra
anterior, pero que también sirven para que se lea como una obra independiente.
Pues bien, según estos recuerdos, los padres de Andy se divorcian, su amiga
Lily se marcha al otro extremo del país (otorgándonos la razón a los que
pensábamos que ese personaje era un peso muerto y que hicieron bien en
prescindir de ella en el filme) y la protagonista se queda sola y desamparada.
No sabemos para qué se tomó el trabajo de trazar un entorno seguro, que ocupa
todo un capítulo, en la primera parte, para tirarlo por la borda en la segunda
en un par de párrafos.
Como algunos lectores señalan, este
desescombro relativiza la primera novela, que se dice pronto. Andrea solo tenía
que aguantar una semana más en Paris y todo el esfuerzo de un año en Runway
valdría la pena, pero lo aventó por la borda por estar con su familia, amigos y
novio… ¡oh sorpresa! ni amigos, ni familia ni novio se quedaron junto a ella,
horrible decepción ¿de que sirvió entonces tanto sacrificio?
Pero aquí hemos venido a defenestrar el
segundo libro. Contra todo pronóstico, Andrea pertenece ahora a esa clase alta
que tanto parecía detestar. La novela se inicia con su boda con Max Harrison,
un acaudalado CEO perteneciente a esa aristocracia norteamericana que logra
mantener los activos bancarios durante varias generaciones (aunque los Harrison
de la novela han bordeado la bancarrota). En otro sorprendente giro de los
acontecimientos, Andrea es co-editora de una revista de papel couché
consagrada a los bodorrios de los famosos. La revista se llama The Plunge
(Algo así como “La Zambullida” aludiendo a la expresión anglosajona Take
the plunge, que se emplea cuando los novios deciden casarse). O sea, que en
la primera novela abandona el mundo de las revistas de moda y de su jefa
Miranda Priestly y en la segunda se gana la vida como copia de menor formato de
todo lo que tanto odiaba (y empleando a escondidas la agenda de su inefable ex jefa).
Ya hemos señalado que la protagonista es
co-editora o co-propietaria de la revista. La otra directiva es Emily Charlton,
antigua compañera de fatigas en el dichoso despacho de Runway. Si en la
primera novela. Andy se lamenta una y otra vez del poco caso que le hace la
primera ayudante de Miranda, en la segunda son amigas del alma. Vivir para
leer. Una precisión: en la primera novela nunca se indica el apellido de Emily.
En la continuación, la autora no se lo inventa, lo coge prestado de la
adaptación fílmica.
Lo más inverosímil de todo esto, según la
crítica, es la creación de The Plunge, en una década en los que la
prensa escrita y las revistas ilustradas se han venido literalmente abajo. No
parece creíble que en la primera (o en la segunda) década del siglo XXI en
Nueva York saques adelante una revista nueva, de tema frívolo y encima tenga
éxito. Puesto que Weisberger vive en la ciudad de los rascacielos y conoce al
dedillo el mundo editorial, nadie sabe cómo ha podido ignorar todo esto. Por
poco mundo que uno tenga, habrá contemplado en su barrio el cierre y
desaparición de kioskos y tiendas de prensa. Perdida (Gone Girl)
de Lilian Gish (otro éxito literario con adaptación fílmica) menciona ese
colapso de los redactores de magazines neoyorkinos. Y no se molesta en
explicarlo, lo da como algo conocido por todos.
Pues Weisberger ha pasado de todo esto, como si la desgracia de muchos
de sus compañeros de redacción no le importara.
Miranda Priestly, que ha ascendido en su
editorial (otro parecido incómodo con Anne Wintour) pone el punto de mira en The
Plunge. Con el apoyo de otros directivos de la empresa planea adquirirla,
pagando eso sí, una generosa cifra a las propietarias de la revista. Al final
logrará apoderarse de ella y despedir a toda la plantilla, incluida a una
cándida Emily Charlton. No manda por la borda a Andrea, pues ella, que temblaba
como una hoja sólo al oír el nombre de su ex jefa o futura nueva jefa, ya se
había bajado del carro ante de la OPA friendly. Eso sí, la puja se lleva
por delante su amistad con Emily y su matrimonio, vamos su vida entera.
