Me dispongo
a contaros la historia de dos chicos. Al primero lo vamos a llamar Juan,
Juanito para sus padres y hermanos. La segunda chica la conoceremos como Lucía.
Juanito.-
Juanito
nació en la habitación de una fría casa de cualquier pueblo andaluz. En ese
momento no había nada parecido a un médico que ayudara a su madre en el parto y
Juan y ella misma, estuvieron muy cerca de la muerte en un parto no más
dificultoso que cualquier otro en esos tiempos. Venía al mundo el sexto hijo de
la familia y su padre estaba contento: “otros dos brazos fuertes y duros para
el trabajo”; dijo. Y así fue como Juan a la edad de 7 años ya manejaba una
piara de ganado desde el amanecer, hasta la noche, a cambio de lo que hoy
serían poco más de unos céntimos de euro al mes.
Un día
lluvioso de invierno la tormenta cogió a Juan en mitad del campo. Era medio día
y empapado hasta los tobillos y con solo 10 años, decidió volver al cortijo a
cobijarse del temporal. Poco después de llegar al cortijo el capataz de la
hacienda le vino muy cabreado a decir que ¿quién se creía que era, decidiendo
cuándo dejar de trabajar? Que eso solo lo podía decir el capataz del cortijo.
Resultado de la mojada, Juan enfermó gravemente. Pagar a un médico costaba a
sus padres un dinero que no podían permitirse. Pero dada la gravedad del
asunto, su padre decidió llamar al médico del pueblo quien recetó inyecciones
de penicilina para la cura de Juan. El problema era ahora ir hasta Sevilla en
busca de la vacuna y lo más difícil, conseguir el dinero para el medicamento.
Para ello el padre de Juan pidió un préstamo a su patrón quién le recordó que
debería devolver casi el doble del dinero prestado. Una noche, durante la cena
a Juan se le ocurrió preguntar por qué él no entendía lo que ponía en cualquier
libro. Sentía curiosidad por leer y escribir. Su madre le contestó que no debía
preocuparse por eso, solo debía hacerlo por trabajar para sacar su casa
adelante… Y así vivió durante muchos años, trabajando desde su niñez.
Lucía.-
En la puerta
del hospital Virgen del Rocío esperaban la buena noticia el nacimiento de Lucía
todos sus tíos y tías, de todos ellos era su primera sobrina. Vino al mundo sonriente,
tanto que llamó la atención de todo el personal sanitario de la planta. Lucía
creció feliz entre mimos y juegos en la guardería de su barrio hasta que muy
pronto con 3 o 4 años entró en un colegio público. Era una niña inquieta a
quien le gustaba aprender todos los días algo. Sus padres fueron ahorradores,
sabían que Lucía podría estudiar si quisiese en la universidad. Así fue.
Estudió en la facultad de Derecho y hoy, Lucía es abogada. Aunque su vida es
mucho mejor que la de Juan, no está exenta de problemas. En su trabajo diario
Lucia se esfuerza para que las chicas tengan las mismas oportunidades que los
chicos y que la igualdad que establece la Constitución Española se cumpla en
todos los ámbitos de la vida de las mujeres que requieren de su ayuda.
Un antes y
un después.-
De los dos
personajes ficticios de los que os he hablado, uno de ellos vivió en una España
sin derechos, en una España sin Constitución. El otro personaje sí disfruta de
una España donde los derechos y la convivencia entre sus ciudadanos están
garantizados por nuestra Ley fundamental, la Constitución Española de 1978.
Aquel Juanito
podría ser cualquiera de vuestros abuelos,
mientras que Lucia podría ser cualquiera de vosotras, alumnas y alumnos;
o de nosotros profesores. Es necesario, para valorar lo que hoy disfrutamos con
todas las garantías, conocer lo que otros sufrieron en una vida sin derechos ni
libertades. Por eso es tan valioso celebrar que mañana día 6 de diciembre,
nuestra Constitución cumple 39 años y que gracias a ella cambió radicalmente y
a mejor, la vida de los españoles y españolas.
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La ilustración tiene como autora a
María Angel del Prado y procede del libro «La Constitución para Niños»
publicada en 2001 por la Diputación de Palencia en colaboración con la
mancomunidad de Diputaciones.
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