martes, 22 de febrero de 2022

Andalucía en el Atlas de Seix Barral (1950)

 


Como conmemoración del Día de Andalucía, y como forma de contribuir a su conocimiento, ofrecemos una serie de escaneos sobre la cartografía de nuestra tierra extraídos del Atlas Geográfico de España Físico, Político y Estadístico publicado por Seix Barral Hermanos en Barcelona en 1950.

Este Atlas es una de las joyas de nuestra biblioteca. Entró en el mismo año de la fundación de nuestro instituto, siendo registrado con el número 409. Respecto a la edición señalemos que la original vio la luz en 1949. La que manejamos es una reimpresión o una segunda edición, aunque este detalle no se precisa.


El Atlas no divide la representación del territorio hispano en las regiones tradicionales, sino que la despieza en una serie de regiones vagamente naturales. Recordemos que nos situamos en el primer franquismo y que todo ámbito superior al provincial puede ser malinterpretado. Por tanto, Andalucía queda repartida entre el mapa de la Región Sur y el de la Región Sudeste. No obstante, en el rótulo se realiza expresamente la equivalencia entre la Región Sur y Andalucía. De todas formas, parte de Almería queda fuera del mapa.

De acuerdo con las convicciones de la época se nos ofrece una cartografía ambigua y demediada de nuestra región (y de las del resto del conjunto español). No obstante, más adelante ofrece fragmentos de nuestro territorio que nos parecen tan evocadores como útiles y que reproducimos a continuación.

En la sección de ‘Mapas Parciales’ encontramos un mapa del Delta del Guadalquivir, sector que hoy rotularíamos como Las Marismas del Guadalquivir. La cambiante geografía de lucios y caños aparece como un territorio virgen, sin núcleos de población ni infraestructuras viarias de ningún tipo. En el territorio del futuro Parque Nacional de Doñana el curioso lector podrá encontrar el trifinio donde coinciden las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla.

En la misma sección encontramos un Detalle de El Estrecho de Gibraltar. La atención del cartógrafo parece dividirse en Gibraltar y la inmediata Bahía de Algeciras, por una parte, y en Ceuta, por la otra. El resto del mapa se muestra como esbozado. Desde luego bastante ayuno de topónimos. El historiador señalaría que aún pesan los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial, pero que ya se van haciéndose notar las estrategias de la Guerra Fría. En cualquier caso, no se olviden de ese vasto mar interior que era la Laguna de La Janda.

Se echa en falta en esta parte una representación de la Bahía de Cádiz, pero comprendemos que una apretada síntesis de la piel de toro, Andalucía – Región Sur con dos cartas geográficas se encontraba más que bien representada.

La siguiente sección se titula ‘Planos de las Principales Capitales’. Pero realmente no son planos, sino mapas de las ciudades y su entorno inmediato, en la tradición francesa de ‘et de ses environs’. La presencia andaluza en esta parte se reduce a un mapa de Sevilla y sus alrededores. La urbe aparece como creciendo por sus vías principales, aunque su extensión y la de arrabal de Triana resulta muy reducida. Aquí y allá aparecen algunos signos de modernidad como los dos aeródromos o el canal de Alfonso XIII, pero en general predomina la sensación de antigüedad: el Guadaira todavía discurre a su aire y los Caños de Carmona, considerados acueducto romano, permanecen todavía en pie.

Como no podía ser por menos, el Atlas concluye con el repertorio de posesiones coloniales reunidas bajo el marbete de ‘Posesiones Españolas’. Reproducimos la representación del Protectorado Español de Marruecos, saepe noster. Recordemos que por aquel entonces Ceuta y Melilla dependían de Cádiz y Málaga, respectivamente; que parte de nuestra región figura en el mapa; que este territorio solía incluirse en las representaciones cartográficas de la Tierra de María Santísima y que los contactos entre ambas riberas del Mar de Alborán se realizaban de forma frecuente y con toda naturalidad. Tánger ha vuelto a la tutela internacional y la calma chicha de los dominios de ultramar parece haberse instaurado de nuevo. Sabemos que la agitación independentista de Marruecos se encontraba en 1950 bastante crecida, pero obviamente ese extremo no iba a reflejarse en un Atlas como el que manejamos.

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