En un nuevo salto mortal la obra acaba… no
como empezó, que ya sería raro, sino como concluyó la primera, que es
demencial: con Andy escribiendo artículos de poca monta y luchando por hacerse
un nombre en el circuito literario neoyorquino (sigue sin mencionar que ese
mercado está de capa caída). Alex, que viene de otra relación rota, parece el
destinado a ocupar, de nuevo, su corazoncito. Eso sí, la protagonista tiene una
hija de corta edad de Max y una suma de siete ceros en su cuenta bancaria. Pero
que estos detalles no coarten ni corten una bonita historia de amor.
En suma, la novela no cuenta nada o no cuenta
nada relevante, un paréntesis, o más bien un meandro en la vida de Andrea Sachs
(o Andrea Harrison como ahora la conoce todo el mundo). Su futuro sentimental
es otro desacierto, pues Alexander Fineman es de, lejos, el personaje más
odiado por todos los seguidores de la saga. Esta figura también ha sufrido una inusitada
metamorfosis: de entregado maestro de primaria en institutos conflictivos (en
la primera novela) es ahora profesor de una de las más caras y elitistas
escuelas del país. Igual es que como Lauren Weisberger subió como la espuma,
imagina que los demás podemos progresar en nuestras profesiones como cohetes de
feria.
El final ha decepcionado a todos los que le
esperaban una continuación del primer y fulgurante relato, pero este desenlace
es la conclusión lógica de una cadena de desaciertos. Además, los errores de
Weisberger no se limitan a las incongruencias de la trama y al desdibujamiento
de los personajes. Repasemos estas pifias, indignas de una autora consagrada.
El título es
engañoso. Promete la reaparición de Miranda y un enfrentamiento (épico) entre
ella y Andrea, pero este combate nunca llega, o, mejor dicho, cuando va a llegar,
la protagonista prefiere retirarse de la circulación. Se relatan cuatro o cinco
encuentros o desencuentros entre Miranda, Andrea y Emily y eso es todo. Puesto
que la tiránica jefa afirma no acordarse de ellas cuando fueron sus ayudantes
(o ayudantas) y estas tampoco planean ninguna revancha, el título y el
subtítulo quedan a la altura de un titular del Pronto. ¿Venganza? ¿cuál
venganza? ¿regreso del Diablo? ¿qué regreso?
El comienzo es
otra decepción. El relato de un sueño que es de todo menos un sueño, una vuelta
engañosa al universo de la primera novela que no convence a nadie. Eso sí,
revela el carácter de Andrea que permanecerá inalterable a lo largo de todo el
relato (contraviniendo la preceptiva literaria). La chica indomable y
voluntariosa de la primera parte es ahora un ser irresoluto, con una obsesión por
Miranda Priestly de las de hacerse ver por un especialista. A ver, que ya han
pasado diez años y que todos hemos tenidos jefes (y jefas insoportables).
Un último desengaño:
La narración cambia de primera persona (contada por Andrea) a tercera persona
lo que hace que en el libro se vuelva distante y más aburrida. Puesto que la
autora sigue centrada en las peripecias y en los procesos mentales de la señora
Sachs-Harrison, no entendemos las razones del cambio. Otro error de
principiante. Otra decisión precipitada. Otro escalón que contribuye a quemar a
la protagonista, a convertirla en un ser antipático.
No sabemos como
habrá reaccionado Weisberger ante este varapalo de la crítica. Una vez más,
añadimos que, si bien no habrá vuelto a las cimas del éxito, su cuenta bancaria
no habrá dejado de engordar. Lo cierto es que en el 2018 siguió con la saga publicando
una nueva obra, centrada esta vez en Emily Charlton. Se titula When Life
Gives You Lululemons. No está traducido al castellano, ni creo que se vierta
nunca a la lengua de Cervantes.
Por su parte, los productores de la película piensan en
realizar una segunda parte, contando con la colaboración de Meryl Streep
(Miranda), Emily Blunt (Emily Charlton) y Stanley Tucci (Nigel). A Anne
Hathaway (Andrea Sachs) ni está ni se le espera. Evidentemente, la obra que
reseñamos no será tomada como modelo a no ser como mal ejemplo. De hecho, no se
cuenta para nada con Lauren Weisberger (que una vez más dulcificará sus
fracasos con otro sustancioso engorde bancario). La trama, según nos ha sido
anticipada, parece dirigida contra la autora: Miranda tendrá que abandonar su
insolencia y buscar ayuda ante el bajón de ventas de la revista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario